domingo, 18 de noviembre de 2007

Palladio

Publicado en "Communio", año 2, nº 1, marzo de 1995.


1. INTRODUCCIÓN: UN RENOVADOR DE LO CLÁSICO

“Cuanto más se estudia a Palladio, más inconcebible resulta el genio y maestría de este hombre, su fecundidad, su versatilidad y gracia inigualable” (Goethe).
Se puede decir, sin temor a exagerar, que Palladio fue, dentro del campo de la arquitectura, el artista del Renacimiento que mayor influencia tuvo en los siglos posteriores a su muerte. Esta influencia se expande por Europa, ya que no solo abarcó los países del Mediterráneo, son y especialmente, todo el norte de Europa, constituyendo la base de la arquitectura inglesa de los siglos XVII y XVIII para luego pasar a los EE.UU. y dar origen al movimiento conocido como “clasicismo americano”, cuyo ejemplo más acabado es la obra de Thomas Jeffersson, en especial los pabellones de la Universidad de Virginia.
Sin embargo, este artista tan influyente en los tres siglos posteriores a su muerte no es hoy en día demasiado conocido fuera del campo específico de la arquitectura.
Es esta una paradoja a resolver. ¿Cómo explicar que ese hombre, tan importante sea hoy un gran desconocido?
Se me ocurren tres respuestas posibles. En primer lugar, Palladio es específicamente un arquitecto, es solo un arquitecto. Su caso no es el de otros artistas del Renacimiento, que llegan a la práctica de la arquitectura después de transitar por otros diversos campos del arte donde sobresalen y alcanzan la fama, así Miguel Ángel, Bramante, Rafael, etc. Además, la arquitectura es de todas las artes la de más difícil interpretación, pues está contaminada por lo meramente útil, lo que constituye un gran obstáculo para su comprensión.
En segundo lugar, si bien la obra de Palladio alcanza dimensión internacional, ella misma se encuentra concentrada en un pequeño territorio, que es la región véneta y, salvo los últimos edificios, que están en Venecia, el resto de su obra se halla diseminada por la campaña o en una pequeña ciudad como Vicenza, que queda fuera de los grandes itinerarios turísticos.
Entonces, además de la complicación intrínseca que ofrece la interpretación de la obra arquitectónica para el público en general, se interpone entre la gente de hoy y Palladio una cierta incomodidad de tipo práctico.
El tercero de los motivos que lo aleja del público es la falta de espectacularidad del personaje que, de este modo, se vuelve para nosotros, acostumbrados a los héroes del cine americano, poco “cinematográfico”.
Podríamos definir a Palladio, sin duda, como un revolucionario, pero pertenece a esa clase de revolucionarios que hace su revolución desde adentro, una revolución “no sangrienta”, para llamarla de algún modo. Su vida y su obra no reflejan grandes quiebres o salientes, tintes fuertes que nos permitan trazar rápidamente el bosquejo de su personalidad y de su arte.
Su gran mérito fue dar una respuesta consonante con su tiempo o, mejor dicho, traducir en arquitectura las aspiraciones de una determinada clase que hemos dado en llamar “el humanismo véneto”.
Pero antes de ir más allá trataremos, muy rápidamente, de situar el tiempo y el espacio de Palladio, visto que lo hemos definido como su fiel intérprete.


2. SITUACIÓN HISTÓRICA

Palladio nace en el año 1508 y muere en 1580, es decir el arco de su vida recorre prácticamente todo el siglo XVI. Este siglo es un período en el cual se cristaliza un proceso tendiente a la unificación, que arranca a principios del siglo anterior.
A grandísimos rasgos señalaremos que, luego de la desaparición del Imperio Romano, comienza una disgregación en Europa que acompaña todo el Medioevo y que se conoce como el sistema feudal, donde se desarrolla la ciudad estado.
Este proceso comienza a revertirse a inicios del siglo XV, en España con la reconquista y el proceso de unificación llevado a cabo por los Reyes Católicos, y en Francia con las guerras que libra Luis XI dentro del territorio francés para fortificar el reino. Esta situación prepara el gran choque que veremos durante el siglo XVI entre Francia y España o para ponerle nombre y apellido, entre Francisco I y Carlos V.
Italia vive también este proceso unificador, pero dado que en esta región el sistema de la “ciudad estado” tuvo un gran éxito, ninguna de estas resulto lo suficientemente fuerte para imponerse sobre las restantes, y si bien en el mapa de Italia se encuentran a principios del siglo XVI algunos estados que han alcanzado cierta extensión territorial, tal es el caso de los Estados Pontificios, el disputado (entre españoles y franceses) Reino de Nápoles, la Toscaza, el Piamonte, la Lombardía y por supuesto Venecia, ocurre que ninguno de estos se encuentra en situación de hacer frente a las reglas de juego impuestas por los nuevos poderosos de Europa, por lo tanto Italia permanecerá a merced de los poderosos.
El formidable choque del que hablábamos entre Francisco I y el emperador Carlos V se va a librar sobre todo en territorio italiano, el cual se verá varias veces desvastado a lo largo del siglo por el paso de estos ejércitos (basta citar como ejemplo el saqueo de Roma en 1527).
Por último, en Italia, a partir del siglo XVI y hasta “il Risorgimento” no existirán políticas propias: éstas serán filo-francesas o filo-imperiales según las conveniencias.
Pero centremos el objetivo para irnos acercando a Palladio, en Venecia y el Véneto. Dentro de la especial situación italiana en Europa, Venecia constituye a su vez un caso excepcional. Su política en los siglos anteriores fue desinteresarse de lo que ocurría en el interior de la península y dedicarse a crear esa formidable máquina comercial que fue el imperio veneciano. Un imperio basado en la extensión territorial, sino compuesto por una eficaz línea de puntos, bien definidos, que servían de escala a las naves que traían las riquezas del Cercano y del Lejano Oriente. Este imperio comercial se pudo crear sobre la base de la paciente infiltración de los venecianos en esa realidad más afín y también un poco caótica que era el Imperio Bizantino.
Al final del siglo XV la situación da un giro de 180 grados con la caída de Constantinopla en manos de los turcos, que representan una fuerza nueva y pujantes con verdadera mentalidad imperial y empiezan a disputar con Venencia la supremacía en los mercados de Oriente.
Esta situación, sumada al descubrimiento por parte de los portugueses de las nuevas vías hacia el Oriente, hace que Venecia comience a volcarse hacia el interior, hacia la “terra ferma” e intente la expansión territorial en esa dirección. Pero a estas ambiciones de expansión se contrapone la “Liga de Cambrai” formada por franceses, imperiales, y los Estados Pontificios que derrotan a los venecianos.
La situación comprometida en mar y tierra provoca una profunda crisis en la sociedad véneta y el consecuente recambio de clases. La vieja y hasta entonces exitosa burguesía, que basaba su superioridad en la buena marcha de los negocios, deja su lugar a la aristocracia, la cual, como toda aristocracia, afinca su poder en la posesión de tierras. Será a partir del cambio de guardia entre una y otra clase que aparecerá nuestro personaje para constituirse, poco después, en el encargado de manifestar a través de obras de arquitectura, las aspiraciones de la nueva dirigencia.


3. PALLADIO

Palladio nace en Pádova en el año 1508. Su padre, que era un trabajador agrícola, poseedor de un molino, lo inscribe a los 8 años en la corporación u orden de los “tagliapietra” o “scalpellini”, trabajadores manuales de la piedra, constructores de capiteles, bajorrelieves, etc. Emigra a Vicenza a los 16 años y comienza a trabajar en la “bottega” o estudio llamado de Pedemuro, una de las más importantes dentro del ámbito provincial.
Allí Palladio recorre un camino que lo aleja del simple trabajador manual y lo acerca al arquitecto. Sin embargo, en los años que corren desde 1524, año de la llegada de Andrea de Piero della Góndola –pues ese era su nombre– hasta 1546, año en el cual ya Andrea Palladio recibe el encargo de mayor prestigio en Vicenza para reacondicionar el “Palazzo della Ragione”, se produce un enorme salto de calidad que resulta difícil de explicar. Valiéndonos de una comparación, diríamos que este fenómeno tiene la apariencia de una reacción química: es el resultado de una fusión que se da en este joven proveniente de una formación de tipo artesanal, que había recorrido todos los pasos de la actividad en este campo, y que accede ahora al ámbito de las puras ideas, representado por esa “lite” de pensadores que componían el “humanismo véneto”.
Esta fusión tiene lugar y fecha, pues sabemos con certeza que el 19 de febrero de 1539 Palladio se encuentra en la residencia urbana de Giangiorgio Trissino, y este es el hombre que de alguna manera “inventa” a Palladio.
Encarna el modelo de humanista, estudioso de filosofía y literatura, interesado en los problemas del arte y de la arquitectura en particular. El encuentro de Trissino con el joven arquitecto cambiará el destino de este último en forma definitiva.
En primer lugar, Trissino introduce a Palladio en el mundo de la teoría de la arquitectura haciéndole conocer a Vitruvio, el tratadista de la antigua Roma, en el cual se basa todo el Renacimiento. También lo acompaña en un viaje a Roma en 1541, durante el cual Andrea tomará contacto por primera vez con las ruinas de la Antigüedad clásica. Pero quizás el favor más grande que hará Trissino a Palladio sea el de introducirlo en el mundo del humanismo véneto para conocer los artistas y pensadores más importantes de la época. Por último, le dará el nombre de Palladio, hijo de Palas Atenea (diosa del arte), que significará un corte definitivo con su pasado de artesano para abrirle las puertas de la Arquitectura.
Entre las personas que conocerá Palladio gracias a Trissino, es importante la figura de Alvise Cornaro, noble veneciano, que, en contraposición a Trissino, tiene una estructura mental más abierta con respecto a la Antigüedad clásica. Esta influencia permite a Palladio no solo superar la instancia de una Antigüedad entendida como dogma, sino poder profundizar y reelaborar esa realidad. Cornaro es importante también porque fue uno de los mayores promotores del agro en la “terra ferma”, dando además un carácter sacro al trabajo de la tierra y predicando una especie de exaltación de la vida en contacto con la naturaleza.
Con estos antecedentes, importantes familias de Venecia vieron en Palladio la persona indicada para celebrar con obras de arquitectura este reapoderarse de la tierra.
Por último, ya cuando era una figura reconocida en le ámbito de Vicenza, Palladio encontrará otro personaje que lo va a proyectar hacia la fama que trascenderá el tiempo y el espacio.
Se trata de Daniele Barbaro, filósofo y matemático, quien va a escribir con Palladio una reinterpretación de la obra de Vitruvio, y con el cual el arquitecto profundizará el estudio de las matemáticas y de la armonía que serán tan importantes en su vida. De la mano de Barbaro, en el final de su vida artística, Palladio entrará en el mundo de Venecia para convertirse en el primer arquitecto de la ciudad. También Barbaro impulsará a Palladio a la redacción de su obra: “Los cuatro libros de la Arquitectura”, a partir de la cual su pensamiento se difundirá en toda Europa.
Estos tres personajes, Trissino, Cornaro y Barbaro, son representantes de esa clase que después del desastre de Cambrai, antes referido, tomará el poder en el Veneto y, en el plano de las ideas, constituirán ejemplo del humanismo en Venecia. Podemos ver a través de ellos el camino que recorre Palladio para convertirse de un hábil artesano en un arquitecto de trascendencia histórica. Sin duda existía la inclinación natural de la cual Palladio habla en el prólogo de “Los cuatro libros de la Arquitectura”, pero su figura solo se explica a través del encuentro entre ese don natural y ese mundo que llamamos el humanismo véneto, que le transmite toda su cultura para que estas ideas se transformen a través de Palladio en obras de arquitectura.


4. EL MÉTODO DE PALLADIO

Este pasaje de las ideas a la arquitectura Palladio lo realiza poniendo a punto un método. Solo a través de la práctica de este método se explica la extrema coherencia de la obra palladiana, y el increíble número de edificios realizados por él mismo, ya que trabajaba sin contar con una gran estructura que lo apoyara.
El método palladiano es un complejo mecanismo, puesto a punto a través de los años, que se compone de tres elementos. En primer lugar, una estructura fija que llamaremos marcos de referencia, luego una segunda pieza móvil que es la que permite las distintas elecciones, las variables del sistema, por último existe un tercer elemento, la herramienta, que es la que permite al mecanismo funcionar con precisión.
Así lo explica él mismo en el prólogo a “Los cuatro libros de la Arquitectura”: “Da Naturale inclinazione guidato mi diedi nei primi anni allo studio dell’Architettura: e perche sempre fui di opinione che gli Antichi Romani come in molte altre cose così nel fabricar bene abbiano di gran lunga avanzato tutti quelli, che dopo loro sono stati; mi proposi per maestro, e guida Vitruvio: il cuale è il solo antico scrittore de queso’Arte”.
Se podría afirmar que la Antigüedad clásica es el marco de todo el Renacimiento, sin embargo el modo de ponerse frente a esta realidad es lo que diferencia a Palladio de sus contemporáneos.
Por un lado, el conocimiento erudito de esta realidad clásica llevará a Palladio lejos del Primer Renacimiento, de la inocencia brunelleschiana, y por el otro, Palladio se distinguirá de los restantes artistas por este trabajo en profundidad que jamás lo llevará a transgredir el marco prefijado, como sí lo hicieron por esos años Miguel Ángel o Giulio Romano, por citar a algunos.
Una vez elaborado el marco de referencia general, Palladio elaboraba marcos particulares para cada tipología de edificios que se le presentarán: villa, pallazzo, iglesia, etc. Él elabora una idea general, o partido, como decimos los arquitectos, para cada tipología, y a partir de ella proyecta aumentando progresivamente, con el aporte de la cultura adquirida a través de los años, la tensión y la calidad de la obra.
Una vez definidas estas constantes, Palladio admite dos tipos fundamentales de variables: las que provienen del cliente y las que provienen de la obra.
Las del primer grupo muestran que Palladio es un arquitecto modernísimo, desde el punto de vista de la clientela, pues sus cargos provienen de particulares a los cuales debe satisfacer en sus necesidades específicas.
En el segundo tipo de variable, Palladio demuestra una maestría que pertenece al área de sus talentos naturales, aquella “de naturale inclinazione guidato” que leíamos en el prólogo. La sensibilidad demostrada en cada caso para dar respuesta a particulares situaciones del terreno o distintas ubicaciones dentro de la ciudad, así como también la resolución de los problemas que cada edificio presenta, nos alejan de la figura, quizás fría, con la cual hemos presentado a Palladio, como si fuera la resultante de una serie de causas y efectos.
Por último, una vez definido el marco y las variables, Palladio utiliza para desarrollar sus proyectos la herramienta matemática. Basada en la teoría de las armonías Pitagóricas que inspiraron el “Timeo” de Platón, tan en boga en aquellos años, Palladio elabora un propio sistema proporción al que le sirve para dar forma definitiva a sus edificios tanto en planta como en alzado.


5. CONCLUSIÓN

El mundo y el arte contemporáneo, que es su reflejo, se encuentran empecinados en producir golpes de efecto, provocar a cualquier costo, buscar siempre lo novedoso.
El método de Palladio nos muestra otro camino: la búsqueda y la investigación en profundidad, a partir de ciertos límites prefijados.
Si bien existen otros límites, otro marco, el método palladiano puede tener vigencia aún pasados cuatro siglos. Quizás sea un camino útil para explorar hoy en día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un placer tener estos recreos del propio trabajo que compartimos. Felicitaciones tb a la curadora, quien de alguna manera te ha obligado a estos nuevos rumbos de expresión "blogera".