Gilles Deleuze en sus Estudios sobre cine realiza un paralelo entre el cine y la mecánica del pensamiento. Sostiene que el pensamiento se compone de unidades llamadas imágenes-movimiento, que una vez recibidas por los sentidos nuestra mente ordena intencionadamente para darles un sentido. Estos dos estamentos corresponden al plano y al montaje, los materiales principales con los que se conforma el lenguaje del cine.
El espectador de cine, de este modo, realiza de alguna manera una operación exponencial, ya que piensa sobre una materia que fue estructurada como su propio pensamiento. Este procedimiento, ya de por sí enmarañado, recibe una ulterior complejidad cuando al cine lo vemos en el cable. Esta forma, que bien se podría calificar de aberrante y esquizoide, no deja de tener un interés particular. El origen de esta modalidad se suscita a partir de la programación repetida de una película en una señal, lo que hace que la veamos reiteradamente, pero fragmentada en partes dispuestas aleatoriamente.
Así emprendí la visión de The reader hace ya algunas semanas, empezando por ver algo más de la mitad hasta el final, con las lógicas dificultades de comprensión. Situación agravada por la traducción del título que, en vez de optar por el obvio “El lector”, prefirió, vaya uno a saber por qué, el anodino “Una pasión secreta”. Por lo tanto la vi por primera vez sin sospechar hasta el final que se trataba del film del que mucho había oído hablar el año pasado y que había premiado a la siempre maravillosa (after Titanic) Kate Winslet.
A los pocos días la enganché un poco más adelante y volví a verla, ya conociendo la historia, y ayer agregué bastante de la primera parte que me faltaba, aunque aún no pude ver el principio. Si tengo un poco de suerte espero en breve completarla, aunque el proceso azaroso por naturaleza puede demorar meses, ya que la frecuencia de las repeticiones disminuye a lo largo del tiempo siguiendo una precisa ley de mercado. También cabe la posibilidad que nunca vea el principio, pero de todos modos fui educado en una conciencia donde el final es lo que realmente importa.
Seguramente, es un muy mal modo de ver cine, pero sucede, y creo que en compensación ofrece algunas ventajas. En primer lugar, la necesidad de recomponer los fragmentos desordenados constituye un aliciente nada despreciable para la profundización, ya que es sabido que muchas veces el esfuerzo colabora a mejorar la comprensión. En ese sentido también la repetición de fragmentos que se ven cada vez con distintos niveles de comprensión constituye un aporte al perspectivismo, siempre dotado de interés. Por último el proceso que se dilata a lo largo del tiempo también ayuda a moderar y a hacer del juicio una herramienta más precisa. Se me dirá que todo esto sucede gobernado por la más general imprevisión, pero quién podrá negar el atractivo y la riqueza que el azar aporta a nuestro entendimiento, a veces demasiado formal.
El sistema, además, se potencia cuando se implementa sobre un material como The reader, cuyo tema es la relación con el mal. La hondura del mismo rechaza los juicios precipitados invitando a una reflexión extendida sobre la moral y sobre la justicia en general y sobre cómo estas se encarnan en un historia personal que de algún modo obstruye el juicio particular. El mal se encarna y se actualiza con total normalidad y en esto radica su aspecto más temible. De esa cercanía inquietante habla también la película. De los nazis de ayer y de los de hoy.
Justamente “el lector” termina siendo un sutilísimo juego sobre las lecturas y sus posibilidades. Las que también tienen las lecturas fragmentadas y aun las inconclusas.
17 comentarios:
'fui educado en una conciencia donde el final es lo que realmente importa', me hiciste acordar de la película Memento porque el final tiene que ver con el principio ¿acaso no es así?
Si claro, la famosa "causa final" del estagirita. El final que curiosamente empuja desde atrás.
Saludos.
Muy interesante su reflexión sobre el cine fragmentado. Igual en la vida: llegamos con la función empezada, debemos asignarle un sentido que iremos corrigiendo no en línea recta sino en espiral ascendente. Y sólo al final llegamos a entender (algo).
(Entre paréntesis, una sutileza: el título original de la novela alemana es "Der Vorleser". En la traducción de ese sustantivo al español simplemente como "El lector" se pierde un matiz: "lesen" es leer, pero "vorlesen" es leer en voz alta, leer para alguien, tal como hace el protagonista en esa obra.)
Que buen dato Rob y que maravilla entender el alemán, idioma que imagino espeso de matices.
En cuanto al final, yo confío que entenderemos que Dios nos ama, y con eso bastará.
Saludos
Uy, iba a subrayar la misma frase que Condesa. Se nota que es una frase que nos pegó a varios. me parece que no sólo relacionada con el cine, sino con la vida cotidiane en general.
Me ha pasado eso con varias películas.
Uno las va viendo de atrás hacia adelante con el agravante de, vaya a saber por qué extraño designio, muchas veces la "engancha" justo en la misma parte que la vez anterior; así el proceso puede ser bastante largo.
No me pasó con El lector porque alquilé el video.
Me pareció excelente y para ver más de una vez.
Si angie el valor del final, como lo qu otorga sentido a la vida tiene un sentido existencial y particularmente cristiano.
Saludos
Carlos, que bueno tenerte de nuevo por acá. Es exacto lo que decís, hay una muy extraña inisistencia de ciertas películas que persisten en ser captadas siempre en la misma escena. A veces pienso que hay una cierta conexión entre mi cerebro y la rpogramación del cable.
Saludos.
No entiendo cuando te ponés a comparar todo con la Filosofía...
Por eso me quedo con el ante último párrafo, que fue un poco lo que debatimos después de terminada la película, y lo que me quedo dando vueltas en la cabeza durante el resto del fin de semana.
Pensaba no en el final de la viuda sino por ej en el fin de un matrimonio: "Termiraron matándose, en terrible divorcio". Parece que hubiera que hacer borrón y cuenta nueva, no importan ni los hijos, los negocios, proyectos juntos, nada, sólo el resultado, el final.
Aclaro que soy soltera.
Saludos
Elu con lo que te quedó dando vueltas el fin de semana ya tenés suficiente material para pensar. Eso también es filosofía.
Angie, en el matrimonio también es el final, es decir el deseo de compartir toda la vida, lo que debe estar al principio.
Saludos.
El final, que es el principio (me quedo pensando en eso..., pero mejor sigo). También me pasa lo mismo con las peliculas en el cable. Digo más, a veces me engancho con cada cosa. Me fastidio mucho si me engancho en la mitad (y si la película me gusta). He llegado a alquilarla después para ver nada más que esos primeros quince minutos perdidos.
Interesante lo de Deleuze sobre el cine y la mecánica del pensamiento: plano y montaje.
E interesante también el comentario de Rob K, ya que no es lo mismo el lector que lee para sí que el lector que les lee a otros.
Comparto la admiración por Kate Winslet.
Saludos y gracias por tus palabras en mi blog.
No me gustan las películas con excesiva edición, pero hay una que estan dando en cable ahora que se llama Domino, de Tony Scott y está muy buena. Tampoco soy fan de las pelic. de acción, lo que habla bien de ella.
Saludos
Estrella: una mas sobre el tema del final que leí esta mañana, para "que sigas pensando en eso":
"De lo Absoluto hay que decir que es esencialmente resultado, que solo al final es lo que es en verdad,y en ello precisamente estriba su naturaleza"
Hegel.
Gracias, opi; sigo agregando ingredientes en mi coctelera.
(Dejo acá un gran abrazo para María).
la pelicula me fascino y la primera parte es bellisima
El tema para mi es el orgullo "the pride" y lo que cuesta
La película, que terminé de ver el principio ayer, tienen un montón de temas, y el orgullo que señalás es también central. Después de todo ella se condena no por sentirse culpable, sino por no reconocer su analfabetismo.
En fin deja mucho.
Saludos.
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