Algo que por su naturaleza es simple y repetitivo requiere el auxilio de una solución ingeniosa para intentar vencer el precipicio fatal al que se asoma todo juego: el aburrimiento. El tenis echa mano a las ciencias duras, aritmética y geometría. De ellas Kant deduce nuestro umbral del conocimiento, tiempo y espacio, como formas de nuestra sensibilidad. Modificar, entonces, lo primero, lo que precede, lo que se da por descontado.
La primera operación radica en la ruptura de lo que es propio de la aritmética y del tiempo, es decir la sucesión. Contando los puntos de a uno, este juego se convertiría en un desierto de monotonía. La posibilidad, en cambio, de ir reuniendo en grupos de unidades mayores los puntos conseguidos, lo salva de la sutil telaraña del tedio. Con este simple retoque, que en nada trastoca su estructura, se incorpora al desarrollo de la contienda insospechadas aristas psicológicas. Sumado a la arbitrariedad inglesa que, por una razón fonética, hace que quince más treinta sea igual a cuarenta. Las letras, por una vez, someten a los soberbios números.
La segunda maniobra se refiera al ámbito de la geometría, el espacio. Creo que es uno de los pocos deportes que admite una tal diferenciación de superficies donde practicarlo. Una disparidad que genera variaciones siempre interesantes y especializaciones ajustadas, que consagra campeones en polvo de ladrillo, para luego condenarlos al cruel anonimato del cemento y terminar borrados en una carpeta de goma.
De todos modos este esfuerzo sagaz de la inteligencia no alcanza del todo a vencer. Se hace difícil soportar un entero partido, cuya duración es imprecisa, al punto que puede incluir como posibilidad la eternidad. Además, está la tentación de saltearse partes enormes del encuentro, sin perderse en definitiva nada. No hay saltos de cualidad que ameriten una atención constante. Todo en él se resuelve por mera acumulación.
Otro enemigo tenaz de este deporte lo constituye el poco tiempo efectivo del mismo. Entre jugadores mediocres se consume la mayor parte en buscar las pelotas que, impulsadas con defecto, ruedan sin sentido hasta rincones imposibles. Y en el fatal momento del saque, verdadera esclavitud del jugador de fin de semana. Iniciar es aquí un verdadero drama.
Entre profesionales, en cambio, el tiempo se escurre entre prolijos secados del sudor, testeo de la presión de las bolas, innumerables botes inútiles, arreglo de cabelleras indóciles o en algunos ajustes en la indumentaria. Si además el público participa activamente es una catástrofe. El silencio será requerido hasta el hartazgo. Siempre me pareció excesivo que en un estadio se exija el comportamiento de un templo.
La difícil mezcla de precisión y velocidad es la fuente de su indudable belleza. Pero la tendencia al individualismo de quien lo practica encierra un peligro cierto: convertirse en egoísta. La vertiente del doble aumenta sus defectos, pero es más saludable para el alma. Compartir con otro el derrotero de la vida puede complicarla, pero definitivamente nos hace más humanos.
6 comentarios:
Acabo de escribir un comentario, pero no sé qué pasó. (Si se repite, podés borrar uno).
Decía:
Que lo único que puedo hacer con este post es mandárselo a mis amigos tenistas, decirte que es cierto lo del sistema de puntos, y confirmar que tengo la sensación de que es más el tiempo en que se anda por la cancha levantando pelotas amarillas que jugando. Como verás, soy un desaste...
Aunque ahora, mientras escribo, siento las brazadas de mi hijo que se le ha dado por nadar y nadar: ¿pronto la natación? Me gusta el agua y me deleito mirando nadar a la gente.
¿Vieron la nota sobre el libro de G. Santiago en ADN?
Saludos!!
Y como siempre, excelente la ilustración.
Mr: Opi, ¡aaaay!, el tenis: otra broma inglesa: por tres dias podes ganar un millon de dolares, mientras en el mundo hay 990 millones de seres ¿humanos? que pasan hambre....
Como si fuera poco el juego es aburridisimo, yo creo que idiotiza a los espectadores: lo acepto si sirve para obligar a uno a moverse un poco...
Ud o vos, (digame si puedo-debo tutearlo) es tan generoso que describe esta calamidad con humor, pericia y brevedad...: pero el game es un asco: a mí me aburren los juegos "divertidos" (cartas, deportes, apuestas, etc.) y me divierten los "aburridos" (beber, fare l'amore, pasear en un convertible, charlar con gente educada, leer las teorias griegas, leer cuentos, etc.) Perdoneme por ser así.
Felicitaciones por su prosa que satiriza y perdona.
Muy cansado de la vida, lo saluda con afecto.
Carlos.
Empecé a jugar al tenis con vos, cuando las bolas eran blancas como nuestras almas jueveniles. Y con el correr del juego se iban mimetizando con la cancha...Algo de eso también pasó con mi espíritu.-
Tus lentes transpirados y tu andar taciturno por el court (copiado ahora por Chelita) nunca me hizo ilusionar con la posibilidad de que aprendieras a jugar. Y tu escrito ahora lo confirma. Estás más para filosofar, que para tener alguna vez un match point a favor.-
Quizás pensar sobre los deportes sea la única posibilidad que me dejó mi incapacidad para practicarlos.
Gracias Estrella, veremos con cual seguimos. A mi no me gusta mucho el agua, pero también disfruto viendo nadar a otros. Leí lo de nuestro amigo Santiago. Hay una gran diferencia entre una crítica objetiva y fundada y una sensación (subjetiva) como la que expresé yo en su momento.
Carlos, por favor, nadie me trata de usted.
Gordo nunca estuve cerca ni de un set.
Saludos
Yo coincido totalmente con lo del silencio. No me explico a la gente que no puede jugar por escuchar murmullo. ESo sí, insulté a la española que en el saque de Nalbandian en los dobles gritó y ¿causó? que David haga doble falta.
Si un jugador de basquet puede meter un libre con diez mil personas en frente golpeando globos de esos largos y gritando en un agujero, Cómo uno no va a poder meterla en un rectangulo grande. Para mí es más por costumbre más que nada.
A mí me gusta el tenis, me divierte más jugar que ver porque como vos decís puede ser muy largo y repetitivo, deberían cambiar algo en el reglamento para hacerlo más ágil.
Un abrazo
PEDRO
Pedro, espero que se te haya pasado la calentura por el punto dudoso aquella vez.
Fue larga, lo siento.
Revancha? no hay.
Abrazo.
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