sábado, 7 de noviembre de 2009

Post Arendt

El contacto con un libro es una relación íntima que se ve constantemente interferida por lo que sucede mientras leemos. Hay lecturas que adquieren un envidiable ritmo sostenido, mientras otras se dilatan lentas como meses. Un dilatarse que no proviene de la espesura del texto, sino de algo que viene de afuera. Esta es mi experiencia después de terminar, luego de un tiempo exagerado, “La condición humana”, que sufrió el olvido en mochilas con sobrepeso y vivó el exilio en mesas de luz extrañas. Más allá de su contenido, leyéndolo, descubrí en qué medida el lector es un ser condicionado.

Sin embargo, a pesar de interrupciones y distracciones de semanas, el texto de Arendt tiene una tal cohesión que, aunque abandonado, nunca resulta del todo extraño al retomarlo. No es como esos otros resentidos que te hacen sentir su ausencia y te obligan a retroceder para retomar el hilo del discurso. Hay libros que son celosos y no les gusta perder la atención de quien los lee. No se puede abandonar a Proust sin pretender pagar las consecuencias.

Los sinónimos son palabras que indistintamente utilizamos para decir la misma cosa. El pensamiento de Arendt se construye sobre una diferencia que se encuentra en algo que estamos habituados a considerar lo mismo. Es a partir de esta pequeña distancia nominal entre dos palabras, en ese intersticio del significado que Arendt encuentra el hueco para pensar. Por esa hendija se escurre un manantial de ideas que van como bordando los bordes del espacio que su mismo pensamiento ha creado, donde parecía no haber lugar. En la prieta estrechez del sinónimo.


Esas dos palabras que hacen de un modo central a la condición humana y que son como los cimientos del libro son labor y trabajo. La primera define las situaciones del hombre en su costado biológico y su lucha para sobrevivir en el mundo, un hombre sometido a la Naturaleza. La segunda recorre el perfil humano en un sentido más cultural, es decir el hombre como creador de un Mundo poblado de los objetos que él mismo fabrica. Dos maneras de ser hombre que provienen de lo que condiciona su existencia. Las dos revelen al hombre y el predominio de una y de otra definen la Historia.

Sobre esta primera diferencia fundamental se suben otras que van enriqueciendo un texto que tiene visiones profundas que obligan a detenciones abruptas. Cada tanto la luminosidad de ciertas frases literalmente encandila y obligan a desviar la mirada. El pensamiento siempre se articula entre pares de conceptos, con una energía bipolar que sugiere similitudes con lo eléctrico.

El final lo ocupa una lúcida reflexión sobre la modernidad. Al leerlo más de cincuenta años después de haber sido escrito, el pensamiento se revela profético, condición que asiste a todo gran pensador. Hay advertencias hacia los atajos de los totalitarismos, que ella sufrió en carne propia y a los que dedicó parte de su obra. Y un llamado de atención hacia la técnica, sobre todo cuando esta viene a reemplazar, con su ropaje de certezas, a la siempre endeble política. Un temor compartido con Heiddegger, pero expresado con sencillez, que delata el empobrecimiento que proviene del exclusivo predominio del hacer sobre la acción.

Pero hay, también, una reconfortante confianza depositada en el hombre, no en tanto fabricante de cosas, sino principalmente como creador de espacios a través de la acción y el discurso, sus armas más nobles, pero también las más delicadas. Un tenue sueño de ágora palpita entre sus páginas.

15 comentarios:

Estrella dijo...

Post Arendt: ¿qué hubiera dicho la autora sobre este título?

La verdad es que me entusiasmaste con la lectura. Aún no leí nada de ella, quizás por cobardía. Pero ahora que sé que tiene "visiones profundas que obligan a detenciones abruptas": me gusta eso.
Cada vez escribís mejor, te aviso.
Un beso a María!

Angie Angelina dijo...

me gusta esa parte donde arendt niega el comunismo bajo la consigna de que todos deben tener su lugar de intimidad y privacía.
Saludos
Ang

La herida de Paris dijo...

Gracias Estrella y gracias por el aviso, aunque no me lo creo, me anima.

Angie, el comunismo es verdad que niega la intimidad, pero el capitalismo va por el mismo camino, aunque con medios mas sutiles. ¿Cómo si no se explican la infinidad de avisos de Viagra que borro de mi casilla todas las mañanas?

Saludos

Anónimo dijo...

Opi: le escribo después de un tiempo, aunque no tenga que ver con la Arendt.
Siendo Ud. un hombre creyente me siento obligado a preguntarle ¿cómo se supera la muerte de una madre...?, y no de una madre común, de esas que uno las ve cada tanto y finalmente las quiere poco....,sino de una madre que uno ha cuidado durante 35 años y la ha querido más que nada ni nadie, aun sacrificando el propio interés....
Hace un mes murió mi madre a causa de una estúpida caída, yo he quedado sin interes por este mundo absurdo y no encuentro consuelo.

Opi, no se preocupe por mí: Ud. tendrá sus problemas. Pero siendo tan sabio y sensible, acaso tenga unas palabras milagrosas. Milagros es lo que necesito.

Gracis por leer esto.
Carlos.

06:09 a.m. 11/11/09

La herida de Paris dijo...

Carlos: por supuesto que no tengo palabras, pero te acerco estas de San Agustín que recuerda en las Confesiones la pérdida de su madre Mónica. Quizás el saber de su sufrimiento, te ayude a ser indulgente con el tuyo.

"Por eso, porque me veía abandonado de aquel tan gran consuelo suyo, sentía el alma herida y despedazada mi vida, que había llegado a formar una sola con la suya." (Conf 9, XII, 30)

Te mando un fuerte abrazo y el compromiso de rezar para que el Señor te acompañe en esta hora de dolor.

Cocorastuti dijo...

Opi: citar a San Agustín es un verdadero consuelo, y esa frase, con todo respeto, la pude haber escrito yo, tan parecidos son los sentimientos: "...mi vida, que había llegado a formar una sola con la suya."

Y tiene, tácitamente, razón Ud., yo debo merecer menos que San Agustín, y debo conformarme con mi destino.

Y que alguien como Ud. rece por mi madre y por mí es algo que no merezco, pero ya sabe cuanto se lo agradezco.

Acaso me reconcilie con el mundo.

Gracias, Opi.

Carlos Pasolli.

Mari Pops dijo...

No sé cual ha sido el prólogo de este libro pero lo que has escrito bien valdría como tal.

Muy interesante el parrafo sobre los sinónimos y la estrecha grieta por la que se colaron ideas. Muy bien escrito Opi

La herida de Paris dijo...

Mary, epílogo mas que prólogo, ya que son reflexiones posteriores a una lectura que sufrió demasiadas interrupciones.
Saludos y gracias.

Carlos G. dijo...

"Un temor compartido con Heiddegger, pero expresado con sencillez, que delata el empobrecimiento que proviene del exclusivo predominio del hacer sobre la acción."

...no entendí...:(

La herida de Paris dijo...

Y a veces el querer ser sintético y no superar la carilla me condena a cierto hermetismo. Pruebo a ser un poco mas claro.
El temor compartido con Heiddegger (con quien tuviera una íntima relación que duró toda su vida) está referido a el imperio de la técnica en detrimento de otras manifestaciones de la condición humana.
La diferencia entre el "hacer" y la "acción" es uno de las tantas polaridades que plantea el libro, entendiendo por "hacer" lo propio del hombre en cuanto a fabricante de útiles y la "acción" lo que el hombre realiza como constructor de un espacio propicio para la vida política.
Como ejemplo de este temor (que yo humildemente comparto) fijate cuando se nombra un funcionario como un "técnico", como si esto fuera una virtud inatacable.
¿Se entendió un poco mas?.

Carlos G. dijo...

Si señor! como podrás notar no soy un lector de filosofía: "hacer" y "acción" me parecían términos no opuestos, pero...

Gracias
:)

Carlos G. dijo...

"Como ejemplo de este temor (que yo humildemente comparto) fijate cuando se nombra un funcionario como un "técnico", como si esto fuera una virtud inatacable."
Siempre interpreto las situaciones como las del ejemplo que mostrás, como tendientes a evitar un ataque por el lado de la ideología.
Es decir un "técnico" sólo hace lo "funcionalmente necesario" no es quien define la política sino su instrumentador; en ese sentido, por ejemplo y según su propio decir, Eichmann pretendió ser un "técnico"

La herida de Paris dijo...

Exacto, es lo mismo que otra de las palabras mágicas de estos tiempos: "gestión". No cabe duda que, siguiendo con tu ejemplo, el horror puede ser bien gestionado.
Saludos.

Magda dijo...

"No como creador de cosas sino de espacios..."

Qué bello es lo que escribes, que dulce y amable.

Y qué decir del dibujo, lineas que se encuentran para crear una imagen de alguien que piensa desde las profundidades.

Un saludo!

La herida de Paris dijo...

Gracias magda, yo solamente hago mia la voz de alguien que como vos bien señalás "piensa de las profundidades".
Saludos