viernes, 24 de diciembre de 2010

¡FELIZ NAVIDAD!

(dibujo de Vero)



"Despierta, hombre: por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de entre los muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se hizo hombre"

(de los Sermones de san Agustín, sermón 185: PL 38, 997-999).

sábado, 18 de diciembre de 2010

Las horas del verano

Tengo siempre a mano El origen de la obra de arte de Heidegger, al que continuamente vuelvo. Texto brevísimo pero de una profundidad que se intuye notable, sobre el que hay que avanzar en oleadas sucesivas muñido del lápiz como si fuera una espada. Un recorrido insistente que lleva más de 15 años para desandar una y otra vez las escuetas páginas, que no llegan a 100.

En el comienzo Heidegger se pregunta si es el artista el que hace la obra o bien la obra la que hace al artista. Y por último, cómo es que el arte hace a ambos. Se establece así un primer círculo de conceptos que se persiguen sin alcanzarse jamás. En seguida se plantea un segundo círculo, esta vez integrado por la trilogía cosa, útil y obra y las preguntas sobre las relaciones de cada uno. La obra que es cosa pero es al parecer in-útil, el útil que es un poco cosa pero no es del todo obra y al final el célebre análisis sobre la “cosidad” de la cosa.

Heidegger no rompe sus círculos, los hace girar a gran velocidad, como esos malabaristas chinos, sobre endebles palillos, para que de su movimiento surjan los conceptos. Y vaya que aparecen si uno consigue no marearse. Como si fuera un médico, Heidegger, cuando parece que nos abandonan los sentidos, nos da un “Dramamine”, es decir un ejemplo. Los zuecos de Van Gogh, el templo de Paestum o alguna poesía de Hölderlin impiden que estrellemos nuestra cabeza contra el suelo.

Mucho más fácil, pero con similar efectividad, aborda esta madeja de problemas Olivier Assayas en Las horas del verano, que están dando en el cable en estos días y que vi ya repetidas veces con el sistema “collage”. Primero la última hora, después los primeros veinte minutos, finalmente desde el cuarto de hora hasta casi el final, con interrupciones. Un sistema parecido al utilizado para abordar a Heiddegger.


La historia es la de la una señora que muere dejando a sus hijos un importante legado de objetos de distinto valor, empezando por una casa en las afueras de París. Sin embargo, la historia no es tanto la de sus personajes, sino más bien la de esas cosas en relación con ellos. Cómo las cosas van revelando lo que esos personajes son: cada uno de los tres hijos, las cuñadas, los nietos, el ama de llaves, los técnicos del museo, los entendidos, los funcionarios, el abogado de las sucesión y también los visitantes de los museos donde algunas de esas cosas van a parar.

La película también es un ensayo sobre las cosas en sí mismas. Cómo la misma cosa es a veces útil, otras obra y muchas otras simplemente cosa sin más que su mera “cosidad”. El florero guardado, olvidado en la alacena es el mismo que en un apuro es sacado para recibir las inesperadas flores y también es el jarrón Bracquemond exhibido en el Quai d’Orsay ante la mirada distraída de los turistas.

En definitiva, Assayas y Heidegger reflexionan al unísono sobre el arte, ese magnífico y misterioso dispositivo que convierte las cosas y a veces los útiles en obras. Obras que son en su esencia portadoras más de belleza que de verdad, o mejor, son bellas en tanto son portadoras de verdad. Una verdad que sirve para conocernos y reconocernos, una verdad existencial, porque produce, además, un aumento de nuestra vitalidad. En el caso de Assayas, esta situación se hace particularmente potente, ya que su reflexión sobre el arte es, a su vez, también –a mi juicio– una magnífica obra de arte.

Una maravillosa perla encontrada en el mar del zapping, justo cuando también llega para mí “la hora del verano”.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Lo que leí en 2010

23) Estética e historia en las artes visuales, de Bernard BERENSON




22) Come si guarda un quadro, de Matteo MARANGONI




21) El espectador emancipado, de Jacques RANCIÈRE




20) Teoría del arte moderno, de Paul KLEE




19) Sobre el estilo. Tres ensayos inéditos
, de Erwin PANOFSKY




18) Pintura. El concepto de diagrama, de Gilles DELEUZE




17) El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura, de Pierre BOURDIEU

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16) Macbeth, de William SHAKESPEARE




15) La filosofía y el barro de la historia, de José Pablo FEINMANN




14) Don Juan, de MOLIÈRE




13) Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, de Marc AUGÉ




12) El Renacimiento, de Paul JOHNSON




11) Juan Domingo, de José Ignacio GARCÍA HAMILTON




10) Viaggio in Italia, de J. W. GOETHE




9) Obras de San Agustín, XIa, Cartas (2º)




8) La ciudad occidental, de José Luis ROMERO





7) La cuádruple raíz del principio de razón suficiente, de Arthur SCHOPENHAUER




6) El viaje imposible, El turismo y sus imágenes, de Marc AUGÉ




5) Hamlet, de William SHAKESPEARE




4) El abanico de seda, de Lisa SEE




3) La imagen-tiempo, Estudios sobre cine 2, de Gilles DELEUZE




2) La imagen-movimiento, Estudios sobre cine 1, de Gilles DELEUZE




1) Shakespeare, nuestro contemporáneo, de Jan KOTT

domingo, 12 de diciembre de 2010

Wikileaks desde el Jordán

Secret State 1367893
E.O. 69202 DECL 93 / 45 / 73459
Subject. (C/NF) Judea : Juan / Herodes Antipas interpersonal
Dynamics (C-AL4-0468932)
Classified by Filón, Director. INR/OPS Reason 2.6 ( C )
Date before 5 days calendas iunius 783 AUC.

1. (S/NF)

Sobre el carácter de Juan.

Juan es un hombre difícil, de aquellos que trazan líneas rectas, enemigo de valles y sinuosidades. Alguien al que se podría llamar un fundamentalista. Goza de un enorme prestigio moral basado sobre todo en sus virtudes personales y en un ascetismo incuestionable. Su imagen tiene además características épicas: comedor de langostas y vestido de harapos de camello reúne a sus seguidores a orillas del desierto donde los invita a seguir ritos purificadores. De ahí deriva el nombre con el cual también se lo conoce: “Bautista”

A los poderosos no los inquieta demasiado, en principio, Israel está acostumbrado a los profetas. Se piensa que es mejor dejarlos en libertad ya que de algún modo su accionar tiende a la contención del pueblo y a mantener su espíritu. Sin embargo, el ataque de Juan se ha hecho insoportable en los últimos tiempos, aun para los más tolerantes. Se han registrado acusaciones y diatribas directamente dirigidas a las autoridades constituidas. Estos son tiempos de equilibrios políticos delicados, poco aptos para planteos que inviten a la crispación de los ánimos.

2. (S/NF)

Sobre la prisión.

La intrepidez de Juan terminó con su prisión, lo que para algunos fue un destino de algún modo deseado. El camino de la denuncia suele ser una vía muerta y a veces la cárcel encubre su esterilidad manifiesta. Por otro lado, el peligro de Juan era relativo, como suele suceder cuando se carece de estructura. También es de notar que por más violento que fuera su mensaje, nunca expresó una voluntad política personal. Según me informan, su discurso es a este respecto vago, propiciándose él como predecesor de otra figura que vendrá a ocupar un lugar más relevante. De esta otra personalidad nada se dice que permita identificarla y hasta se duda de su existencia real. Puede que sea una reaparición del vago anhelo mesiánico, siempre presente entre los judíos.




Me informan que los días en la fortaleza de Maqueronte, donde Juan está preso, transcurren sin sobresaltos. Incluso esa mente extraviada de Herodes ha permitido al reo algunas libertades. De todos modos, esa benevolencia puede en cualquier momento cambiar hacia la crueldad, tal es el endeble carácter del soberano, al que ya he hecho referencia en mis anteriores envíos. A algunos de sus seguidores se les ha permitido visitarle, lo cual demuestra el poco temor que estos inspiran.

3. (S/NF) Otros.

También en estos días me han llegado informes de otra presencia inquietante en la zona de Galilea. Se trata esta vez de un carpintero de Nazareth, que al parecer realiza curaciones y predica una Buena Noticia, de contenido aún bastante incierto. Si bien algunos han intentado unir este nuevo personaje con Juan, al que se vincularía incluso por un parentesco de sangre, las diferencias entre ambos son evidentes. Al parecer, algunos mensajeros de Juan se han entrevistado con él, pero de ese encuentro no parece haber surgido algún entendimiento.

En algunos días más tendré oportunidad de visitar Maqueronte, ya que he sido invitado a una recepción por el cumpleaños de Herodes Antipas. Tendré allí oportunidad de recabar alguna información más de primera mano sobre lo que allí sucede y tomar el pulso a la situación. Estarán invitados todos los miembros de la corte y de la familia real.

(U) Please Cite C-AL4_0495843 in the subject line of reporting in response to de above questions.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Matemáticas divinas

El tiempo se mide a partir de dos datos objetivos: lo que tarda en dar vuelta la Tierra alrededor del Sol, combinado con lo que gira sobre sí misma. Años y días surgen necesariamente de la naturaleza, mientras que las semanas y los meses tienen impronta cultural, con un lejano dejo de luna. Sin embargo, la relación entre las dos magnitudes objetivas es compleja ya que ambos movimientos no se dan en una relación entera. Para ponerlo en números, la Tierra gira alrededor de Febo 365 días y monedas. Una especie de resto molesto que durante siglos sembró el desconcierto de astrónomos que con precarios instrumentos buscaban arrancarle al cielo sus secretos.

La primera solución para este tema fue una idea del tiempo de Julio César. Los romanos, pueblo de una practicidad a toda prueba, decidieron agregar un día cada cuatro años, inventando el bisiesto. Una idea genial, pero de algún modo improvisada, que dejó esparcidas algunas migajas de tiempo. Estos desechos, imperceptibles en un principio, fueron tomando cuerpo y consistencia, y muchos años después se convirtieron en un problema. El tiempo descartado terminó acumulándose silenciosamente y tuvo su revancha, lo cual enseña que hay que ser cautelosos ante la supuesta insignificancia de un segundo.

Fue Gregorio XIII quien con un audaz golpe de mano puso las cuentas en orden. Con una maniobra violenta arrancó del tiempo diez días, que se perdieron en la nada. Aquellos que se fueron a dormir el 4 de octubre de 1582 se despertaron al día siguiente el 15 del mismo mes. La corrección efectuada por el Papa además proponía la eliminación de los bisiestos en los años múltiplos de 100, exceptuando aquellos que fueran además múltiplos de 400. De todos modos, esta corrección tampoco era suficiente, ya que cada 3300 años el aluvión de segundos olvidados se transformará en un día.


Siempre me resultó un poco molesta esta desprolijidad divina, que hace del Creador una matemático impreciso. Una cualidad que se refleja también en toda la naturaleza, rebelde a las cantidades enteras. Todos los que alguna vez se han metido en los intrincados laberintos de las proporciones áureas, sabrán de lo que hablo. Dios hace que las armonías de Pitágoras parezcan las cuentas de un almacenero.

Sin embargo, cuando lo pienso mejor, me doy cuenta de que un mensaje oculto se inscribe en esta aparente inexactitud. Sin duda el universo reducido a cantidades enteras hubiera sido demasiado fácil de domesticar. La creación hubiera así quedado demasiado a merced de nuestra inteligencia, demasiado a la mano. Estas cantidades espurias que vuelven el tiempo inmanejable, en el fondo reflejan una saludable distancia entre la infinitud de Dios y nuestra limitado acontecer. Me vuelvo entonces contemplativo hacia esas series de números interminables que se resisten a ser encapsuladas por el hombre. Quizás esas imperceptibles hebras sueltas de tiempo son los hilos desde donde Dios maneja misteriosamente la historia, sin por eso condicionar nuestra libertad.

Un Dios que se expresase en números enteros sería, en definitiva, un Dios humano, demasiado humano.