“En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria” (Lc. 2, 1-2). Siempre me gustó este seco inicio de Lucas para encuadrar el suceso central de la historia de la humanidad. Una introducción que ha generado una innumerable serie de controversias, pues la cronología que establece se contradice con otras fuentes, entre ellas el mismo Lucas. De todos modos, la intención del evangelista, que escribe 80 años después de ocurridos los eventos, es mostrar que Dios ha decidido encarnarse sin contar con los privilegios de su condición divina.
La referencia a Augusto tiene un alcance universal. Con ella todos los lectores, contemporáneos y futuros tendrían un dato certero y fácilmente verificable. El segundo personaje nombrado, Quirino, es una referencia de alcance más local. Gobernador de la región en la cual se producirán los acontecimientos, fue un personaje difícilmente olvidable para quienes sufrieron los rigores de su gestión, entre ellos, los díscolos judíos.
El censo era una práctica normal en la administración romana. Con ella se buscaba extraer datos, fundamentalmente con el fin de calcular el impuesto. Tratándose de una nación ocupada, podemos imaginar sin demasiado esfuerzo cuanta antipatía generaba la medida. Los datos eran utilizados en contra del censado y además los recursos serían destinados a solventar la ocupación.
“Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen” (Lc. 2, 3). Aparentemente, en esto se seguía la costumbre local. El romano era tolerante hacia lo que no entorpecía su maquinaria. Sabemos que para los judíos la ciudad de origen no era un simple lugar, sino que indicaba la pertenecia a una estirpe que se remontaba a la historia de Israel y sus doce tribus. Ser judío era en aquel tiempo sobre todo pertenecer a la tribu de Judá.
“José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David” (Lc. 2,4). Una distancia de unos 150 kilómetros, sorteados a través de un viaje penoso que se hacía dando un rodeo para no atravesar Samaria, donde los viajantes no serían bien recibidos. Basta recordar el episodio de Jesús en el pozo de Sicar. El camino de ida era todo en subida, y se hacía en gran parte a pie, aunque suponemos que María, dado su estado, contaría con alguna escueta cabalgadura.
El viaje duraba unos cinco días y se hacía en grupos. El motivo de esto no era solo la solidaridad de los viajantes, sino sobre todo la seguridad. Aquellos también eran tiempos inseguros y las consecuencias de emprender el camino en soledad podían ser fatales. La “parábola del buen samaritano” podría haber sido extraída de un hecho de crónica.
La llegada a Belén sabemos que fue complicada. La ciudad era pequeña y estaba desbordada y consecuentemente los precios por las nubes. No es de extrañar que “no había lugar para ellos en la posada” (Lc. 2,7). Supongo que, no bien llegados y a pesar de la fatiga del viaje extenso, habrán enseguida cumplido con el trámite para quedar liberados. Finalmente, con tanto ajetreo, “le llegó el tiempo de ser madre” (Lc. 2,6).
Dos mil años después, a nosotros se nos pide que nos quedemos un día en casa para contestar las preguntas del censo. ¿Será posible que nos cueste tanto?
8 comentarios:
No cuesta quedarse en casa y responder, cuesta vislumbrar la presencia divina en los números mentirosos del INDEC.
Beso
Es verdad que si el INDEC fuera mas creíble costaría menos. De todos modos me parece que se ha instalado una queja que me parece excesiva.
Quería apuntar a reflexionar sobre eso, mas que a dfender lo ciertamente indefendible
Saludos
Hace mucho tiempo alguien acuñó la fórmula:
"There are three kinds of lies: lies, damned lies and statistics."
Pero era una broma, claro.
Comparto el comentario de LCS, el INDEC ha sido demasiado contaminado por la política. Pero también creo, como vos, que las supuestas o reales deficiencias de método u organización del censo 2010 no justifican que no hagamos lo muy poquito que se nos pide (y comparemos con los tiempos de Augusto: ésos eran sacrificios).
Yo creo que muchas veces la queja al INDEC, desde ya justificada, esconde algo mas profundo.
Nuestro poco sentido ciudadano, que deberíamos intentar recuperar si queremos mejorar. Cumplir con alegría lo que nos toca independientemente de quien nos gobierne sería un saludable inicio.
Saludos
A mí no me costó nada.
Pero todo es cuestión de cómo se representa uno "la realidad".
Carlos, a mi ni te cuento, quedarme en casa es siempre una bendición. A pesar de que estoy en cuarentena desde el sábado por una angina rebelde.
Saludos.
Cambio un poco el foco de la discusión:¡qué linda la ilustración que acompaña el texto! José, María, el Niño por venir atravesando poblados hostiles bajo el amparo de su sola compañía y la confianza en Dios que les pidió su "Sí" Gracias por esta entrada en un día ciertamente atípico.
Gracias Lucía. Había hecho también una versión en marcador que quizás era mejor dibujo, pero en este me pareció que la textura del lápiz transmitía mejor un aire de hostilidad. Me alegro que lo hayas captado.
Saludos
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