martes, 19 de octubre de 2010

Minimal Ando

El minimalismo es una búsqueda extrema. Busca el máximo efecto poniendo en juego el mínimo de las causas posibles. Un camino que tiende a cero en forma constante y que no desdeña el peligro. Es quizás a partir de ese riesgo, el de no decir nada, que el minimalismo habla. Las palabras dichas en medio de un silencio adquieren un peso singular. Todos alguna vez tuvimos esa experiencia.

En la arquitectura, el minimalismo tiene un maestro supremo: Tadao Ando, quien, paradójicamente, nunca estudió arquitectura. Se formó viajando y sobre todo observando, pero me imagino que su obra se basó en olvidar lo visto, en busca de una expresión propia. Como de hecho ocurre con todo gran artista. Se hizo conocido entre nosotros en los años ’80, cuando yo estudiaba y el posmodernismo arreciaba con su verborragia. El contacto con su obra, a través de revistas de idiomas inverosímiles, fue como un llamado a silencio.

Los orientales tienen una específica forma de estar callados, no piden silencio, directamente se callan. Quizás sea ese silencio la razón por la cual, a pesar de haber recibido los mayores galardones, es hoy un arquitecto olvidado. La arquitectura de Ando es una permanente búsqueda de un espacio de silencio, de una interioridad callada que nos proteja del exterior. Sus obras tienen un sentido ineludible de remanso.


Decía Cezanne que un pintor pinta muchas cosas pero solo logra comprender pocas cosas, en su caso, “las manzanas y uno o dos vasos”. En el caso de Tadao Ando se podría decir que toda su arquitectura es un esfuerzo por comprender uno de sus elementos primordiales: el muro. Búsqueda que se inicia a partir de su función más evidente, la de aislar. El muro en Ando es en toda su simpleza un elemento que separa, que delimita el espacio y lo hace en forma tajante.

La luz, otro de los elementos fundamentales de la arquitectura, es en este caso una gentileza del muro. En las obras de Ando no hay ventanas, hay simples detenciones del muro, amables corrimientos o giros inesperados, que producen tajos de luz. También el agua parece aproximarse cautamente hasta él con solo el fin de reflejar su imagen. Un agua humilde, sin efervescencias. El muro es un plano continuo, que no ha sido perforado ni mojado. El muro es sagrado.

Los muros en general se construyen por una sumatoria de elementos, suelen ser el producto de la paciencia que agrega un ladrillo sobre otro. Además, casi siempre, reciben un cuidado posterior, se visten con revoque o con piedra, se decoran con molduras, se dibujan con buñas. El muro soporta y también es soporte del lenguaje, que recibe inerte las palabras que sobre él se escriben. Nada es así en el muro cuando busca su esencia.


Al muro de Ando nada se le agrega, su verbo es uno solo: “soy un muro” y nada más nos dice. Tampoco nada menos. Se construye de un solo golpe, colado de una vez y no permite error, porque no hay corrección posible. Guarda en su memoria la tensión de ese momento en el que el defecto no tiene lugar. El muro de Ando es un instante, nace y ya está terminado. El minimalismo anula hasta el tiempo.

Finalmente, así se expresa en su desnuda contundencia. Solo en su superficie aparecerán los rítmicos agujeros de los pasadores. Es de ellos que se sirve el artista para convertir lo estrictamente necesario en poesía. Los pequeños agujeros son como ojos que le dan al muro una sorpresiva vida. El duro hormigón pierde su consistencia para convertirse en una superficie muelle, que siempre me hace acordar a un sofá.

Para apreciar a Tadao Ando es preciso hacer silencio. Es hora de que me calle.

12 comentarios:

Estrella dijo...

Olvidar lo visto: quién pudiera.

Leo tu texto y pienso en Paul Auster y en su novela La música del azar. Pero no pienso que vos deberías leer a Auster, sino más bien que Auster debería leerte a vos. Le daría mucho placer. Él tiene un tema con el muro, la casa, la habitación... ¿será un arquitecto frustrado?
Buen post, como siempre. Deberías dar clases, opi. Tu mirada se está haciendo única para mí...
me quedo pensando en ese silencio. Me lo llevo conmigo, mejor.

La condesa sangrienta dijo...

No tenía idea de quién era Tadao Ando hasta que Mary Poppins y vos lo mencionaron.
Me encantó este post y tu manera de describir tan bellamente esa búsqueda riesgosa de lo mínimo que no deja margen posible a la disonancia.
No sé si los años, no sé si la vida tan abrumadora de sin sentidos, pero cada vez voy soltando más lastre.
Algo de eso intento en mi escritura , pero se requiere de un talento que no tengo así es que trato de abrir ventanas que asomen a las buenas letras en el muro blanco de mi blog.

Cada día escribís mejor.
Un beso enorme con deseos de que toda la familia esté bien.

Mari Pops dijo...

http://www.andotadao.org/

Yo creo que Ud. escribe muy bien pero piensa aun mejor

tengo que sacudir mis apuntes sobre Ando y sobre Kyoto de Zatonyi a quien le fascinaria este articulo.

Mucho hay que saber para desaprender, para sacudir y comenzar de nuevo, creando a partir de lo "minimo" que llega hasta la nada. Estos atrevimientos propios de hombres libres se llenan de contenido y de nuevo sentido -aunque no lo parezca-

Genio haciendo el silencioso camino inverso hacia la verdad

Excelente post! Gracias

La condesa sangrienta dijo...

¡qué cierto eso, Mary! sólo quien sabe hacer puede deshacer, la síntesis se logra a partir de un todo.

La herida de Paris dijo...

Estrella leí Mr Vertigo hace mucho.
Excelente primera mitad, después se desbarranca. De todos modos que Auster me lea me parece una pretensión algo excesiva. Prefiero la benevolencia de los que asiduamente pasan por acá.

Condesa, ya también hace años que no pensaba en Tadao Ando, y fue Mary la que me lo trajo a mi cerebro. Y vino para quedarse rebotando un rato, hasta que salió esto.

Mary, lo prometido es deuda. Se me juntó Tadao con las clases de Deleuze sobre pintura que estoy leyendo en estos días. Es suya la teoría del olvido, o de la "catástrofe" como el lo llama. La tomé prestada.

Saludos.

Estrella dijo...

Si no viviéramos todos en distintos lugares, podríamos proponerte, opi, unas clases "particulares". Pero bueno, qué digo, si acá estás y podemos leerte.

Carlos G. dijo...

Tenés razón que uno se olvida de este tipo.
Volviendo a ver algunas fotos me recuerda algunas cosas de Mies, de Alto...
Muy lindo el post.

Saludos

La herida de Paris dijo...

Estrella: Para el 2011 estoy preparando un curso sobre la historia de la pintura a través de 12 pintores. Veremos como resulta, mientras tanto seguimos por acá.

Carlos, yo creo que se trata de un olvido intencionado. La perfección resulta simepre un poco molesta.

Saludos

Rob K dijo...

Su artículo fue el disparador de mi curiosidad por Tadao Ando. Lo que he visto en la web me ha fascinado, aunque de sus obras yo pueda apreciar tan sólo el aspecto estético, no su funcionalidad.

Pero esa estética despojada ya es suficiente para maravillarme.

La herida de Paris dijo...

Rob, no te preocupés me he pasado horas tratando de entender como funcionan las casas del ponja. Imposible entenderlo.

Los edificios públicos son mas faciles, empezando por las dos impecables iglesias llamadas del agua (Ibaraki) y de la luz (Hokkaido).

Saludos

Mari Pops dijo...

si no usa ventanas como resuelve el tema del frio o lluvia

Y pensar que era un hombre dedicado al boxeo ...

La herida de Paris dijo...

¿Es una pregunta?.
No usa ventanas en el sentido formal del término, es decir en cuanto a que no recorta un rectángulo en el muro.

Saludos y yo sinceramente cuando miro al obra de arquitectos de la talla de Ando, pienso que hubiera debido dedicarme al boxeo.