lunes, 19 de septiembre de 2011

Perros pintados 2

Simone Martini


Desde la Antigüedad más remota el perro fue un compañero leal de los hombres a tal punto que su agresividad hacia los humanos es percibida como una traición. Una sensación que ha ido en aumento en nuestro tiempo, donde el perro parece haber casi perdido su condición animal. Nos hemos acostumbrado a verlos andar alzados en brazos amorosos de divas, lejos del rastrero suelo, vestidos con pequeños trajes a medida y comiendo manjares enlatados de lujoso packaging.

Un cartel que anuncia “Cuidado con el perro” parece hoy una ofensa para la especie canina, tan acostumbrados estamos a tener cuidado de nuestros semejantes. Sin embargo, cada tanto, una noticia de una violencia perpetrada por algún perro de raza indómita nos recuerda, con inesperada sorpresa, su condición animal. De todos modos esos perros resultan extraños, como esos locos violentos a quienes se los encierra, entre otras cosas, para evitarnos el horror de compartir con ellos la condición humana.

Los perros feroces viven una existencia signada por la discriminación, por resistirse tenazmente a ser domesticados. Son los rebeldes de la raza, anárquicos que no quieren vivir bajo el yugo de las caricias humanas, que desprecian los baños de espuma y las visitas regulares al veterinario. A ellos no les hace mal la realidad “de que el perro sea perro y nada más”.

A esos indómitos de la especie parece dedicada esta pequeña tabla de Simone. Un perro que muestra orgulloso sus dientes filosos con los que acaba de atacar a un indefenso niño. Una violencia bien animal, que no obedece a razones. Mira a su presa que, inerte, yace en el regazo materno, mientras una vecina solidaria lo amenaza con un palo intentando devolverlo a su condición salvaje. Este es un perro que no merece la urbanidad.

De todos modos la acción criminal será, en definitiva, inocua pues una misteriosa presencia devolverá la paz a la escena. Se trata de un santo olvidado, pero eficaz en los días que siguieron a su muerte, ocurrida en la apacible Siena a fines del siglo XIII. Aparece escondido detrás de las altas torres ciudadanas y, con un gesto leve, realiza el milagro de sanar al niño. La intervención resulta de una tal sutileza que los beneficiados parecen desconocer al agente del portento. La humildad de este santo es una virtud post-mortem.

Agostino Novello fue dueño de una vida llena de peripecias, pero que siempre buscó ser olvidado. En vida quiso ocultar su origen, su cultura y su amplia inteligencia. Estudiante notable en Boloña y ministro de Manfredi, rey de Sicilia, vio interrumpida su brillante carrera política con la derrota de su señor en 1266 en la batalla de Benevento. Manfredi mismo recordará a Dante en el Purgatorio los tristes detalles de su muerte y la posterior profanación de sus restos insepultos, bañados por la lluvia y esparcidos al viento (Purg. III, 130).

Perdido su destino político, Agostino abrazó la vida monástica y para desplegarla decidió, en vano, ocultar sus extraordinarios talentos. Forzado por una fortuita circunstancia, tuvo que salir de su anonimato y recibir los honores de los más altos cargos eclesiásticos. Sin embargo, sobre el final de su vida le fue concedido lo que tanto deseaba, la vida del anacoreta.

Luego de su muerte, su santidad se manifiesta realizando milagros pequeños que apuntaban a resolver cuestiones cotidianas. La administración de su poder sobrenatural se aplica en un nivel vecinal, lo cual haría hoy las delicias de la “nueva política”. Como un Pasteur de la Edad Media, Agostino interviene para salvar al hombre y recordarle al perro su lugar entre las bestias.

8 comentarios:

La condesa sangrienta dijo...

No conocía a este santo y probablemente no sea casual que justamente hoy me lo presentes.
Un beso grande

La herida de Paris dijo...

Yo tampoco lo conocía y lo hice estudiando a Simone Martini. Su historia es maravillosa y además me simpatiza adicionalmente, por que es de la orden agustina.

Saludos.

Mari Pops dijo...

yo tiro pa' los dominicos :)))

La condesa sangrienta dijo...

ja Mary, yo también tiro pa' los dominicos u know ;0)
(y por esta cuestión mía de ir a los extremos, también simpatizo con los franciscanos, la otra orden mendicante)

La herida de Paris dijo...

Beuno, no es cuestión de iniciar una disputa entre órdenes monásticas. La hisotira iglesia las ha tenido, pero en definitiva todas trabajan en la viña del Señor.

Lo curioso del caso es que Agostino Novello, comienza su vida consagrada con los dominicos, pero luego por razones que desconozco, se cambia a los agustinos.

Saludos y ya que estamos con monjes recomiendo vivamente la película "De dioses y hombres", sobre el martirio de Christian Cherge y sus compañeros monjes, cistercenses en este caso.

La condesa sangrienta dijo...

Ah, mirá vos. Esa misma película me recomendó Mary hace un tiempo.
En cuanto a la disputa de las órdenes es sólo una broma ya que tenemos algunas amistades comunes entre los dominicos (y yo trabajé muchos años con los franciscanos pero siempre para el mismo 'Jefe', claro está).

La herida de Paris dijo...

Claro, ahora que pienso a mi también me la recomendó mary...
Me pareció excelente y no paro de recomendarla (incluso a la misma persona que me la recomendó a mi).

Saludos.

Mari Pops dijo...

:))))

buenisima la peli vio?

muestra la vida monacal , creo bastante bien por lo que sé,

A mi me llamo la atencion todo el proceso personal y comunitario en la toma de decisiones y los valores que sustentaban esas razones

creia que era sobre monjes trapenses