sábado, 1 de octubre de 2011

Perros pintados 3

Botticelli

(Nastagio degli Onesti, primer episodio)


El perro en su versión de alta gama está relacionado con la caza. En este universo del lujo, el perro se demuestra aliado de los hombres para consumarse en un traidor de sus hermanos animales. Quizás el peor tipo de traidor, el buchón. El perro de caza es un delator de otras especies cuya presencia denuncia, para el regodeo de su ocasional aliado humano. Será por eso que los perros de caza suelen ser flacos y tener cara de amargados, quién sabe si un remordimiento secreto los consume.
Este universo de alianzas que coloca al perro sorpresivamente como intermediario entre lo humano y lo animal parece entrar en crisis en esta historia. Aquí todo el equilibrio cambia, ya que la presa pertenece a la misma categoría del cazador. Lo que era un natural descender en las especies se transforma en una rígida simetría. El perro se instala entre lo humanos sin abandonar su competencia cinegética y cumpliéndola con ejemplar eficacia.
Esta serie de pinturas es una ilustración que corresponde a la quinta jornada del Decamerón, destinada a reflexionar sobre “la felicidad alcanzada por los amantes después de aventuras o desventuras extraordinarias”. El relato, famosísimo en su tiempo, cuenta la historia de Nastagio degli Onesti, joven de la alta sociedad de Ravenna que ama sin ser correspondido a una joven, que se encuentra, por belleza y por rango, algo fuera de su alcance. Sin poder soportar más su desdén, y siguiendo el consejo sensato de sus amigos, Nastagio se retira prudentemente a las afueras de la ciudad a meditar su desgracia.
El bosque de pinos mediterráneos por donde el joven saca a pasear su amargura tiene un aire metafísico. Los altos fustes de los troncos coronados con un espeso verde simulan un espacio cubierto de bóvedas, que contrasta con el tranquilo paisaje marítimo del fondo. En medio de ese clima de recogimiento irrumpe, con inusitada violencia, la escena de caza, subrayada por los troncos caídos como columnas de un templo en ruinas. La mujer que huye, pudorosamente cubierta con un lienzo efímero, es alcanzada por los feroces mastines. Detrás el caballero que conduce la batida levanta amenazante su pequeña espada, mientras que el pensativo Nastagio intenta una débil defensa, provisto de una raquítica rama.
El caballero apeado explica a Nastagio la razón de dicha cacería: el desprecio que sufriera en vida, por parte de su ahora presa, lo empujó al suicidio, acto que provocó la burla de su amada. Muertos ambos, el castigo, de implacable cúneo dantesco, los obliga a una eterna persecución, que se cumple puntualmente con circular precisión de tiempo y espacio. Dicha exactitud es la que le permitirá a Nastagio, banquete mediante, hacer presente la escena frente a familiares y amigos. Su amada, que se encontraba entre el público de este espectáculo, antecesor del moderno cine 3D, comprende la alegoría y, movida quizás más por el terror que por amor, decide acceder a las propuestas de Nastagio. El final feliz, concesión al espíritu de una naciente Hollywood, impone la boda.

(Nastagio degli Onesti, tercer episodio)


Llama la atención que esta serie ilustrativa de pinturas fuera encargada a Botticcelli por Antonio Pucci para la boda de su hijo Giannozzo con la noble Lucrezia Bini. La ficción literaria, a través de la pintura, se encarna en la realidad. La visión de Nastagio en el bosque se repite durante el banquete dispuesto para doblegar a su amada, y se hace nuevamente presente frente a los jóvenes esposos florentinos. Su mensaje, como en un curioso juego de espejos entre literatura, “cine” y pintura, llega hasta nuestros días con la severa advertencia de sus perros.

3 comentarios:

Rob K dijo...

Terrible historia, aun con su finalidad moralizante. Y espléndidas las pinturas de Botticelli.

Por otra parte, cuesta un poco a quienes nacimos en un mundo con fotografía y cine imaginar el rol de la pintura antaño y el efecto, más allá de lo artístico, que producía en el observador.

Preciso y precioso análisis, Opi.

La herida de Paris dijo...

Tenés razón, es dificil imaginarlo, aunque estoy seguro que se parece mucho mas al cine y la fotografía, que a la idea que hoy tenemos de la propia pintura.

Saludos.

Magda dijo...

Curiosamente vi la semana pasada un documental en el que hablaban, entre otras, de esta obra y que era un regalo nupcial. Sexo y violencia, elementos eternos.

Tu recopilación sobre perros en la pintura es curiosa, se me ocurre el cuadro de Las Meninas, de Velázquez, en el que hay un perro en medio de la escena, o el perro de Goya que se está sumergiendo sin remesión, tremenda escena, angustiosa.

Los perros nos acompañan en alianza desde tiempo inmemorial y los gatos de manera más reciente, implacables cazadores de infectas ratas.

Un saludo!