lunes, 9 de agosto de 2010

Malditas torres: 01 / Babel

La esencia de una maldición radica en su carácter definitivo. El maldito no admite matices, sobre él no se razona, queda simplemente expuesto a la condena y a la consecuente voluntad de extirparlo, preferentemente, de raíz. Ese rechazo unánime nace de un proceso complejo, porque hay una historia de los malditos que merece ser recorrida. El maldito no nace, se hace.

El caso de las torres es antiguo, su maldición se remonta al Génesis y tiene un nombre: Babel. Historia del humano orgullo desmedido en donde resuenan los ecos del pecado original, esta vez a escala urbana: querer ser como dioses. El castigo que en el primer caso fue la expulsión del Paraíso, en este segundo tuvo el carácter no menos grave de la incomprensión. La primera torre provocó, como al parecer las últimas, confusión: “Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros” (Gn. 11,7).

Sin embargo, no siempre la torre atrajo sobre sí el vituperio de las gentes. La adusta torre del castillo, símbolo del poder feudal, fue también capaz de dar al vasallo un refugio bajo su sombra. Un día apareció entre los muros del burgo y fue el alarde de una familia rica, la pérdida del favor político traía aparejada necesariamente su demolición. Pero también la torre fue campanario que señalaba con música de bronce las horas religiosas y después reloj comunal para medir el tiempo con rígida precisión mecánica. Fue luz en la tempestad del marino y referencia lejana en la campaña, cuando en el ocaso del día se divisaba en ella el calor de los seguros muros ciudadanos.


Olvidada por el humanismo, el siglo XX fue para la torre una nueva primavera. Los arquitectos de la modernidad vieron en ella el modelo de un futuro lleno de luz y aire puro. El viejo tejido insalubre, con sus patios rancios mal ventilados, debía dejar lugar a jardines continuos, donde las torres se plantaran como árboles. Ellas deberían hacer realidad el sueño de una sociedad más justa, para que a su sombra esta vez el hombre caminara decidido por la autopista del progreso. Pero se sabe que de los sueños, salvo que se trate de la muerte, solo cabe despertar.

En nuestros días pareciera que el rechazo ancestral se hace presente y también sus señaladas consecuencias: la imposibilidad de comprensión. El progreso ya no suena más prometedor en los oídos posmodernos. Son días de terrores ecológicos, de vientos en donde sopla un aire de conservación, el cuidado parece ser la orden. Predomina más el temor ante las consecuencias que las virtudes de las acciones que emprendemos. Son tiempos reaccionarios, es necesario reconocerlo. El pensamiento débil nos domina. Y es tirano.

Sin tirar por la borda las innegables virtudes que esta tendencia a preservar comporta, entiendo que los fundamentalismos no suelen ser buenos consejeros. Adhiero a quienes con inteligencia pretenden conservar las cosas que valen: la naturaleza, regalo del Altísimo, y las ciudades, creación humana por excelencia. Sin embargo, no soy amigo de las maldiciones indiscriminadas y en cuanto a la ciudad, a pesar de ser creyente y practicante, a la hora de razonar, prefiero el Código de Planeamiento a la Biblia.

15 comentarios:

Rob K dijo...

Hace poco escuchaba a Justo Solsona decir que en su criterio las torres deben quedar confinadas en sectores bien definidos de la ciudad ("las torres con las torres"). Supongo que el código debería contemplar algo parecido, ¿es así?

La herida de Paris dijo...

Si el Código limita las torres a ciertas zonas, quizás deberían ser mas, o menos, no lo se.

De todos modos en la próxima entrada pensaba referirme un poco a estas cuestiones.

Saludos.

Estrella dijo...

Leo tu post y pienso que el maravilloso libro Todo lo sólido se desvanece (Berman) en el aire quedó viejo. Debería escribirse una nueva versión.

¿Qué tal el libro de J.P.F.? Le tengo ganas al nuevo, sobre el Peronismo.

La herida de Paris dijo...

No leí a Berman, lo tengo pendiente hace tiempo.

En cuanto a Feinmann, la verdad es que se aprende mucho con sus clases, mas allá de compartir mas o menos sus ideas y su tono a veces algo petulante.

Saludos.

PASTOR dijo...

¿Podremos relacionar dicha maldición con los dispares derroteros de Batistuta y Latorre? Me acuerdo cuando migraron juntos a Fiorentina en el 92...

Mari Pops dijo...

estoy de acuerdo en evitar los fundamentalismos y que el pensameinto debil es el que lidera
Pero, no entiendo lo de las torres? no dejan construir torres o algo asi?

(parezco Minguita, vio?)

La herida de Paris dijo...

Pastor, la verdadera maldición de La-torre es tener que bancarlo como comentarista.

Mary hay una gran polémica con el tema torres en estos días en la ciudad, en realidad con todo lo que se refiere a la construcción de edificios.

Soy parte involucrada en el tema, y trato de apotar lo mio, tratando de que mi interés no me haga perder demasiado la objetividad.

Saludos.

Carlos G. dijo...

De acuerdo con el post.
Tengo cierta aversion a los "ismos", en la medida en que representan una posición unívoca y terminante sobre un tema en general, impidiendo el análisis de casos particulares.
Cuando se habla de "conservacionismo" siempre vuelve a mí el recuerdo de las reacciones que la construcción de la torre Eiffel tuvo entre el mainstrean parisino de la época.
Como sabemos es, desde hace mucho, el símbolo por excelencia de Francia y su capital.

La herida de Paris dijo...

Carlos: Los "ismos" deberían ser plataformas a partir de los cuales pensar y no lápidas para clausurar las ideas.

Me llamó la atención en estos días, después del trágico accidente del gimnasio, como se referían al edificio cuya excavación provocó el derrumbe como la "torre", cuando se trataba de un edificio entre medianeras.

Evidentemente la palabra "torre" ha ganado un fuerte contenido negativo.

Saludos.

Carlos G. dijo...

Así es, y una vez más, cuando en los medios se tratan temas de los cuales uno tiene algún conocimiento, podemos verificar la falta de seriedad y de conocimiento con que se tratan las cosas.
¿Será igual con lo que no conocemos?
En este caso, además, se mezcla lo que ocurrió con el deseo de los vecinos de que se denieguen los permisos de nuevas construcciones, con el deseo de encontrar culpas en la jefatura de gobierno, con el jefe de gobierno anunciando la suspensión de la matrícula del profesional interviniente sin que medien pericias ni acción judicial alguna, etc. etc.
Así es muy difícil.

La herida de Paris dijo...

Es verdad cuando las noticias ponen foco en algún aspecto de la realidad que uno medianamente conoce, asusta.

Saludos.

Estrella dijo...

Te copio esta novedad, debe de ser interesante:

"La ciudad letrada, Ángel Rama
(Tajamar editores, 195 págs.)

Con envidiable rigurosidad y una prosa clara y desprovista de tecnicismos inútiles, Rama explica cómo las ciudades de la región han sido diseñadas buscando preservar cuotas de poder. Sin lugar a dudas, la reedición de este provocador ensayo -ausente desde hace años en las librerías nacionales- merece ser destacada".

(Del blog Eterna Cadencia... creo).

La herida de Paris dijo...

Gracias Estrella, tomo nota y agrego a la infinta lista de cosas por leer.

Saludos.

Magda dijo...

Qué maravilloso compendio de torres has hecho, y es que estas arquitecturas son tan bellas como interesantes: torres de asedio, torres de defensa, faros, de Babel, dibujadas en papel, formando castillos de arena...

En la plaza España, en Barcelona, están las llamadas torres, que son copia de las torres venecianas. Cuando de adolescente leí el libro "Las dos torres" perteneciente a la trilogía de "El señor de los Anillos" me imaginaba, pasando entre ellas, que estaba en el mundo de Aragorn y los hobbits.

Algún poder deben tener para fascinarnos así.

La herida de Paris dijo...

Gracias Magda por tu aporte poético, que suaviza lo que a veces es una polémica ardua. No otra cosa se podía esperar de una artista.

Saludos.