Hace como diez años me decidí a leer Ser y tiempo. Fue como escalar el Everest en remera y zapatillas. Una empresa imposible condenada al fracaso desde el principio, pero contra todo pronóstico llegué a la cima de sus 470 páginas de la edición Del Fondo, con traducción hermética de Gaos . Fue una cumbre vacía, no pude alcanzar desde ella ningún horizonte y tampoco pude extraer demasiado de tan arduo recorrido. Decir que no entendí nada es decir poco.
Me consolé pensando que el alpinismo es siempre un esfuerzo inútil, se trata en suma de subir para después bajar. Sin embargo, lo que ha sido fructífero, y confío lo seguirá siendo, es el recuerdo de ese viaje. Los esfuerzos suelen ser valorados postreramente. Con los años he rodeado esa montaña infinidad de veces, acompañado de guías diversos, que me han abierto la mirada hacia esas alturas por donde alguna vez anduve. El poder decir “yo estuve allí” fue sin duda motivo de orgullo y también fue reconfortante volver sobre esas páginas subrayadas con esmero y algunas veces con rabia, contra las severas limitaciones de mi entendimiento.
Lo primero que se experimenta con la lectura de Heidegger es su densidad. Su consistencia es como la de una sopa espesa cuyo sabor nos rechaza, pero que bebemos con la intuición de que será nutritiva. La dificultad del lenguaje constituye un verdadero rompecabezas para los traductores, que aún discuten sobre la elección de los términos adecuados de su término clave: Dasein. Queda la sospecha de si todo no podría haberse dicho de manera más fácil. Si, como decía Ortega, la claridad es la cortesía del filósofo, Heidegger es ciertamente un maleducado.
Superada esta primera y no menor dificultad, se crece en la certeza de estar frente una sustancia de riqueza incomparable. El texto comienza solemne con la célebre denuncia del olvido del Ser. Hemos olvidado lo fundamental, nos amonesta Heidegger, y nos hemos perdido definitivamente. Para intentar el regreso es necesario desplazar nada menos que al sujeto entronizado por Descartes. El hombre y el mundo ya no son dos realidades enfrentadas, sino una sola única realidad indisolublemente entrelazada. Como los mobiles de Calder, el hombre de Heidegger llega al mundo como si sobre su cabeza llevara una de estas esculturas. El mundo está frente a él, pero conectado de manera que de algún modo reproduce sus movimientos, formando hombre y mundo una unidad tentacular.
Cómo el hombre se presenta ante este mundo que lo condiciona y al que él mismo condiciona es el desafío que enfrentamos. Cómo hacerlo sin caer en la trampa de la tecnología que pretende dominarlo y sin huir hacia una existencia inauténtica, sometidos a los mandatos del Uno. Cómo, en definitiva, aceptar nuestra finitud y nuestro destino de “ser para la muerte”.
La filosofía de Heidegger, al menos la del primero, porque hay varios sucesivos, nos sumerge en un mar de peligros desde donde es necesario emerger a una vida auténtica. Un mar extremadamente rico de peces donde muchos han pescado y seguirán haciéndolo. El hombre que resulta de esta experiencia es en su tarea imponente, aunque adolece de la sequedad que ofrece todo existencialismo. El esfuerzo de vivir bajo su imperio se asemeja al necesario para emprender con su lectura.
El pensamiento de Heidegger representa quizás la cumbre de lo que la filosofía puede alcanzar sin el auxilio de la trascendencia. Es mucho, pero al mismo tiempo, es definitivamente poco.
8 comentarios:
Leerte es como caminar sobre las dunas de engañosa blandura.
Vos escalaste el Everest y yo terminé con dolor de patas y arena en los bolsillos.
Quiero decir que siempre, me llevo algo de aquí.
Beso enorme y buen descanso!
Pavada de huesito, mis respetos a Ud. por el enorme desafío. Yo me empantané con "Was heisst denken", (Qué significa pensar), y eso que es un opúsculo en comparación.
Sobre Heidegger "hombre" sí me animo a recomendar "Un Maestro de Alemania" (de Rüdiger Safranski, editado por Tusquets), una biografía e interpretación de sus distintas etapas filosóficas, bien documentada.
Sé que además de la de Gaos hay al menos una traducción alternativa de "Sein und Zeit", hecha por un chileno (se me escapa el nombre), que puede bajarse de la web en formato pdf.
Oppi, creo comprenderte. Como ser ahí medianamente aficionado a la filosofía que soy, me ha ocurrido toparme con textos ilegibles.
Pero también hubo ayudas. Respecto a Heidegger me sirvieron mucho dos textos -tal vez ayude la referencia-: el famoso Principios de filosofía, de Carpio y La palabra inicial, de Hugo Mujica. En el primero se atienden cuestiones de vocabulario técnico e historia de la filosofía; en el segundo se señala el diálogo del filósofo con su época, que también es la nuestra, con un lenguaje sutil y amable, digno de agradecer.
abrazo
Condesa, espero en un poco mas de un mes, si Dios quiere, ser yo el que esté caminando por las "dunas" de Miramar.
Rob, yo mas que empantandado terminé mas de una vez en la banquina. Me anoto las recomendaciones y reafirmo mi envidia por el alemán.
Fred gracias por tus sugerencias, sin duda el camino de la filosofía para los legos como nosotros, nececita de muletas para avanzar.
Abrazo.
Odio empantanarme. A veces insisto, pero otras tiro la toalla. Prefiero leer ese tipo de textos con ayuda (pienso en Oscar Cuervo, especialista en Heidegger). Cuando lo hago sola, tengo esa misma sensación, opi. Y a veces, solo a veces, siento esa epifanía, esa sensación de comprenderlo todo, hasta que zasss, se me escapa la punta del ovillo... y el ovilo, todo!
El relato de tu dificultad bien vale la pena. Escribís muy bien!
Estrella, no hay que desesperar, soy de la idea que la cabeza está poblada de puntas de ovillos de sueltos que por azar alguna vez podremos retomar. Aunque sea por un rato hasta volver a perderlos de nuevo.
Saludos.
en la Universidad digeri bastante filosofia. Confieso me importaba poquisimo. Con los anios me di cuenta de su importancia. Ahora cuando ocasionalemente leo algo de filosofia lo tomo como instrumento , como un par de cristales para entender/me frente a lo que me rodea
Saludos y que disfrute Miramar, lugar que amo
mary la filosofía como instrumento óptico, de eso se trata para mi también, aunque a veces no es fácil hacer foco.
Saludos y gracias por tus buenos augurios para Miramar, aunque todavía falta un mes y un concurso enorme por entregar antes de Navidad.
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