lunes, 9 de septiembre de 2013

EL MUNDO SEGUN YAYOI




La historia del arte se puede resumir como el camino que va del representar al presentar. 
Hasta la modernidad se recorre la primera etapa y el arte vuelve a presentar la realidad, sea esta la Historia Sagrada, una batalla, un príncipe o un paisaje. El arte duplicaba lo que todos veían o, al menos, la realidad que estábamos capacitados para ver.

Cuando en un segundo momento surgieron modos nuevos, y más exactos, para duplicar la realidad, el arte se desplazó hacia objetos pertenecientes a otros estratos de la realidad. Se pueden incluso representar cosas que nunca hemos visto, imágenes de nuestro interior, como los sueños (surrealismo) o los sentimientos (expresionismo). Pero, en definitiva, no importa de dónde provenga esta realidad que presentemos, sea objetiva o subjetiva, siempre se trata de una representación de algo.

Desde la modernidad, el arte no se representó más que a sí mismo, es decir “se presentó”. Un cuadro no era más que esa superficie coloreada que veíamos delante de nuestros ojos. “Lo que ves es lo que ves” según la conocida sentencia de Frank Stella. Aunque se pueda discutir cuánto esto sea posible si el mundo es, como quería Schopenhauer en su extrema interpretación de la filosofía kantiana, solo representación. La posibilidad de que algo sea en sí mismo, esa es otra discusión que corresponde más a la metafísica que al arte.

Parece difícil, si no imposible, escapar a esta lógica de presentación – re – presentación. No sé cuántos artistas han podido colocarse fuera de ese círculo, pero una de ellos,  sin duda, es Yayoi Kusama. 


Su obra no responde a una representación de algo, ni a la presentación de un objeto nuevo, sino que obedece a otro tipo de mecanismo, que podríamos llamar “proyección”. No es que las cosas, reales o abstractas, se materialicen a  través del trabajo del artista, sino que es la visión del artista que se proyecta sobre las cosas, para convertirlas en otras.


El modo como este mecanismo es puesto en movimiento es sin duda arrollador y con gran eficacia se muestra en la muestra del MALBA por estos días. No importa qué sea lo que se proyecta sobre las cosas. Si los clásicos lunares, que llevaron a esta artista a la fama, o los fideos o bien aquellas mórbidas formas fálicas. Lo que importa, a mi juicio, es el modo como esta visión irrumpe, suavemente o con violencia, y se apodera del mundo, imponiendo su forma sobre las cosas, sin que estas pierdan su identidad original.


Es en esta visión proyectada sobre las cosas que nos rodean en donde, para mí, radica la esencia de la obra de la artista japonesa. Y esta idea es la que resulta muy bien expresada aquí en Buenos Aires, mérito que recae, creo, en gran parte sobre el curador de la muestra. La visión de Kusama se expande y sale fuera del ámbito del museo, proyectándose por sus alrededores, sobre los dóciles jacarandás de la vereda y también sobre la parada del colectivo.


A los visitantes se les reparten stickers de lunares coloridos para que los apliquen en uno de los espacios, de manera de convertirlo en una parte de la exposición, participando del “método” de la artista. Sin embargo, para mi sorpresa, advertí que muchos de ellos pegaban los lunares sobre distintas partes de su cuerpo, convirtiéndose de este modo en esculturas móviles. Sin duda que con esta actitud, totalmente fuera de programa, mostraban haber comprendido en modo acabado lo que yo con esfuerzo trato de explicar en estas líneas. 


Incluso ya fuera del museo, en el vecino shopping, un auto “lookeado” con lunares rojos me hizo pensar que el mundo estaba cerca  de ser completamente “yayoizado”. 


Visión totalizadora que recrea la encantadora “Infinity Mirrored Room”.


Decía Kant que si uno se pone anteojos con lentes rojos, verá el mundo indefectiblemente rojo. La realidad del mundo era, para él, en sentido estricto, lo que nuestros mecanismos de percepción permiten que sea. Ellos no captan una realidad ordenada, sino que ordenan lo que sin ellos es un caos inescindible. Kusama presenta el mundo como ella lo ve a través del particular engranaje de sus sentidos. De esta manera, su obra pone en duda la veracidad de los nuestros, que damos en general por descontados. Sembrar una saludable duda sobre nuestra percepción es una de las funciones clásicas del arte.


Es sabido que hace más de treinta años Yayoi Kusama vive internada, por propia voluntad, en un hospital psiquiátrico. Su obra entonces también permite pensar la posibilidad de que el mundo no sea como nosotros lo vemos, sino como lo ve ella.


En definitiva, preguntarnos sobre si los locos son los que están dentro del manicomio. Y eso es siempre una pregunta inquietante, que el arte formula con singular eficacia.


3 comentarios:

Mary Poppins dijo...

con la profundidad que te caracteriza Opi ...

Tambien la vi. Confieso que ofreci cierta resistencia ante el marketing callejero y las colas infinitas.
Finalmente entre una semana mas tarde.

Primero decir que me sorprendio una nota de La nacion que comentaba que por esta muestra pasaron aproximadamente una 200 mil personas!!. Me pregunto que paso??, ademas de un fabuloso marketing y de la gestion del curador de la obra

Confieso haber prejuzgado, en mis intentos de visitas previas, de tantos lunares. Conocia de Kusama solo eso.

Me conmovio lo que es menos conocido de ella: la primer sala, el periodo de Kyoto. Me dejo una impresion fabulosa.

Luego senti que, desde la saturacion y asfixiante repeticion de elementos : los macarronis , los falos, etc) no pudo comunicarme mas que de lo mismo.
O tal vez fue mi dureza que no me permitio ver mas alla

Igual valio mucho la pena

saludos

La herida de Paris dijo...

Mary, coincido yo también lo que disfruté mas, en sentido estrictamente estético (es decir con los sentidos), fue el período de Kyoto.

En cuanto a la relación entre arte y marketing, da para mucho. Pero creo que una de los mayores logros de esta moderna disciplina es hacer creer que todo fenómeno que escapa a nuestras predicciones, es producto del marketing. Sea Yayoi o el Papa Francisco.

Saludos.

Mari Pops dijo...

uyyy como me gusta este papa!!!
saludos Opi