sábado, 29 de noviembre de 2008

Post Hegel

Hay obras que intimidan por su tamaño, y este uno de los casos. Sin embargo lo que más temor me produjo al enfrentarme a ella, no fue tanto la dimensión, sino su acabamiento. Su pensamiento es una cima que fue alcanzada trabajosamente, partiendo desde las geométricas praderas cartesianas. Dos siglos de un peregrinar con pasos temerosos al principio, pero que sobre el final construyeron un edificio de una solidez desconcertante. Una montaña que se llamó idealismo y de la que él fue la cumbre.

No me animé a ingresar por la puerta principal a este gigantesco palacio de la razón todopoderosa. Temí quedar desamparado bajo las inmensas cúpulas de sus salones, sin duda desproporcionadas a mis posibilidades de entendimiento. Preferí entonces esa puerta un poco lateral llamada estética y desde allí comencé el intento de abrir una pequeña brecha en ese bloque monolítico. Después vinieron las obras en donde Hegel, desde su cátedra, se hace más accesible al profano. Seguí fielmente, como un alumno esforzado, sus Lecciones de filosofía de la Historia y luego la de su especular Historia de la filosofía. También recibí el apoyo de algunos textos, que fueron como posadas para un caminante, donde un baquiano nos explica el paisaje recién dejado trabajosamente atrás.

Algún día me decidiré por ir a conquistar el centro de su ciudadela, la Fenomenología del Espíritu. Compré un buen ejemplar hace algún tiempo que desde el estante de mi biblioteca me mira desafiante, cada vez que paso rumbo a la cocina. Tarde o temprano le llegará su hora, pero aún no me siento del todo irreverente para cometer esa osadía. Le temo al fracaso.


En Hegel lo primero que sobresale es el sistema, como en esos edificios que acusan la estructura que lo sostienen. En él, todo lo que le sale al encuentro se va trabajosamente reduciendo con un complejo dispositivo llamado dialéctica que es como una matriz donde todo encaja, aun a costa de forzar algo las piezas. Ya se sabe que hay un precio a pagar para que las cosas “cierren”, y el precio es alto si lo que se trata de cuadrar es el Universo. Hegel es a la filosofía lo que Bielsa al fútbol. Ambos corren el peligro que tiene los enamorados de los sistemas. Un disparo por sorpresa que lo haga tambalear, como aquel tiro libre sueco.

La criba de la dialéctica, pone al mundo bajo la monarquía de la razón. Triturados por ella, el hombre y Dios se confunden al punto de perder ambos su identidad. El resultado es un hombre agigantado y un Dios empequeñecido, ambos inservibles para la vida. Desde allí arranca la crítica a su sistema enarbolada en direcciones opuestas por Nietzsche y Kierkegaard. Mas allá de ello, es un hecho que toda la filosofía posterior a Hegel no ha podido eludir medirse con su sistema.

Sin osar confrontar con él, prefiero anotar que, además de instructivo, resulta edificante leerlo porque su fe en el hombre y en su libertad como agente creador no claudica jamás, y ella se impone regular y tozudamente por sobre la necesaria naturaleza. En tiempos en que con tanta culpa nos enfrentamos al mundo es reconfortante alguien que haya pensado que el hombre no era el problema sino la solución.

En sus páginas nunca deja de entreverse la conciencia de una victoria final de las fuerzas del Espíritu, y un sentido de la historia que camina inexorable y con paso sostenido hacia su apoteosis. Y enseña que este optimismo no fue tejido desde la comodidad de su cátedra, sino bajo la tenue luz de una vela, en una pobre habitación de servicio, donde el joven Wilhelm intentaba desasnar a los hijos de un oscuro noble suizo. Allí se forjó este antídoto, que si bien puede resultar excesivo, se levanta aún con una solidez conmovedora contra todas las fuerzas detractoras de la humanidad que recurrentemente apuestan a su fracaso.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿quisiste decir "especular Historia de la filosofía"?
¿"especular" por "espéculo" o es "espectacular"?
por "acabamiento" tuve que ir al Panhispánico de dudas y siempre se aprende algo nuevo;
con tu analogía de Bielsa me mataste;
muy buen laburo, tenés curiosidad y coraje, su no fueras de Boca te felicitaría.

La herida de Paris dijo...

Especular, por espejo, referido a los títulos de sus lecciones "Filosofía de la Historia" e "Historia de la Filosofía". Un término ligado a la simetría, incluso al comando de "autocad": "mirror". Deformación profesional que le llaman.
En cuanto a "acabamiento", es un término que usa mucho mi director espiritual, agustino y filósofo. Se ve que se me pegó.
Por último a Marcelo lo extraño.
Saludos y gracias por la atenta lectura.

Anónimo dijo...

Siempre me gustaron los Jesuitas (mucho mas después de ver La Misión). Una de mis primeras intervenciones públicas fue terciando en un debate entre Mons. Bonet Alcon e Ignacio Perez del Viso a quien volví a ver hace poco tiempo (un adorable jesuita). Espero que en el juicio final me toque PV y no BA, porque con él no paso el exámen :)
Fue muy instructivo el debate; BA me condujo a Chesterton y siempre se aprende. Abrazo.

Estrella dijo...

Y ahora con Deleuze... a esta altura del año, muy valiente lo tuyo. Ya lo dijo janfi, curiosidad, coraje y talento para dibujar!

marmottan dijo...

Exquisitos sus dibujos.
Mis felicitaciones.

La herida de Paris dijo...

Un fin de año con poco laburo, deja bastante espacio para el esparcimiento, aun para Deleuze. Filosofía y garabatos, siempre mejor que deprimirse.
Saludos, gracias por pasar y por las felicitaciones.

Anónimo dijo...

Estimado amigo
Soy Pablo Pazos y leí tu comentario en la lectora
Si bien el horario es de 10 a 20 hs de lunes a viernes y de 10 a 13.30 los sábados,suelo estar bastante más
El TE de la librería es 5258-8801,llamame cuando tengas ganas de pasar y te esperaré con gusto
Atte
Pablo PAzos

La herida de Paris dijo...

Pablo, gracias por la visita virtual, te debo una "real" por la librería. En cualquier momento.
Saludos.