lunes, 6 de abril de 2009

Sobre “Resolana”

Las viejas máquinas de fotos no eran “réflex”. Yo tuve una “Kodak Fiesta”. Es decir que lo que uno miraba por esa pequeña ventanita lateral para sacar la foto no coincidía con lo que “veía” el objetivo de la máquina. Ésto no traía problemas siempre y cuando la distancia del objeto a fotografiar fuera prudente. En cambio la cercanía ponía en evidencia el desfasaje de ambas miradas. Técnicamente a este defecto se lo llama “error de paralelaje”, y se lo podría definir como la fatal consecuencia de una proximidad excesiva.

Una novela impone siempre al lector un ejercicio de imaginación. Un esfuerzo por tratar de construir un mundo que se despliega detrás de las palabras. Es un trabajo arduo y personal, y en él anida la desilusión que tenemos cuando vemos en el cine un libro que leímos. Soportamos con dificultad ese mismo mundo construido por otros. Paris jamás podría tener la cara de Orlando Bloom.

Sin embargo este procedimiento normal al que obliga la literatura queda anulado para mí en el caso de “Resolana”. La construcción del mundo que propone el libro se me hace imposible por una sencilla razón: yo estaba allí, fui y soy aún parte de él. El desconcierto es grande, ya no hay nada que construir, sino que la lectura, más bien, se transforma involuntariamente en un ejercicio de verificación.


Después están los prejuicios, que los tenía y muchos. Prejuicios sobre la literatura en general, sobre la psicología en particular, y sobre el dolor, siempre. Y también los miedos, primero a que no me gustara y después, a tener que mentir “piadosamente”, con el método humanísimo bien descripto con detalle en el libro. Pero a medida que pasaba las páginas la tranquilidad me ganaba. No habría por qué apelar a la falsedad.

En Resolana lo que a mi juicio domina el relato es su continuidad. Hay un fluir constante de las palabras que parecen salir de un mágico tubo de pasta de dientes apretado con extrema pericia. No hay detenciones, ni repliegues, ni enrosques, todo avanza decididamente pero sin monotonía. Un pensamiento que observa el mundo y se expone teñido por un sentimiento primordial: el dolor. Un sentimiento no del todo explícito, si no que se expresa a través de un vacío. Un vacío que duele y duele para siempre.

Después está todo lo demás que inunda las páginas, sonidos, sabores, olores, música, poesía y el color, ese rojo del martirio que insiste. Los personajes están delineados con pocos trazos seguros, y se van acomodando con justeza en el universo de la novela sin tomar ninguno de ellos excesiva relevancia, pero tampoco sin ser jamás olvidados. También hay fugas, escapes en apariencia inconexos, pero que completan el cuadro y son como un aire saludable que nos sorprende al abrir una ventana en pleno verano. Y por último de nuevo ese vacío que dejó una ausencia, y es en definitiva el que habla. Resolana es un libro triste, pero de ningún modo amargo. En él no tiene cabida el resentimiento.

Si tuviera que formularle una crítica, esa se referiría a la extensión. A mi juicio debería haber tenido el doble de páginas. No porque la historia en sí lo necesite, sino porque le falta volumen para poder desplegar los múltiples recursos narrativos adoptados. Así como no se puede recurrir a Miguel Ángel para una casa de 200 metros, Joyce, que sobrevuela todo el texto, necesita un mínimo de 400 páginas. Su brevedad es un defecto, quizás una cobardía.

La objetividad es un camino difícil, y en este caso imposible. Al menos espero se me reconozca que hice el intento de olvidar por un rato cuánto me tocaba de cerca esta historia. Que de esto sea testigo íntimo el llanto que acompañó toda su lectura.

12 comentarios:

Estrella dijo...

¿Dónde consigo el libro?
Me gustó lo que leí.

La condesa sangrienta dijo...

La proximidad excesiva no siempre genera igual interpretación de las cosas. La mirada sobre un mismo objeto varía según "el ojo que ve" y creo que ése era el susto que tenías al comenzar a leer.
Habrá resultado tranquilizador leer y leerte, pero tu crítica avanza un poco más y se mete con la Lucía escritora que atrapa con su novela ¡y me entusiasmaste!
Voy a comprarla si la veo y la leeré tratando de encotrar a mi amigo Opi quien, seguramente, no será igual a mi foto.
Beso grande.

Anónimo dijo...

No conozco el texto, pero tu reflexión se parece mucho a una que hizo Dolina anoche, en una reunión por la Ley de Medios (no de miedos....o sí).
Repetió Dolina una alegoría acerca de los espejos: uno mira espejos, y encuentra en ellos bigotes que uno cree no tener, pero se convence de tenerlos. Levanta la mano derecha pero el espejo no lo muestra: descree entonces el hombre haberla levantado.
Algo parecido pero peor pasa con los medios, con los miedos y con la literatura.

Mari Pops dijo...

Confio, si usted la recomienda
Aunque si viera todo lo atrasado que tengo para leer...
saludos

Tu apellido coincide con un profesor que tuve en Familia, algo que ver?

La herida de Paris dijo...

Mary, si podés hacerte un hueco en un día lo lees. En cuanto al profesor de familia, depende de tu edad (que mi educación impide preguntar)puede haber sido mi padre o algunos de mis hermanos
(3), todos dedicados a esa rama del derecho.
Estrella y Condesa, ayer estuve con Lu (la autora / compota) y prometió una intervención para aclarar las dudas en cuanto a la distribución del libro.
MY, mirarse al espejo es siempre arduo, nunca está lo que esperamos encontrar.
Saludos y gracias por el interés.

Mari Pops dijo...

ante el misterio y por las dudas, hermanos!

compotadeesperas dijo...

Estrella: el libro estará en los próximos días en todas las librerías menos el ateneo.

Condesa, el martes me reúno con el editor y le voy a preguntar si llega hasta Mar del Plata. Si no es así, de alguna manera te lo puedo hacer llegar.

Herida, gracias. siempre. Por la lectura, la reflexión y todo lo demás. Comamos semana que viene.

María dijo...

Me gustó mucho. También me hubiera gustado que “durara” un poco más. Lo volveré a leer más despacio, con menos ansiedad, para saborearlo con tranquilidad. No coincido en que es un libro triste. Es verdad, la historia está atravesada por un hecho triste, tristísimo, contado, al principio, desde la mirada de una chica, que no entiende, que se interroga cómo su mundo pudo cambiar tanto, que no acepta las respuestas fáciles, las palabras vacías que, sin querer, le ofrecen los demás, que busca las suyas propias y las va encontrando a medida que va creciendo, como la novela, que se hace cada vez más intensa. El libro es luminoso, colorido, musical. Quizás la clave está en el título (por suerte lo cambiaste, Lu, el otro sí era triste). “Resolana”: re, sol, Ana, dos notas musicales y un nombre que resuena y resonará siempre, aunque el tiempo pase, o mejor dicho, hasta que el tiempo se acabe y el vacío se convierta en respuesta.

La herida de Paris dijo...

Hoy además es 8 de abril.
Beso, Lu, extensivo a tus hermanos.
Vayan despacio.

Estrella dijo...

Estaré atenta, Lucía, me va a encantar leerte.
María, tenés tanta razón con lo del título del libro, Resolana es una palabra amigable, que suena linda con su intercalado de consonates y vocales. Me gustó mucho lo que escribiste!
Saludos a todos los que andan por acá.

Mari Pops dijo...

no habia leido la entrada en forma completa. Digale a su sobrina escritora que tendra otra lectora mas en Julio cuando aterrice por alli

Me conmovio el comentario de Maria

Saludos y felicitaciones por la familia

La condesa sangrienta dijo...

Gracias Lucía, pero no hace falta que te tomes la molestia. El 18 viaja un pariente para MDQ y le digo que lo traiga, si es que aquí no lo han puesto a la venta todavía.
Beso grande para la hermosa familia.