sábado, 20 de agosto de 2011

Crónicas de NYC XI (y última)

Día 11 (lunes): WEST SIDE (Lincoln Center)

Arrancamos en subte hasta Columbus Center, justo hoy 12 de octubre y salimos a la superficie debajo del globo terráqueo metálico que decora la estación flotando sobre nuestras cabezas.


Dejando detrás los edificios que rodean la plaza tomamos Broadway, en busca del Lincoln Center. Con gran ilusión nos dirigimos a este mayúsculo centro de la cultura, sobre todo musical.


Antes de cruzar Broadway y frente al centro atravesamos el Dante Park, con la estatua del magno poeta al que rendimos homenaje.


Lamentablemente el espacio que reúne los distintos edificios está sufriendo una importante remodelación, pero de todos modos se deja ver bastante. Los edificios que componen el Lincoln Center me hacen acordar en una primera impresión a la arquitectura del EUR en Roma. Revestidos totalmente en travertino presentan un aire adusto que poco se condice con su musical propósito. Se disponen geométricamente alrededor de la Josie Robertson Plaza, que cuenta con una fuente redonda en el centro, ubicación enfatizada por el dibujo del solado.


El que cierra el espacio por el fondo es uno de los mayores templos de la lírica, el Metropolitan Opera House, con su particular fachada de arcos de medio punto. A ambos lado del mismo se encuentran otros dos gigantes: el Avry Fisher Hall a la derecha, sede de la Filarmónica de New York, y al otro lado, el New York City Opera, sede del New York City Ballet, diseñado en formas más modernas, aunque sin perder la atmósfera del conjunto, por Phillip Johnson y John Burgee. Este último edificio, también conocido como David H. Koch Theater, cuenta en el interior con importantes obas de arte, entre ellas una de la serie Numbers de Jaspers Johns y la escultura de Elie Nadelman, Circus Women.


El edificio de la ópera fue inaugurado a mediados de los años 60 y su interior no se corresponde con lo que su fachada promete. A las formas rígidas de esta le suceden las curvas vertiginosas de inspiración barroca que componen el hall, enfatizadas por las escaleras redondeadas. En el medio de este espacio cuelga la famosa araña Sputnik que, recientemente restaurada, luce impecable con su forma de un agradable modernismo algo retro. En el hall de múltiple altura se encuentran también los dos espléndidos murales de Chagall, en tonos azules: el denominado Sources of Music y el rojo Triumph of Music. Luego de observar el lobby nos perdemos un rato en la tienda del teatro, repleta de artículos para los amantes del género.


Saliendo fuimos hacia la Hearst Plaza ubicada a la izquierda del edificio de la ópera. Las fachadas de laterales Metropolotan tienen un aire más propio del estilo internacional, compuesto por una apretada sucesión de placas de travertino dispuestas perpendiculares a la fachada.


Lamentablemente el espacio de la plaza estaba sufriendo remodelaciones, confiadas al estudio FXFOWLE Architects, uno de los más importantes de la ciudad. Solo una pequeña parte de las obras estaban ya terminadas, se apreciaban zonas verdes cuidadosamente diseñadas y un singular y largo banco que tomaba en su desarrollo diferentes formas para permitir distintos usos. No pudimos ver el espejo de agua donde se encuentra la famosa Reclining Figure de Henry Moore, ni tampoco el “stabile” de Calder: La Guichet.


Cierra el espacio de la plaza por el fondo el Vivian Beaumont Theater, obra realizada en 1965 por el finlandés Eero Saarinen, que se destaca por las enormes luces de la fachada salvada por una viga que apoya con un finísimo detalle en columnas de sección cuadrada.


A la derecha del edificio y cruzando la 65th St. aparece la imponente Julliard School, uno de los conservatorios de música y arte dramático más importantes del mundo. El edificio original fue diseñado por el arquitecto Pietro Belluschi en un impecable estilo brutalista. Ahora ha sido recientemente remodelado, dentro del proyecto que comprende la reconversión de todo el Lincoln Center por FXFOWLE. El nuevo proyecto se luce sobre todo sobre Broadway Ave. con una fachada de vidrio que parece flotar en el espacio.


Terminada nuestra visita al Lincoln Center, arrancamos a caminar por Columbus Ave. en busca de Isabella´s, restorán del que teníamos referencias en la esquina de la 77th St. Aprovechamos para caminar y tratar de captar el estilo particular del West Side. Aquí todo parece meno lujoso que del otro lado del parque, pero de algún modo más genuino.


El restorán no cumple con las expectativas: el lugar, al parecer uno de los clásicos de esta parte de la ciudad, está lleno, pero carece de todo encanto, lo mismo la comida que se sirve.


Terminado el almuerzo salimos a caminar un poco por el Theodore Roosevelt Park que está justo enfrente, dedicado al único nativo de la ciudad que llegó a ocupar la Casa Blanca.


La superficie del parque se encuentra en su mayor parte cubierta por el edificio del American Museum of Natural History, construido en ese lugar en 1874 y ampliado sucesivas veces. El museo es una de los mayores del mundo en esta especie y muestra en forma contundente cuánto se toma en serio la ciencia en este país. Rodeamos el edificio y en la fachada lateral que da sobre el parque nos sorprendemos con la presencia del moderno New Hayden Planetarium diseñado por James Polshek en el 2000. Se trata de una inmensa caja vidriada que contiene una, también inmensa, esfera. Para realizarlo fue necesario demoler el anterior planetario estilo art decó. En el interior de la esfera se cobijan dos teatros y por fuera hay un modelo en escala del sistema solar.



Todo el complejo puede ser observado desde el exterior ya que el edificio se encuentra precedido por una plaza que permite tener una buena perspectiva donde el proyecto se luce.


Del piso de esta explanada, en piedra gris, surgen alternativamente chorros de agua a distintas alturas.


Sin entrar al edificio, seguimos rodeándolo hasta llegar a la fachada principal sobre el Central Park.

Está precedido por una escalinata importante y por una estatua ecuestre de Roosevelt que recuerda su participación en la guerra contra España (1898), que le otorgó una gloria militar ciertamente desproporcionada. En la estatua se lo representa flanqueado por un indio y un africano, para señalar su aporte a la integración de los pueblos en su país. Solo nos asomamos al hall del museo, pero tuvimos que desistir de una visita para la que ya no teníamos tiempo. Una pena.


Tomamos en la misma puerta del museo un colectivo que derecho nos llevó hacia el extremo norte del Central Park, hasta la 110th. St. que marca su final. Caminamos hacia el oeste, bordeando el Morningside Park, que está varios metros debajo de la cota de la calle, como si estuviera en un pozo. Este estrecho valle, escenario de algunas batallas durante la Guerra de la Independencia, separa la zona de Morningside Hills, hacia adonde ahora nos dirigimos, de Harlem. El diseño del parque estuvo a cargo, al igual que el Central Park, de Calvert Vaux y Frederick Law Olmsted.


Ya desde la altura del parque se divisa la imponente estructura gótica del ábside de la catedral de St. John the Divine, que se encuentra sobre Amsterdam Ave. Es la iglesia principal del culto episcopal, o sea los anglicanos de Estados Unidos. Se trata de una de las más grandes catedrales góticas, en cuanto a las dimensiones, realizadas en este estilo y fue hecha con el fin de rivalizar con la católica St. Patrick en el centro de Manhattan. El gusto americano por la primacía no se limita a los rascacielos.


El proyecto original es de fines del siglo XIX, en estilo románico bizantino, pero mutó siguiendo los dictados de la moda, hacia sus magnánimas formas góticas en 1909. Recién pudo ser inaugurada en los años 40 y nunca pudo ser terminada en su totalidad, por lo cual recibe el irónico nombre de “Unfinished”. El resultado final tiene la dimensión colosal como motivo excluyente, lo que permite dejar en segundo plano los problemas estilísticos. Entre ellos, la presencia de una cúpula central que muy mal se combina con el estilo gótico.


El sentimiento de frialdad que siempre tienen para los católicos las iglesias protestantes es en este caso aumentado por una dimensión en la cual la calidez se hace inalcanzable. Sin embargo no deja de ser conmovedora la fe sin duda necesaria para llevar a cabo una tamaña empresa, como así también la excelente factura de los detalles y en especial la calidad de los coloridos vitrales.

Salimos y vamos por la 113th. St. bordeando el edificio del St. Lukes Hospital hasta Morningside Drive, donde nuevamente nos encontramos con la terraza sobre el parque. Al llegar a la esquina de la 114th St. está la pequeña iglesia católica de Notre Dame, con su pequeño frente neoclásico.


Luego en la 116th St. doblamos a la izquierda para ingresar por una de las entradas principales a la Columbia University.


El campus se encuentre dividido por un eje transversal que continúa la calle por la que acabamos de entrar. A ambos lados se dispone una serie de edificios, todos de una factura impecable que constituyen un espacio de gran jerarquía que transmite una calma sencillamente notable. El plano urbanístico y los principales edificios fueron proyecto de McKim, Mead, & White que imprimieron al lugar un estilo particular que transmite una sólida fe en el poder transformador del conocimiento. Una muestra más, y de un poder concluyente, de lo que significa la enseñanza en este país, quizás el aspecto más evidente de la enorme distancia que lo separa del nuestro. Los espacios en donde se enseña son significativos y elocuentes por demás del valor que se le da aquí a la enseñanza.

Hacia la izquierda y precedida de una impecable extensión verde emerge la poderosa fachada clásica de la Butler Library terminada en 1934, obra del arquitecto James Gamble Rogers, especialista en edificios académicos. Su pórtico de catorce columnas jónicas elevadas sobre un basamento y flanqueado por pequeñas alas de ladrillo es de una sobriedad magnífica. El entablamento recto contiene los nombres de los grandes clásicos: de Homero a Dante, pasando obviamente por San Agustín.


Al otro lado surge el edificio quizás más emblemático y el primero en ser construido en esta nueva sede. Se trata del Low Memorial Library, realizado a partir de 1895 por los autores del plano general, en un estilo que recuerda lejanamente al Pantheon de Roma. A diferencia de este, está precedido por una larga escalinata que realza su perfil y tiene un pórtico en estilo jónico de diez columnas y escasa profundidad. El tambor de la cúpula es alto y permite una gran ventana termal en cada cara, que reemplazan al mítico óculo de su ilustre predecesor romano.

Teniendo como focos estos dos soberbios edificios, se distribuyen los restantes que mayormente adoptan un estilo menos severo, donde domina el ladrillo visto con aplicaciones de elementos del lenguaje clásico. Por el medio de ellos circulan los estudiantes en un clima dominado por un tranquilo silencio. Otra vez nos llamó la atención la gran cantidad de asiáticos entre los alumnos. Recorrimos un poco los espacios entre los edificios, sin entrar a ninguno.


Para la despedida reservamos un último parque, el Riverside Park, que corre estrecho, paralelamente al Hudson River. Fue diseñado también es este caso por Frederick Law Olmsted y tiene un dibujo muy variado que serpentea en la angosta lonja en que se desarrolla. El recorrido del parque, gracias a este ingenioso diseño, es continuo y nunca se hace monótono, ya que va ofreciendo distintas perspectivas. Se encuentra ubicado bastante por debajo de la línea de la calle, con lo cual se pierde el contacto con los autos, que cada tanto reaparecen durante el recorrido sin jamás interrumpir el paseo. Por lo demás, la constante presencia del río ofrece una singular vivacidad al paisaje.

El parque tiene a lo largo de su desarrollo algunos puntos de atracción. A la altura de la 93th St. se encuentra la estatua ecuestre de Juana de Arco, obra de Anna Hyatt Huntington, realizada en 1915. Más adelante, casi al finalizar el parque llegando a la 72th St. encontramos también una escultura de la magnífica Penélope Jenkcs. La obra de 1996 representa a Eleanor Roosevelt, mujer de Franklin Delano, y como tal primera dama de los Estados Unidos, cargo que ejerció con un particular compromiso.
Ya con las últimas luces del día caminamos por Broadway hasta el hotel. El tiempo se acabó, es hora de volver a casa.

2 comentarios:

Mari Pops dijo...

cacho e' viaje!!!
Mi amiga Maria salio hoy para "the big apple" con todas tus fotocopias
pero me dice: 'yo tambien quiero hacer shopping!!!"

saludos

La herida de Paris dijo...

Esperemos que Irene no haga que se le vuelen las fotocopias. En cuanto al shopping, María después de hacer juntos todo eso que cuento, seguía un par de horas mas comprando regalos y encargos para los (5) chicos. Pero claro se trato de un caso de una persona con resistencia extrema, basta pensar que me aguanta a mi hace casi 25 años.

Saludos.