lunes, 10 de diciembre de 2007

Canción de Bajo Belgrano

("Bajo Belgrano", Luis Alberto Spinetta)

La mañana
lanza llamas
desde su herida, débilmente,
caleidoscopio de ciudad y vos tan sólo, tu ropa está vacía…
tan lejos del hogar estás
que todo sueño duele más
y ya no hay forma de recomenzar.

Los gorriones
se suben a todo armiño luminoso,
tango de caras
organillero distinto,
sentado en la avenida
y ya nadie te escucha nunca.

Desolado el hombre perdido
entre camionetas quemadas,
en aserrín habrán marcado su mirada
como a una huella
y esta siempre se diluye
como ojos, barro, cielos, todo...

Bajo Belgrano, amor ascendente,
es ella quien te busca donde vos no estás
y es que toda tu canción persistirá
siempre, siempre, y hasta en el turbio río...

Horizonte,
litera de casas,
perpetuo remolido
y medida distante
y vos estás tan sólo,
loco, iridiscente,
tu ropa está vacía...
y ya nadie te escucha nunca.

Todos dicen que quizá el amor vuelva un día
si es que este muro se logra derribar.



San Martín es el padre de la Patria. La encarnación de quien cumple su destino en forma acabada. Imagen del profesional que sabe lo que hace, cuáles son los medios que debe utilizar para alcanzar sus objetivos y que, una vez logrados, se retira impoluto de la escena. Belgrano, en cambio resulta de una coyuntura opuesta. Educado para la paz de los escritorios, terminó en los campos de batalla, llevando adelante una tarea enorme que no sentía y para la que no estaba preparado. Es el héroe abnegado que se somete a las circunstancias. Su mitología se apoya más en la creación simbólica que en lo concretamente realizado. La historia con su pretensión de ciencia, prefiere lo real a lo ideal. Es una historia de hechos y por lo tanto ha ubicado en el primer lugar a San Martín y resignado a Belgrano en el segundo.

De todos modos hay una reparación hecha a favor de este último, que llega desde un lugar inesperado. Justicia toponímica. Los héroes nombran lugares, y con frecuencia estos terminan por escribir una nueva historia a veces no desprovista de reivindicaciones. Hay nombres que adquieren una dimensión más grande que los que le dieron nombre. Nadie duda que es más conocida “la” General Paz que “el” general Paz. Algo de esto sucede entre los dos próceres antes comparados. Belgrano es avenida y San
Martín apenas calle. Se podrá traer a colación “Libertador” pero este es un término demasiado vago y pocos se acuerdan que recuerda a don José. Pasando de la línea a la superficie, San Martín tiene los borrosos contornos de un suburbio, Belgrano es un barrio que se siente país.

Como todo país, Belgrano tiene una intolerable aristocracia de barrio y además distintas regiones, con climas y gentes bien distintas. Sus provincias tienen identificaciones de letras que refieren a las frías zonificaciones del Código u otras que hacen referencia a su geografía y a su historia. Está el de las casonas con pretendido aire británico, el de la nueva opulencia de odiadas torres, el moderno “Las Cañitas” con olor a bosta de pura sangre, o la abrupta geografía de las barrancas que recuerdan un río antiguo que emigró mas allá de la autopista. También tiene una historia pequeña pero gloriosa, cuando asolaban los rifleros y Avellaneda salvó la patria, entre las lechugas y calabazas de sus quintas.

Yo me siento un extraño en todas sus provincias, me pierdo entre sus avenidas de sustantivos comunes como Juramento o Congreso y esa de los Incas, que nunca supe qué tenían que hacer allí entre españolísimos virreyes. Además, el túnel de Libertador y su cruce demasiado tangente a las vías me provoca una instantánea pérdida de la orientación. Si Belgrano es un país como pretende, para mí es uno de los más extraños, una Cólquide sin oveja dorada. Como si la “Filcar” donde busco sus calles fuera un antiguo mapa de pergamino gastado.

Pero todo continente tiene su patio trasero. Un pequeño arrabal olvidado, un fleco deshilachado, que se desprende de la vistosa tela. Siempre hay una parte del vestido, por más pretencioso que este sea, que se arrastra contra el suelo. Es en esta lonja, llamada con desdén altanero “bajo” Belgrano, en donde se posa la mirada tierna del poeta. Una mirada que eleva lo mirado con un “amor ascendente” que redime. No es la oda que celebra lo ya enaltecido, sino aquella que pone su atención en lo rastrero para rescatarlo de su condición. Una descripción enumera arquetipos, que aparecen nítidos bajo el siempre revelador sol matutino. Todo lo señalado tiene la marca de lo inútil, de lo que nadie escucha, de lo arrumbado como en una gigantesca baulera urbana.

Pero todo no se acaba en esta dura visión que proponen estos versos. La fuerza de estos radica en la confusión que se produce entre el objeto evocado y el sujeto evocador. La distancia entre estas dos realidades se anula para dar lugar a aquel ser-en-el-mundo que fraguara el pensamiento de Heidegger. El barrio y su habitante se confunden en una simbiosis perfecta y comparten su destino de seres condenados a unas orillas áridas, que tienen del agua solo el recuerdo del “turbio río”.

A las referencias a los objetos se suma el fantasma de las ropas vacías de un hombre que camina tan desolado como las cosas que encuentra a su paso. Es la queja de todo existencialismo y su sentimiento de extrañeza frente al mundo donde fue arrojado. Un mundo que es su barrio y un barrio que es él mismo. Bajo Belgrano se convierte así en una experiencia existencial, pero también en el lugar desde donde partir siempre para comenzar de nuevo. Recomenzar.

El final trae la superación de todo existencialismo, que consiste inexorablemente en una trascendencia. Con la llegada del amor que rompe el encierro, el hombre puedes superar sus circunstancias. De todos modos, esta llegada debe contar, para hacerse efectiva, con la colaboración del hombre-barrio. Llega la hora de derribar los muros. Manos a la obra.

5 comentarios:

facundo dijo...

Herida de Paris:
Alguna vez dio una devolución Spinetta con respecto a estas interpretaciones, o está enterado de este portal?
Por cierto es interesante y necesario para "nosotros" los "entendidos" de Spinetta, profundizar la letra de éste, gracias a vos por este trabajo.
Gracias!

La herida de Paris dijo...

Facundo, no creo que Spinetta esté enterado.
De todos modos te aclaro que no son interpretaciones, si no simplemente cosas que a mi me ha sugerido su poesía. No pretendo saber que quiso decir Spinetta, pero estoy seguro que no es lo que yo digo.
Gracias a vos por pasar y dejar tu comentario.
Saludos

facundo dijo...

Pero no me podes asegurar que en algun inconciente muy lejano o cercano, en el "espacio" del cerebro.. Brain!! se le haya pasado una tinta de lo que vos mismo escribis..
Gracias por la aclaración, la verdad que no escuché a spinetta, asi que lo voy a empezar a hacer, porque lo que escribis es muy bueno.. y si sale inspirado del flaco te aseguro que alli sera el destino de mi alma..

La herida de Paris dijo...

Empeza a escucharlo ya. Te espera un mundo maravilloso por descubrir.
Abrazo y gracias.

facundo dijo...

Abrazo! en cualquier momento nos volvemos a escribir, gracias...