martes, 9 de octubre de 2007

Roma en seis días

Por Arq. Opi Mazzinghi

0. INTRODUCCIÓN BREVE

Roma fue fundada más o menos hace 2700 años, con lo cual parece una tarea imposible pensar que en una visita de seis días se pueda comprender algo de ella. Sin embargo, podemos animarnos con la idea de que el universo fue también creado en el mismo lapso de tiempo y lanzarnos con decisión en esta empresa.

Junto con el corto espacio de tiempo disponible, Roma presenta, además, algunas otras dificultades que pueden entorpecer nuestra comprensión. Es una ciudad caótica, con un transito infernal, una atención al turista regular, y bastante sucia y desaliñada (aunque parece que bastante mejorada en este aspecto durante los últimos años).

Sin embargo, con toda seguridad, detrás de esta imagen, que a veces puede parecer poco alentadora, se esconde una ciudad de valor y belleza incalculable. Hago esta advertencia porque he visto a muchos turistas fracasar en su visita a Roma, por no poder ir más allá de estos aspectos que, aunque negativos, no dejan de ser superficiales.

Existe también otra dificultad, de un carácter más profundo, que también me parece útil señalar, y esta consiste en que los 2700 años a los que hacía referencia al principio se presentan todos juntos en el mismo lugar sin demasiado orden ni lógica. Roma no es como otras ciudades europeas que presentan zonas definidas, como una ciudad antigua, una barroca, una moderna, etc., sino que en ella conviven simultáneamente todas las épocas. Esto, que puede ser visto como algo negativo, es lo que le da a la ciudad el carácter tan especial que la misma tiene.

Para sortear esta última dificultad, me parece indicado tener un mínimo de información sobre los distintos períodos, que les pueda permitir moverse en este intrincado laberinto de épocas superpuestas con algunas referencias.

Claro que no pretendo escribir una Historia de Roma, sino señalar a muy grandes rasgos cuatro períodos básicos, que brevemente paso a describir con la esperanza que puedan servir como guía dentro de la “guía”.



a) La Roma antigua
Si bien abarca desde la fundación (750 a. C.) hasta la caída del imperio (476 d. C.) la mayoría de las ruinas y vestigios que se encuentran pertenecen a nuestra era. La gran zona arqueológica son las excavaciones de los foros, pero se encuentran restos diseminados por toda la ciudad, que aparecen sorpresivamente a cada rato. Dentro de este período, también se pueden considerar las primeras basílicas cristianas, precisamente porque tomaban sus forma de los edificios romanos homónimos.

b) La Roma medieval
Esta es una etapa de decadencia en cuanto a la importancia de la ciudad, que se podría extender hasta el año 1400, aproximadamente. La gran capital del imperio se convierte poco menos que en una aldea. No quedan muchos edificios de estos años y los que hay se encuentran muy reformados en épocas posteriores, lo que los hace prácticamente irreconocibles. Lo más importante se refiere a las intervenciones en la ciudad, que se pueden descubrir en el trazado de algunas calles y plazas. En definitiva, la Roma de este período se encuentra caminando, más que en edificios concretos, y es la más difícil de descifrar.

c) La Roma barroca
Sin duda, es la más influyente tanto en el trazado de la ciudad como en la cantidad de edificios que presenta. Es la época del esplendor del papado, donde convergen hacia Roma los más grandes artistas del momento que, dicho sea de paso, eran de estatura inmensa. Roma se repropone al mundo como capital del mundo si bien en un sentido más espiritual. Es la capital del catolicismo que hace frente a la Reforma, con un gran despliegue de propaganda, que se expresa a través de la construcción de innumerables obras. La historia del Papado también se confunde en estos años con la de las grandes familias de la nobleza. Todas estas han dado a la iglesia Papas que cuando llegaban a serlo, aprovechaban para refaccionar no solo sus palacios sino toda la zona circundante. Por lo tanto, la historia de estas familias está muy ligada con la de la ciudad y por ello, al nombrar los Papas respectivos, nombraré también la familia a que pertenecen de manera que puedan descubrir esta íntima relación.

d) La Roma moderna
Se podría datar el comienzo de este período con la llegada de Napoleón y las tropas francesas que a su mando se apoderan de la ciudad a principios del siglo XIX y proponen para la misma un nuevo plano regulador. A partir de 1860, Roma es capital del reino de Italia, con lo que comienza nuestra última etapa. La misma se caracteriza por intervenciones no del todo felices, como grandes avenidas que destruyeron partes históricas, o edificios públicos de dudosa calidad. Esta etapa también comprende las intervenciones de Mussolini que, preso de un delirio imperial, hizo importantes hallazgos desde el punto de vista arqueológico, pero al mismo tiempo intervino con poca fortuna en muchas zonas de la ciudad.


1. PRIMER DÍA: Roma clásica

• Piazza del Campidoglio
Dónde: Desde piazza Venezia y mirando de frente el horrible monumento a Vittorio Emanuele II (1882), a la derecha del mismo sube la rampa-escalera que nos conduce a la altura del Campidoglio, la más central de las siete colinas de la ciudad. La piazza Venezia, fue la primer gran intervención urbanística del renacimiento en Roma, realizada a partir de la construcción del palacio homónimo, encargado por el cardenal veneciano Pietro Barbo (luego Paolo II) en 1455. Adyacente al palacio se encuentra, para seguir en tono veneciano, la basílica de San Marcos, erigida en el 336, fuertemente remodelada a lo largo de los siglos.

Autor: Miguel Ángel realizó el proyecto para Paolo III (Farnese), pero la ejecución, después de su muerte, estuvo a cargo de Giacomo della Porta, que se ocupó de continuar los trabajos. Estos comenzaron en 1563 en el Palazzo dei Conservatori (lado derecho). Girolamo y Carlo Rainaldi, por orden de Inocenzo X (Pamphili), tomaron a su cargo la construcción del Palazzo Nuovo (lado izquierdo), en 1655. Ambos Della Porta y G. Rainaldi se ocuparon de la remodelación del Palazzo Senatorio (fondo), cuya torre fue erigida por Martino Longhi il Vecchio, en 1578.

Qué ver: La plaza con los palacios que la rodean y el original diseño del piso. En el centro, la estatua ecuestre de Marco Aurelio, emperador de Roma entre los años 161 y 180 d. C. y filósofo estoico; trasladada aquí por orden de Paolo III (Farnese), en 1538, desde el Laterano. La época de Marco Aurelio coincide con una de las más gloriosas de Roma, a partir del sistema de adopción que dio estabilidad institucional al imperio. El proyecto de la plaza comprendió el reciclaje del antiguo palacio existente sobre el fondo, el Palazzo Senatorio, con la creación de la escalera, debajo de la cual se ubica la estatua de Minerva (S. III a. C.). A ambos lados se ubican los palacios gemelos que encierran el característico espacio trapeziodal, que en su lado mayor culmina con la rampa de acceso flanqueada por las estatuas de los Dioscuros.

Nota: El Campidoglio se consideraba en la Antigüedad el centro geométrico de Roma y por ende del mundo. Desde allí se contaban las distancias hacia todos los puntos del imperio. A partir del año 509 a. C. fue inaugurado aquí el gigantesco templo de Júpiter, el más importante de la ciudad. Con la caída del imperio, quedó deshabitado y, lentamente, a lo largo del medioevo fue recuperando su importancia como lugar público, a partir de algunos edificios que surgieron donde hoy se encuentra el Palazzo Senatorio. Finalmente, Michelangelo realizó el proyecto que, haciendo un giro de 180 grados, daría la espalda a los foros, hacia donde miraba en la Antigüedad. El mismo es una de los primeros ejemplos en Roma de un espacio urbano totalmente diseñado por un arquitecto, es decir, pensado, dibujado y luego construido respetando esa idea. La forma del espacio resultante tiene ya una concepción que anticipa el Barroco, por las tensiones que se generan entre los distintos volúmenes. En el mismo sentido está la elección del esquema de fachada unificado a través del orden gigante, y el remate con estatuas y balaustradas.


• Museo Capitolino

Dónde: En ambos edificios gemelos se encuentran diseminadas gran cantidad de obras.

Autor: Los museos se fueron creando a partir de la iniciativa de algunos Papas, que fueron donando algunas obras, quizás con el fin de preservarlas. El núcleo original de los mismos se puede adjudicar a la donación hecha por Sisto IV (Della Rovere), quien en 1471 hizo traer algunas esculturas antiguas desde el Laterano, sede papal en el pasado.

Qué ver: Es la colección de escultura clásica romana más importante del mundo y, de acuerdo al interés que se tenga por este período, la visita puede tener distinta duración. Se ingresa por el Palacio de la izquierda (Nuovo) y, luego de pasar por debajo de la plaza, se sale por al Palazzo dei Conservatori. En este caso, lo importante es llevar una idea de conjunto de lo que fue la escultura en el período clásico, sobre todo si se piensa que este fue el modelo tomado desde el Renacimiento hasta el siglo XIX, lo que incluye al Barroco, tan importante en Roma.

Nota: A pesar de la intención de privilegiar el conjunto, se hará una brevísima nómina de algunas piezas fundamentales. En primer lugar, el original de la estatua que preside la plaza, una de las pocas que nos llegaron de la Antigüedad y, como tal, modelo ineludible para todas la estatuas ecuestres posteriores. Esta fue salvada de la destrucción de los bárbaros porque se creía que el jinete era Costantino. En el primer piso, importante la Venere Capitolina, copia de original griego del siglo III a. C. y en sala contigua la colección de Bustos de emperadores romanos. Pasando ya al otro palacio, la Lupa Capitolina de inicios del siglo IV a. C. tiene valor artístico y simbólico, ya que desde el siglo XV se adoptó como símbolo de la ciudad. Otras obras que señalamos son el busto de Commodo y el famoso Spinario. De edad barroca se señalan, de Gian Lorenzo Bernini (1635), el Urbano VIII (Barberini) y, de Alessandro Algardi, el Innocenzo X (1645). También se destaca, en el patio exterior del Palazzo dei Conservatori, la inmensa cabeza de Costantino, junto a otros fragmentos, como la mano y el pie, provenientes de la estatua ubicada en el ábside de la basílica de Massenzio.


• Santissimi Luca e Martina

Dónde: Pasando a la izquierda del Palazzo Senatorio, se puede observar desde una amplia terraza la totalidad de los foros, divididos al medio por la Via dei Fori Imperiali, querida por Mussolini. Hacia ella se desciende por la sinuosa Via de San Pietro in Carcere para luego encaminarse en dirección al Coliseo. A pocos metros sobre la derecha aparece la espalda de la iglesia, cuyo frente mira hacia los foros.

Autor: Pietro da Cortona, quien fuera, junto a Bernini y Borromini, uno de los iniciadores del Barroco, entre 1635 y 1664.

Qué ver: Muy importante la fachada curva, posiblemente la primera en tener dicha forma, la cúpula y el rico interior, especialmente la cripta, en donde el mismo arquitecto realizó el altar de Santa Martina, en bronce y mármol.

Nota: En origen dedicada a Santa Martina, la misma fue cedida por Sisto V a la Accademia del Disegno, llamada también de San Luca, de donde proviene el doble apelativo. Cuando la Accademia estuvo a cargo del cardenal Francesco Barberini, el mismo encargó a Pietro da Cortona la reconstrucción de la iglesia.


• Área arqueológica Foro y Palatino

Dónde: Siguiendo por la via dei Fori Imperiali en dirección al Coliseo, un poco más adelante, se encuentra el acceso al complejo de los foros.

Autor: El Foro era el lugar público por antonomasia, reunía todas la actividades de la vida urbana, el comercio, la política y la religión. Su origen se remonta al siglo VIII a. C. cuando, después de realizarse tareas de saneamiento (Cloaca Máxima), se consolidó como área pública. Su transformación a lo largo de los años fue constante, pero tomó su forma definitiva con las modificaciones llevadas adelante por César y Augusto. El Palatino, otra de las originales siete colinas que aparece de frente, cerrando el espacio del foro, fue el lugar de la mítica fundación de Roma. Allí se consolidó, en cambio, la zona residencial de la aristocracia romana, donde habitaron reyes, patricios y emperadores.

Qué ver: La visita a los Foros debe estar acompañada siempre de un gran esfuerzo de imaginación, para intentar recrear en nuestra mente lo que fuera este espacio, centro del mundo antiguo, que en algunos aspectos es bastante próximo al ritmo frenético de nuestras metrópolis actuales. Para ayudar a la imaginación, es muy útil tener algún tipo de guía específica que nos ayude a movernos con alguna soltura entre las ruinas.

Nota: En un primer momento, el foro se organizaba en tres áreas bien definidas: sobre la ladera capitolina (donde se inició el recorrido) se ubicaba el Comitium, en donde se desplegaba la actividad política, y la Curia, que albergaba al Senado; opuesto a este residía el Pontífice y las Vestales, determinando una zona dedicada al culto; por último, entre estas dos quedaba un área libre dedicada mayormente al comercio. Esta última fue desplazada paulatinamente por la aparición de las basílicas, edificios dedicados a la administración del Estado. Con la llegada del Imperio, las actividades políticas disminuyeron su importancia, transformando al foro en un lugar fundamental para la celebración y la creación de una memoria histórica. En este sentido, la construcción de los arcos triunfales (Tito 79, Settimio Severo 211 y Constantino 315) es ejemplo de esta nueva función de recordación.


• El Coliseo

Dónde: Saliendo de los foros se retoma la Via dei Fori Imperiali, por donde Mussolini soñaba hacer desfilar las columnas vencedoras de la “Nueva Roma”. La misma termina en el Coliseo, edificio que sintetiza en su forma exterior la imagen misma de la ciudad.

Autor: El Anfiteatro Flavio, como se lo conocía en la Antigüedad, fue encargado por Vespasiano, primer emperador de esta casa. Construido en un tiempo brevísimo (8 años), fue consagrado en el año 80 d. C. El nombre de Colosseo proviene de la colosal estatua de Nerón que Adriano hizo transportar al pie del mismo desde la Domus Aurea.

Qué ver: El exterior, especialmente la zona que se encuentra completa en toda su altura, en la que se puede apreciar la superposición de órdenes (dórico, jónico, corintio y pilastra del mismo en el último piso), tomada después como modelo en el Renacimiento. La estructura es un ejemplo acabado del uso del arco de compresión, uno de los aportes fundamentales de los romanos a la técnica de la construcción, en la que fueron maestros insuperables. El interior exige algún esfuerzo imaginativo, sobre todo para visualizar el plano de la arena que, al faltar, deja ver el sistema de galerías que quedaba debajo del mismo.

Nota: Es redundante resaltar la importancia de este edificio en la historia de Roma. La misma no solamente reside en sus dimensiones, que permitían desarrollar un espectáculo realmente masivo, en el que participaban todas las clases sociales, sino que tuvo un papel fundamental en la política por el uso que del circo, como regulador de los humores de la sociedad, hicieron los emperadores. Destacable también es su significación religiosa, visto que su arena fue regada por la fecunda sangre de los mártires, que finalmente hicieron de Roma la capital de la cristiandad católica. Obediente a esta tradición, el Papa Benedetto XIV (Lamberti 1740-58) lo consagró a la Pasión del Señor y actualmente es escenario del solemne Via Crucis que el Pontífice reza todos los Viernes Santo.


• Foros Imperiales, mercados de Trajano

Dónde: Se retorna por la Via dei Fori Imperiali y, luego de superada Via Cavour, se toma la Via Alessandrina, que divide en dos el área antiguamente ocupada por los foros imperiales. Lamentablemente, las necesidades de la Roma moderna privan al visitante de la impresión que causaría seguramente esta sucesión de espacios. Para ingresar a los mercados de Trajano, se toma por la calle que sube a la derecha, por una escalera que conecta con Via IV Novembre, donde está el acceso.

Autor: La serie de foros imperiales se suceden empezando por el de César (46 a. C.), siguiendo el de Augusto (2 a. C.), después el de Nerva (97 d. C.) y, por último, el más importante de todos, el de Trajano, construido por Apollodoro di Damasco (que lo inició en el 107 d. C.), cuya realización comprendió remover la colina que antiguamente unía el Campidoglio al Quirinale y que tenía la altura que actualmente tiene la Columna de Trajano.

Qué ver: El conjunto culminaba con la Columna de Trajano, uno de los monumentos mejor conservados de la Antigüedad, que corona la estatua de San Pedro, quien tomara el lugar del emperador en 1587. La columna está totalmente trabajada con minutos bajorrelieves que representan empresas bélicas realizadas durante el período en que fuera emperador. La altura de la misma equivale a la colina que tuvo que ser removida para la construcción del foro. Detrás de la columna, a un nivel inferior, están los restos de la parte central de la Basílica Ulpia, que también formaba parte del complejo y que fuera la más importante de la Antigüedad por dimensión. Frente a la columna, se ubican dos iglesias casi gemelas, que conforman el espacio de la Piazza Madonna di Loreto. De estas dos, reviste mayor interés la ubicada a la izquierda, Santa María di Loreto, iniciada posiblemente por Bramante (1522), en estilo del renacimiento romano, y concluida por Jacopo Del Duca (1573), discípulo dilecto de Miguel Ángel, en estilo manierista, en la que se destaca la cúpula. La iglesia de la derecha, Santissimo Nome di María, en estilo tardo barroco retoma los motivos de la anterior (1743).

Nota: Es difícil percibir estos pedazos de espacios públicos, que se presentan desmembrados, como un todo. Sin embargo, una excepción ocurre con el complejo que se despliega ni bien ingresamos, conocido como “los mercados de Trajano” y que forma parte del foro del mismo. El buen estado en que se encuentran sus ruinas permite recrear en forma eficaz una calle comercial de edad imperial, con su sucesión de locales uniformes, que difiere poco en lo conceptual de los actuales “shoppings”.


• Teatro di Marcello

Dónde: Se regresa debajo de la escalinata del Campidoglio y se continúa por la Via del Teatro di Marcello, hasta llegar al teatro del mismo nombre, ubicado sobre la derecha.

Autor: Encargado por Julio César y terminado por Augusto en el año 13 a. C., que lo consagró a su yerno y sobrino Marcello, destinado a la sucesión pero prematuramente muerto en el 27 a. C. Para su construcción, fue necesario expropiar y demoler amplias zonas, por lo que sus autores recibieron acérrimas críticas.

Qué ver: Se puede ver solo desde el exterior, donde quedan doce de las 41 arcadas originales, que se desarrollaban en tres pisos, de los cuales el último está ahora ocupado por la construcción del Palazzo Orsini, familia que lo ocupó desde 1716.

Nota: El teatro, que era el segundo de Roma luego del de Pompeo, por su capacidad cercana a los 15000 espectadores, fue abandonado en el siglo V, convirtiéndose en un depósito de materiales, para más tarde convertirse en fortaleza y, finalmente, en palacio, en un claro ejemplo de permanencia de la forma por sobre la función.


• Piazza Campitelli

Dónde: 100 metros antes del teatro, se abre a la derecha la piazza, que en realidad consiste en una calle ligeramente ensanchada, pero que posee una calidad espacial muy particular.

Autor: La iglesia de Santa María in Campitelli es obra de C. Rainaldi, iniciada en 1662. Sobre el costado izquierdo de la iglesia, fuente de Giacomo della Porta.

Qué ver: La plaza se encuentra enmarcada a ambos lados por palacios de excelente factura, algunos atribuidos al Della Porta y a Girolamo Rainaldi. Domina la mole de la iglesia de alta fachada barroca, cuyo interior de complejas formas, que se articula a partir de columnas exentas y fuertes cornisas, no reviste mayor interés.

Nota: La iglesia fue construida para albergar la imagen milagrosa de la Virgen de Santa María del Ponte, a la que la ciudad debía el haberse liberado de una peste en el año 1619. En el ángulo izquierdo, sobre el final de la plaza, se encuentra el excelente restorán “Vecchia Roma”, en Piazza Campitelli 18.


• Piazza Mattei

Dónde: Sobre el extremo opuesto al que ingresamos a la plaza, se encuentra via dei Funari, que después de unos 200 metros desemboca en la plaza, en cuyo centro está la pequeña fuente conocida como “delle tartarughe”.

Autor: La fuente fue realizada según diseño de Giacomo Della Porta (1581), y la exquisitas figuras en bronce son del florentino Taddeo Landini.

Qué ver: El espacio de la plaza esta presidido por el palazzo Mattei, realizado en 1541, que era la residencia de esta importante familia. La fuente “delle tartarughe”, es así llamada por las cuatro pequeñas tortugas (copias) que la adornan y que fueron un agregado posterior, probablemente debido al Bernini en 1658.

Nota: La plaza se ubica en el corazón del “ghetto”, barrio que fue creado en el 1555 por el Papa Paolo IV (Carafa), que lo encerró entre muros para contener a la numerosa población judía dentro de sus límites. Famoso por la excesiva densidad de habitantes y por el pésimo estado de salubridad, fue reabierto recién por Pio IX, en 1848, y es hoy una de las zonas más características de Roma, ya que conserva intacto su trazado medieval. Toda la zona merece una recorrida detenida para apreciar las múltiples y ricas situaciones espaciales que allí se generan.


2. SEGUNDO DÍA: El ansa del Tevere

• Il Gesú

Dónde: Partiendo siempre de Piazza Venecia, se toma via del Plebiscito hasta llegar a la piazza del Gesú, así llamada por la presencia de la iglesia que surge en el lugar de la antigua Santa María della Strada, que Paolo III (Farnese) le concediera al mismo San Ignacio de Loyola.

Autor: Su construcción se inició en 1568, con el auspicio del cardenal Alessandro Farnese, quien encargó el proyecto al Vignola, mientras que eligió para la fachada a Giacomo Della Porta (1571), quien además fue el encargado de llevar la obra a término.

Qué ver: La fachada tiene una tenue vibración en los órdenes, que prepara el barroco, con un interesante motivo de volutas laterales en la fachada, retomando, con otro lenguaje, el experimento ensayado por Alberti en Santa María Novella, en Florencia. El interior, a una sola nave con capillas laterales, está decorado con gusto tardo barroco y en él sobresalen la pintura de la bóveda, representando el Trionfo del Nome de Gesú, del Bacciccia (1679) y, por sobre todo, la magnífica Capilla de San ignacio, en el brazo izquierdo del transepto, del napolitano Andrea Pozzo (1696).

Nota: La iglesia tiene una importancia decisiva en la historia de la arquitectura, ya que fue modelo exportado en todo el mundo por la Orden Jesuítica, siendo además una de las primeras en dar respuesta a las nuevas exigencias litúrgicas surgidas del Concilio de Trento, que requerían grandes aulas para la predicación y la reunión de los fieles. También fue iniciadora de innovaciones que marcaron el camino transitado, después, por el barroco, como por ejemplo el manejo escenográfico de la luz.


• Corso Vittorio Emanuele II

Dónde: Arrancando desde Piazza del Gesú, continúa hasta llegar al Ponte Vittorio Emanuele sobre el Tevere.

Autor: Previsto en el plano regulador de 1873, se comenzó con su construcción en 1883, para terminarse a final de siglo. Los trabajos de demolición, para ensanchar las calles cuyo recorrido copia el Corso, fueron importantes, obligando a la reconstrucción de muchos de los frentes que se levantaron más retirados, conservando su forma original.

Qué ver: A lo largo de esta avenida, se encuentran edificios de gran importancia, de los cuales se señalarán los más significativos. Se inicia sobre la misma plaza con el Palazzo Altieri, en el nº 49, obra de Mattia de Rossi (1650), que realizó ampliaciones cuando Emilio Altieri fue elegido Papa en 1670 (Clemente X). Tomando ya por el Corso, a la derecha en el nº 24: Palazzo Ruggeri, de G. Della Porta (1588) y se llega posteriormente a la zona de Torre Argentina (nada que ver con nuestro país), donde hay ruinas importantes de edad republicana (II a. C.). Prosiguiendo en el nº 116, el Palazzo Vidoni-Caffarelli, tradicionalmente atribuido a Raffaello y, en el lado opuesto a este, nº 101, el Palazzo della Valle, obra que se atribuye a A. Sangallo il Giovane o a Andrea Sansovino (1517). Finalmente, llegamos a la imponente iglesia de Sant'Andrea, que domina un plazoleta homónima, con fuente de Carlo Maderno (1614).

Nota: Terminada en 1650, la iglesia de Sant'Andrea della Valle fue proyectada por Carlo Maderno, tomando como modelo al Gesú, pero con mayor verticalidad. La cúpula, también del mismo arquitecto, tiene dimensiones solo inferiores a la de San Pedro. La fachada, en cambio, es un poco posterior y de ella se encargó Carlo Rainaldi. El interior es imponente, pero resiente de innegable frialdad, extraña en una iglesia barroca. Para los amantes de la ópera, tiene el atractivo de ser el escenario del primer acto de La Tosca.


• Palazzo Massimo

Dónde: Retomamos el Corso, y a los pocos metros sobre la derecha, en el número 141.

Autor: Baldassare Peruzzi (1532) lo reconstruyó por encargo de Pietro Massimo, tomando como base el precedente edificio que formaba parte de un complejo mayor (1150), perteneciente a esta familia, una de las más antiguas e importantes de Roma.

Qué ver: La fachada curvada, que se apoya sobre las antiguas fundaciones del teatro de Domiziano (hoy Piazza Navona). El patio también es de gran interés pero es bastante difícil acceder al mismo, pues se trata de una vivienda privada.

Nota: El palacio es uno de los primeros edificios que se pueden encuadrar dentro de la corriente conocida como manierismo. La misma se caracteriza por un uso poco canónico de las leyes clásicas. En este caso evidente en el extraño ritmo en el que se disponen los vanos sobre la fachada, rompiendo con la superposición de los órdenes utilizada comúnmente. También la disposición de las columnas en el pórtico, de modo de variar los intercolumnios, es ejemplo de esta nueva postura transgresiva, propia del desconcierto de la época, inmediatamente posterior al saqueo de Roma propinado por las tropas de Carlos V (1527).


• Palazzo della Cancelleria

Dónde: Se vuelve a tomar el Corso y enseguida se llega a la Piazza di San Pantaleo, así llamada por la pequeña iglesia visible sobre la derecha, obra de Giovanni Antonio de Rossi (1689), en estilo tardo-barroco y cuya fachada, de formas simples, pertenece al arquitecto Giuseppe Valadier, que la realizó en 1806. En el ángulo opuesto a esta, aparece el palacio, que ocupa toda la cuadra siguiente.

Autor: La paternidad de esta obra permanece aún como una incógnita. La común atribución hecha durante el siglo pasado al Bramante hoy está totalmente descalificada, salvo por el “cortile”, en donde se puede admitir alguna intervención del mismo. De todas maneras, el estilo es en general “bramantesco”.

Qué ver: La fachada tiene importancia en cuanto señala la ruptura con el palacio medieval, cuyo prototipo es el Palazzo Venezia, para dar ingreso al nuevo estilo del Renacimiento. Esto aparece evidente en el tratamiento plano de la fachada, en donde se integran con poco resalto los órdenes, y en la desaparición de la torre. Cada vez más a partir del 1500 el Renacimiento se irá mudando de Florencia a Roma, en donde tendrá un particular desarrollo. También es interesante el “cortile” a tres niveles y lo es menos la iglesia, en donde sucesivas restauraciones han borrado las huellas de las intervenciones realizadas por Bernini (1638) y Valadier (1807).

Nota: El cardenal Diario, en 1483, inicia los trabajos de reconstrucción del antiguo palacio anexo a la iglesia de San Lorenzo in Damaso, englobada dentro del volumen actualmente. A partir del '500, el mismo fue confiscado por el estado como sede de la Cancillería Apostólica. Posteriormente, a fines del siglo XVIII, fue sede de los tribunales de la República Romana (1798) y de la Corte Imperial napoleónica (1810). En la actualidad, se desempeñan distintas reparticiones pontificias, entre ellas la Sacra Rota, máximo tribunal eclesiástico.


• Oratorio dei Filippini

Dónde: Retomando la Via del Corso nuevamente, se llega a la plaza de la Chiesa Nuova, por la enorme iglesia que allí se encuentra, en realidad llamada Santa María in Vallicella y, pegada a ella, el Oratorio dei Filippini. También en la plaza, fuente con forma de sopera transferida aquí desde Campo dei Fiori, en 1924, obra de Giacomo Della Porta.

Autor: La Chiesa Nuova, que en un proyecto original tenía formas similares al Gesú, fue radicalmente modificada por la intervención de Martino Longhi il Vecchio, que se encargó del proyecto a partir de 1586. De él también es la fachada que sí toma como modelo a la de los jesuitas. El Palazzo dei Filippini, al lado, es obra del Borromini, a quien se le encargó a partir de 1637. En ella el maestro se ocupó del diseño de la fachada y de los distintos ambientes que componen el edificio, con la eficacia y la pasión propias de su carácter. También de él es la bellísima Torre del Orologio.

Qué ver: La iglesia no tiene un interés particular, salvo la rica decoración interior realizada durante el '700 y por algunos frescos realizados por Pietro da Cortona (1662) en la bóveda. Distinto el caso del edificio del Oratorio, cuya fachada, en ladrillo visto, es una de las más importantes del Barroco. En ella la complejidad de las formas se combinan con la austeridad de los materiales utilizados. En el interior, se visita la magnífica sala del oratorio propiamente dicho, rectangular de ángulos redondeados; los patios, el refectorio y, en el primer piso, la Biblioteca Vallicelliana, en donde Borromini diseñó hasta las estanterías. Rodeando el edificio, se toma por Via dei Fillipini hasta la Piazza del Orologio, en donde se encuentra la torre del mismo nombre (1647), coronada con una aérea estructura en hierro forjado que contiene las campanas.

Nota: La Vallicella es un pequeño valle que, en la Antigüedad, por ser un lugar insalubre, albergaba ya un templo dedicado a divinidades infernales. Sobre sus restos surge una pequeña iglesia en el siglo XII. A su vez la iglesia “nueva” fue comenzada en 1575, en el lugar donde existía una antigua, que fue dada como sede a San Filippo Neri para establecer allí su orden del Oratorio, fundada por él en 1551. El adyacente edificio del Oratorio es un despliegue de las capacidades técnicas e imaginativas del Borromini. Este gran intérprete del barroco se muestra en este edificio capaz de soluciones audaces a complejos problemas como el de la ubicación transversal del oratorio. Riquísimos formalmente el tratamiento de los distintos elementos decorativos, en donde se destaca el coronamiento que mezcla logradamente el arco con el frontispicio. Otro elemento a señalar es la sinuosidad de la fachada que combina formas cóncavas y convexas.


• Piazza Navona

Dónde: Desde Piazza dell'Orologio se toma a la derecha por Via del Governo Vecchio, característica de la Roma medieval, por su trazado incierto, que cuenta con importantes palacios a ambos lados. Entre ellos se destaca el palazzo del Governo Vecchio, en estilo del Renacimiento (1473), que fuera construido por el cardenal Nardini, gobernador de Roma en tiempo de Paolo II (Barbo) y que desde 1624 se convirtiera en sede de los gobernadores. La calle termina en la Piazza del Pasquino, que recibe su nombre de la estatua homónima, famosa por ser una de las llamadas “estatuas parlantes”, en donde se expresaba la crítica popular por medio de carteles, que a ella se colgaban, y cuyo contenido satírico era conocido como “pasquinate”. Prosiguiendo entonces por via del Pasquino, se entra finalmente en la Piazza Navona, sin duda de las más famosas de la ciudad.

Autor: La plaza fue construida calcando la forma del Circo de Domiziano (83), sobre cuyas bases se asienta. En el eje se colocan tres fuentes, las de los extremos, conocidas como la del Moro y la del Nettuno, tienen como autor a Giacomo della Porta, a la que luego se agregaron las figuras que le dan nombre y son de distinta procedencia. La central y famosísima de los cuatro ríos es del Bernini (1651), que la construyó por orden de Innocenzo X (Pamphilj), ganándose el favor del mismo, que le era hostil. La iglesia fue comenzada por Carlo y Girolamo Rainaldi (1652) y concluida por Borromini, que se ocupó sobre todo de la fachada (1657). El Palazzo Pamphili (hoy embajada del Brasil) es también obre de G. Rainaldi, quien lo realizó entre 1554 y 1560.

Qué ver: El conjunto de la plaza, que posee gran unidad en las fachadas continuas, solamente interrumpidas por la presencia de la iglesia. Una atención especial merece la fuente de los cuatro ríos, que sostiene un obelisco proveniente del circo de Massenzio. Los ríos representados son Nilo, Ganges, Danubio y Río de la Plata, este último con caracteres de mulato. Así también la iglesia de Santa Agnese in Agone, notable ejemplo del barroco, en donde Borromini intervino con su notable capacidad para modelar la cóncava fachada, la cúpula y los campaniles. El interior conserva la planta central a cruz latina, querida por los Rainaldi y está ricamente decorada. Por último, el Palazzo Pamphilj, a la izquierda de la iglesia, con especial atención a la parte que queda justo pegada a ella, del cual se construyó un cuerpo similar a la derecha y en el cual intervino Borromini.

Nota: Piazza Navona es uno de los ejemplos de la permanencia de una forma a través de los siglos, que perdura mientras varían las funciones. Circo romano en la Antigüedad, lugar donde se realizaban torneos y fiestas durante el Medioevo, mercado de frutas en el Renacimiento desde 1477, hasta gran piletón que se llenaba de agua durante el verano para el desfile de carrozas, entre los siglos XVII y XIX. La intervención que sin duda más contribuyó a su carácter fue la realizada por Innocenzo X, que le dedicó gran atención durante su pontificado, visto que allí se encontraba el palacio de familia. Para esta tarea fueron reunidos los dos más grandes exponentes del barroco, los acérrimos rivales Bernini y Borromini, que compitieron en talento para ganar el favor del Pontífice. Hoy la plaza tiene un aspecto siempre vivaz y ofrece opciones gastronómicas interesantes, como el restaurante y heladería “Tre Scalini”, en Piazza Navona 28/32, y detrás de la plaza, en via del Teatro della Pace 44, se encuentra el económico y sugestivo “Navona Notte”, con menú a base de pizza o pasta.


• Santa María della Pace

Dónde: Saliendo de la plaza por la calle que está a la derecha de Santa Agnese, via di tor Millinia, se camina por esta hasta tomar en la primera que sale a la derecha y en el fondo ya se divisa el pórtico de Santa Maria della Pace. En la esquina en que doblamos, se encuentra el renombrado “Antico Caffé della Pace”, en via della Pace 3.

Autor: Pietro da Cortona, por encargo de Alejandro VII (Chigi), en 1656 realizó la monumental fachada barroca con el pórtico, dentro de una estructura anterior que había comenzado a construirse en 1482. El claustro es la primera obra del Bramante en Roma (1500).

Qué ver: La fachada, que no solo se limita a la iglesia sino que se extiende a los palacios contiguos, incluso pasando por encima de las calles adyacentes. Esto es una muestra del valor que se le asignaba en el Barroco al espacio urbano, por encima del edificio como objeto, característica más propia del sentir del Renacimiento. De otra época es el claustro, al que se entra una vez pasado el arco que cruza la calle de la izquierda. El Bramante da muestra aquí del perfecto dominio de las proporciones y de la sobriedad clásica, que son características de su estilo.

Nota: El interior de la iglesia, afrescada casi en su totalidad, posee obras de artistas de gran importancia. Entre ellas señalaremos en la capella Chigi (primera a la derecha), le Sibille, de Rafaello (1514) y, en la capilla justo enfrente de esta, una Madonna de Baldassare Peruzzi. La tribuna octogonal, también ricamente decorada, es obra del Sangallo.


• Sant’Ivo alla Sapienza

Dónde: Volvemos a la Piazza Navona, atravesándola seguimos por la calle
que continúa la que veníamos hasta encontrar de frente el Palazzo Madama, antigua residencia de los Medici en la ciudad. El mismo fue construido sobre un antiguo núcleo por la voluntad de Giovanni de Medici (Papa León X entre 1513 y 1521), en 1503. El nombre de Madama lo recibe en recuerdo de Margherita d'Austria, hija natural de Carlos V y mujer de Alessandro de Medici, que aquí residió. Actualmente es sede del Senado de la República y ha recibido innumerables modificaciones, no todas felices. Doblamos a la derecha por el Corso Rinascimento y a unos 100 metros, de la misma mano que el anterior palacio, se encuentra el Palazzo della Sapienza, hoy “Archivio di Stato"

Autor: La Sapienza es la Universidad de Roma, fundada por Bonifacio VIII en 1303. Giacomo della Porta fue el autor del palacio de fachada austera y Borromini de la capilla y el portal de la fachada de atrás que se vuelca sobre la Piazza San Eustachio.

Qué ver: Fundamentalmente la capilla que se inserta en el rígido patio, irrumpiendo con formas complejas, donde la pared del tambor de la cúpula es como una membrana que se pliega según el espacio interior. Este se genera a partir de triángulos entrecruzados que recuerdan las abejas heráldicas de los Barberini, familia que financió la obra.

Nota: La capilla es una de las obras más representativas y más acabadas del Barroco. Su riqueza reside en la complejidad de la forma no en sus materiales, pues, como siempre ocurre con las obras de Borromini, son pobres y monocromáticos. Especial atención merece el cuerpo superior con el tambor de formas sinuosas y las costillas cóncavas que se oponen a la curvatura de la cúpula y que terminan en una linterna con remate helicoidal en hierro que se desmaterializa contra el cielo.


• San Luigi dei Francesi

Dónde: Saliendo de la Sapienza hacia la derecha, rodeamos el edificio hasta llegar a la pequeña Piazza San Eustaquio, en donde giramos a la izquierda, pasando por detrás del palazzo Madama, por via de la Dogana Vecchia hasta llegar a la Plaza y la iglesia de San Luigi dei Francesi, iglesia nacional de ese país. En el trayecto, frente a la fachada trasera del Palazzo Madama, se encuentra Palazzo Giustiniani, en cuyo proyecto participaron, en un primer momento, Giovanni y Domenico Fontana (1585) y luego los Rainaldi, además de Carlo Maderno y con alguna intervención del propio Borromini fue terminado en 1678.

Autor: La iglesia fue iniciada en el 1518 por la voluntad de Clemente VII (Medici) y realizada por Domenico Fontana recién en 1589 sobre un proyecto de Giacomo della Porta.

Qué ver: La iglesia tiene la corrección propia de las obras del Della Porta, sin características sobresalientes. El real interés de esta iglesia está en la capilla Contarelli, última de la izquierda, donde el Caravaggio realizó una de sus obras maestras, el tríptico que relata la vida de San Mateo, entre 1597 y 1602.

Nota: En el tríptico se relatan los tres momentos fundamentales de la vida del Santo, su conversión, la redacción del evangelio inspirado por el ángel y su martirio. Las dos composiciones grupales a ambos lados contrastan: por un lado, la calma del llamado del Señor realizado en una calle cualquiera de la Roma del '600 que sorprende al mismo Mateo, y por el otro, la cruda violencia que se desata en su martirio, al pie del altar donde celebraba misa. En el centro, la potente imagen del Santo y su ángel que le dicta la letra de su evangelio. La Obra del Caravaggio fue absolutamente revolucionaria, rompe los apacibles cánones de la pintura del Renacimiento, insuflándole un dramatismo que la llevará directamente hasta las puertas del Barroco. El tratamiento de la luz es la nota distintiva de su pintura, recurso mediante el cual consigue imprimir a sus telas efectos de una potencia desconocida hasta entonces.


• El Pantheon

Dónde: Saliendo de la iglesia, retomamos la Via Gustiniani hasta desembocar en la piazza de la Rotonda, en donde domina el Pantheon .

Autor: Construido por encargo de Marco Agrippa en el 27 a. C.., como indica la leyenda en el frontispicio, fue sucesivamente restaurado, tomando su forma actual con Adriano, que lo reconstruyó entre 118 y 125. Abandonado y saqueado durante el Medioevo, en el que se lo utilizó como iglesia, fue ulteriormente despojado por Urbano VIII (Barberini), que utilizó las vigas de bronce para fundir cañones y realizar las columnas salomónicas que sostienen el altar papal en San Pedro. Este mismo Pontífice encargó a Bernini (1626) que construyera dos campaniles a los lados, intervención poco feliz que mereciera el apodo de “orejas de burro”, hoy demolidas.

Qué ver: En primer lugar, la plaza con la pequeña fuente, que fuera concebida por Giacomo Della Porta, sobre la que se ubica el pequeño obelisco de Ramsés II. El edificio del Pantheon combina con éxito la forma central con el pórtico frontal, matrimonio que se resuelve con solvencia. Es un ejemplo acabado de los recursos formales y también constructivos alcanzado por los antiguos romanos, lo que explica el excelente grado de conservación con que ha llegado hasta nuestros días. La cúpula de 43 metros de diámetro fue fuente de inspiración de todas las posteriores, como modelo formal y como modelo técnico. Es recomendable antes de ingresar dar una vuelta alrededor del mismo para percibir acabadamente su forma.

Nota: El vastísimo interior refleja la simpleza de la concepción apreciada en el exterior. El mismo se compone de una única sala, cuya circunferencia coincide tanto en planta como en alzado, paredes laterales compuestas a partir de una sucesión de nichos rectangulares y circulares alternados, y la cúpula con casetones que van reduciendo sus dimensiones hasta llegar el gran ojo central de 9 metros de diámetro, única fuente de luz de todo el espacio. En el interior de algunos de los nichos se suceden las tumbas de miembros de la casa Savoia, forjadores de la unidad italiana, y también la de Rafaello. Para la decoración de su tumba el mismo comisionó al Lorenzetto (1520) la Madonna del Sasso que allí se encuentra.


• Fontana de Trevi

Dónde: Retomamos desde la plaza la continuación de via Gustiniani, que ahora se llama via del Seminario, hasta desembocar en la escenográfica Piazza Sant’Ignazio, ejemplo acabado del barroco del '700, en donde la riqueza formal se sobrepone a la pobreza de los materiales, propios de una ciudad empobrecida. El proyecto es de Filippo Raguzzini, realizado en 1727 y justifica una pequeña detención para admirarla. Seguimos hasta llegar, después de unos metros, a la importante Via del Corso y, después de cruzarla, giramos a la izquierda. En la segunda calle, que debería ser Via delle Muratte, doblemos a la derecha y, después de unos 200 metros, aparece la fuente más famosa del mundo.

Autor: Niccoló Salvi la realizó en 1732, se cree que trabajando sobre una idea del Bernini.

Qué ver: La fuente se apoya sobre la falsa fachada de un palacio, que en definitiva no resulta ser más que una “medianera”. El escenográfico palacio de formas clásicas contrasta eficazmente con la exuberancia barroca de la fuente. La figura central bajo el arco es Océano, que conduce su carro tirado por dos caballos marinos, a su vez guiados por sendos tritones. El todo se completa con rocas y vegetación de inspiración naturalista, que se derraman en el amplio espejo de agua.

Nota: No olvidarse de tirar la monedita!! La leyenda dice que es necesario hacerlo para poder volver a Roma. Para los amantes del cine, imposible no recordar el baño de Anita Eckberg en “La dolce Vita”. Además de la fuente, es interesante la iglesia sobre la esquina opuesta, donde encontramos la interesante fachada barroca de San Vincenzo e Anastasio, que fuera totalmente construida por Martino Longhi il Giovane, a partir de 1650.


• Piazza Colonna y Piazza Montecitorio

Dónde: Se retrocede, tomando ahora la Via dei Crociferi, hasta llegar nuevamente a la Via del Corso. Cruzando y levemente sobre la derecha está la Piazza Colonna y, pasando por la derecha del palacio que está al fondo de la plaza, se desemboca enseguida en la Piazza Montecitorio.

Qué ver: En Piazza Colonna, además de la columna de Marco Aurelio (el mismo que estaba a caballo en el Campidoglio ) que le da nombre, ahora coronada por San Pablo, está el Palazzo Chigi, sede del Primer Ministro de Italia y obra de G. della Porta y C. Maderno.
En la Piazza de Montecitorio, con su pronunciada pendiente y su obelisco egipcio, se encuentra el Palazzo Montecitorio, hoy sede de la Cámara de Diputados de la República y obra del Bernini, con su sorprendente fachada convexa.


3. TERCER DÍA: Vaticano

• Ponte y Castel Sant'Angelo

Dónde: Por el corso Vittorio, desde Piazza Venezia en dirección hacia el Tevere, superada la Chiesa Nuova, encontraremos un ensanche llamado Largo Tossoni, dominado a la derecha por el Palazzo del Banco di Santo Spirito, antigua construcción probablemente adaptada por el Bramante y llevado a su forma definitiva por Antonio da Sangallo il Giovane. Recostada sobre su fachada, inicia la via del mismo nombre del Palazzo, que se continúa en el puente y que, atravesando el río, nos ubica frente al Castel Sant'Angelo.

Autor: El puente fue hecho construir por el emperador Adriano en el 136 d. C. con la intención de unir su gigantesco mausoleo con la otra orilla del río. El mausoleo, ideado por el propio emperador, se comenzó a construir en el año 123, como panteón familiar y en él fueron sepultados los emperadores hasta Caracalla, muerto en el 217. En el 1668 el puente fue remodelado por voluntad de Clemente IX (Rospigliosi), quien encargó el trabajo a Bernini, que proyectó la sucesión de 10 ángeles que se suceden a ambos lados del puente.

Qué ver: Los ángeles, realizados bajo la dirección de Bernini, (dos de ellos, inscripción y corona, son copia de originales, actualmente en Sant'Andrea delle frate), son una muestra acabada del barroco romano, por la sobriedad de sus figuras variadas pero que al mismo tiempo muestran unidad en la concepción. Llevan sin ostentación los símbolos de la Pasión de Cristo (esponja, lanza, inscripción I.N.R.I., cruz, dados y vestiduras, clavos, corona, velo santo, látigo y columna). El tema angélico culmina con el Arcángel San Miguel, bronce de 1752 en que remata el mausoleo, ubicado estratégicamente en el eje del puente. Fue realizado en recuerdo de la visión que tuviera Gregorio Magno, a quien se apareció un ángel en ese lugar anunciando el fin de una peste que asolaba la ciudad.

Nota: El mausoleo de Adriano, o Castel Sant'Angelo, es uno de los lugares con más historia de toda la ciudad y constituye un ejemplo de permanencia de un edificio más allá de su función. La tumba original en tiempos del emperador Aureliano (271) ya tuvo funciones militares, para ser luego convertida en prisión bajo Teodorico, en el alto Medioevo. Fue readaptada como refugio de los Papas durante el Renacimiento, quienes exigieron sus llaves como condición para volver de Avignon. Cuando el saqueo de Roma, perpetrado por las tropas de Carlos V, se guareció en sus muros Clemente VII (Medici), salvando su vida. Nuevamente se lo utilizó como cárcel durante el ajetreado siglo XIX, como recordarán los amantes de la Tosca. Con la construcción del Lungotevere, perdió su contacto directo con el río y finalmente hoy alberga un Museo, pero, a pesar del interés que tiene la construcción, aconsejo su visita para un viaje más extenso.


• Piazza San Pietro

Dónde: Frente al castillo nace la via della Conciliazione, abierta por voluntad de Mussolini para festejar la firma del Concordato entre el Reino de Italia y el Vaticano. Al final de la misma se desemboca en la Piazza San Pietro. La apertura de la nueva avenida generó grandes polémicas y es evaluada con justicia como un desacierto. Provocó la destrucción de importantes obras, algunas de las cuales fueron reconstruidas, y quitó intimidad y sorpresa a la plaza, características barrocas, para integrarla en una perspectiva, que si bien es grandiosa, no se condice con el espíritu original de la obra. Sobre el lado derecho de la avenida, aparece la iglesia de Santa Maria in Traspontina, cuyo altar mayor está cubierto por un espléndido baldaquino, obra de Carlo Fontana (1674).

Autor: Bernini, entre 1656 y 1667, llevó adelante el encargo de Alessandro VII (Chigi), construyendo sobre el final de su vida la obra que lo consagraría también como urbanista.

Qué ver: El inmenso espacio de la plaza, delimitado por el cuadripórtico elíptico. En el centro de la misma, se yergue el obelisco de origen egipcio, traído por Calígula en el año 37 d. C., que yacía en el circo de Nerón, cerca de la basílica. En el 1586 fue trasladado al lugar actual, aunque aún no existía la plaza. También son de interés las dos fuentes a los lados del obelisco, realizadas por Carlo Maderno (derecha 1613) y Carlo Fontana (1677). El espacio trapezoidal que precede la fachada es también obra del Bernini, que logra, a través de un contraperspectiva, acercar la fachada hacia la plaza.

Nota: Bernini se demostró maestro al lograr dar una forma congruente a la Plaza, en donde con el pasar de los siglos se habían acumulado una serie de edificios sin orden ni concierto. La complejidad principal estaba en coordinar la cantidad de elementos fijos existentes, pero el arquitecto supo sacar partido de las dificultades, lo que era una de sus características más sobresalientes, atendiendo a cada uno de los puntos. La solución magistral, que entre otros méritos recuperó la cúpula y de alguna manera salvó el proyecto de Miguel Ángel, consiguió dar una unidad a todo el complejo de San Pedro. Los trabajos comenzaron demoliendo gran parte del Borgo para hacer espacio. Una vez obtenido este, se extendieron los brazos del cuádruple pórtico que delimita la plaza. Precisamente en esta delimitación, que al mismo tiempo es cerrada y abierta, está todo el mérito de la propuesta, puesto que integra las partes existentes sin aislarlas entre sí.
El resto fue “fácil” para Bernini, puesto que se trató solo de poner en juego toda la maestría y la madurez del artista, que plasmó el orden colocando frontispicios en el medio y los extremos de los brazos, y coronó los mismos con 140 estatuas que se recortan contra el cielo.



• San Pietro

Dónde: Domina la plaza la imponente fachada en travertino, que surge donde existiera la antigua basílica Constantiniana, consagrada en el 326 por Silvestro I. Esta fue erigida en el lugar donde se hallaba el circo de Nerón, en cuyas cercanías fuera sepultado San Pedro, entre los años 64 y 67.

Autor: El proyecto duró más de un siglo, y en su desarrollo actuaron los más grandes artistas de la época. Entre ellos los que tuvieron mayor influencia fueron, por orden de aparición, Bramante, Miguel Ángel, Maderna y Bernini

Qué ver: El edificio de San Pedro es como la caja chinas, un envoltorio que encierra en su interior sucesivas partes, las cuales es necesario tomar por separado, para comprender la totalidad. Se intentará un recorrido de cada una de esas partes, pudiendo saltear alguna, si por razones de tiempo o de interés se considerara prescindible. Estas son: el edificio, la cúpula, la nave, la fachada, el baldaquino, las tumbas, la Piedad y la cátedra.

a) El edificio
El 18 de abril de 1506, bajo el pontificado de Giulio II (Della Rovere), se inicia la construcción del nuevo San Pedro, que el Papa pone en manos de Bramante. Este comienza por realizar la demolición de la parte posterior de la antigua e imponente basílica de Constantino, por lo que se ganó el sobrenombre de “Mastro Ruinante”. A su muerte, había conseguido levantar los pilones de la cúpula y con ello sentar las bases del nuevo proyecto, ya que la presencia de los mismos comprometerían cualquier decisión posterior.
Los trabajos anduvieron en un mar de dudas a pesar del prestigio de los artistas que estuvieron al frente, Rafaello, Giuliano da Sangallo,.Peruzzi y Antonio da Sangallo (el joven), que bajo Paolo III (Farnese) impulsa la construcción de una de las partes de su proyecto. En definitiva, todas estas dudas estaban expresando una cierta incapacidad de las propias estructuras de pensamiento del Renacimiento para afrontar un proyecto de la envergadura de San Pedro. Se necesitaba un hombre nuevo, con nuevas ideas, y por fortuna ese hombre apareció. A la muerte de Antonio, en 1546, sorpresivamente, la elección del Farnese recae sobre Miguel Ángel, que comienza por demoler gran parte de lo que había realizado su predecesor y retomar la idea de Bramante, pero renovándola profundamente.

b) La cúpula
Adoptando como modelo la famosa cúpula de Brunelleschi de Santa Maria del Fiore, Miguel Ángel cambia totalmente su significado y realiza una versión que nos pone en las puertas del Barroco. A diferencia de su ilustre predecesora fiorentina, coloca contrafuertes en el tambor, duplica los nervios llevándolos a 16 y realiza todo en un material homogéneo, haciendo que la cúpula aparezca como una masa única que vibra bajo la luz del sol en un movimiento continuo, como si hubiera sido colada de una sola vez. Miguel Ángel, además, pensó su cúpula naciendo de una iglesia de planta de cruz griega, que en su exterior es una masa continua, de manera que todo se fundiera en un solo elemento. Giacomo Della Porta y Domenico Fontana llevaron a término la obra del maestro, cambiándole ligeramente el perfil; el Buonarotti solo alcanzó a ver terminado el tambor.

c) La nave
La magnífica planta de Miguel Ángel no servía a los Papas ni tampoco a los peregrinos, y finalmente hubo que decidirse por agregarle un lujoso “tinglado” de 200 metros de largo, que destruyó el proyecto anterior, al menos en cuanto a la idea del autor.
Responsable de esta decisión fue Paulo V (Borghese) y se cuenta que uno de sus más fieles colaboradores, el entonces cardenal Maffeo Barberini (después Urbano VII ), le pronosticó que la historia nunca se lo perdonaría, y fue profeta.
Carlo Maderno, ganador del concurso, salió del atolladero en que se encontraba con gran presencia y con muchísimo oficio. Este coloca la impresionante bóveda de cañón ligeramente desplazada hacia arriba, de manera de señalar con claridad la división entre el proyecto de Miguel Ángel y el suyo propio. Este simple gesto indica, por un lado, la voluntad de respetar el proyecto del maestro, que sin duda gozaba de un prestigio inmenso a sus ojos, pero por otro, la decisión de querer aportar lo propio y de hacerlo de acuerdo al gusto de la época, como por ejemplo con las elípticas cúpulas de las naves laterales.

d) La fachada
Una vez tomada la decisión de anteponer la nave al edificio de Miguel Ángel, el protagonismo de la cúpula estaba irremediablemente perdido. Estando así las cosas, Maderna plantea su fachada que ocupa todo el ancho de la iglesia más dos arcos laterales, que dilatan excesivamente la extensión del frente, lo que le da una proporción no del todo feliz. Es verdad que dichos arcos debían servir de soporte a dos torres que oficiaran de “campaniles” y que hubieran colaborado para contrarrestar el efecto extremamente dilatado de toda la fachada. Los campaniles finalmente fueron alzados por Bernini años después, pero al poco tiempo, por problemas en las fundaciones, fueron demolidos. Finalmente, el Valadier agregó los dos relojes que coronan los arcos, pero que no colaboran a mejorar la proporción de la fachada.
El problema de la proporción del frente fue comprendido por Bernini, que genialmente planteó la contraperspectiva en las alas del arranque de la plaza y de alguna manera vino en socorro de este problema. Sin embargo, más allá de estas consideraciones, no conviene excederse demasiado en la crítica: la solución adoptada, aunque muestra los límites del Maderna y de la cultura del tardorenacimiento romano, no deja de tener su valor y su prestancia.

e) El baldaquino
Con la muerte de Maderna, le sucede en la conducción de San Pedro el aún joven Bernini, a quien Maffeo Barberini, ahora convertido en Urbano VIII, confía la dificilísima tarea de rescatar lo que a su juicio eran los imperdonables errores de su predecesor. De todas maneras, si hubo en la historia del arte alguien confiado y seguro de sus posibilidades, ese fue Bernini. El Papa le encomendó, además, uno de los problemas que más desvelos le traería, a juzgar por los 10 años que le dedicó a resolverlo: el baldaquino.
Bernini parte desde un primer momento con la idea de las cuatro columnas salomónicas, como un homenaje a las que efectivamente existían en su predecesora basílica contantiniana. Columnas que para ser fundidas se utilizaron las vigas del Pantheon y que dieron origen al célebre dicho que aseveraba que lo que no habían destruido los bárbaros lo habían destruido los “Barberinis”.
Una vez tomada la decisión a favor de las columnas, apareció el verdadero problema, que era cómo cerrar el todo por encima de estas cuatro moles. En fin, un problema del que el propio Bernini aparente no podría haber salido sin la ayuda del otro grande del Barroco, es decir Borromini.
La definitiva solución adoptada, con los célebres dorsos de delfín, parece haber sido propuesta por Borromini, y el desconocimiento de este hecho por parte de Bernini fue el inicio de la acérrima rivalidad entre los dos, que tarde o temprano se hubiera manifestado, dada la incompatibilidad del carácter de ambos contendientes.
El conjunto se completa con los consabidos ángeles, y el recurso de mover suavemente algunos elementos de la decoración como si estuvieran movidos por el viento, lo que da al todo una aspecto de liviandad que resulta muy eficaz. La maestría del Bernini no termina aquí, sino que además se ocupa de enganchar formalmente el baldaquino con el resto de la Iglesia, lo que logra haciendo resonar sus motivos en los pilones de la cúpula en donde con inteligencia reubica en la parte superior de los mismos las originales columnas salomónicas del viejo San Pedro que habían sido su inspiración primera.

f) Las tumbas
San Pedro puede ser considerado además un museo por todas las obras de arte que contiene. Pero constituye un hecho sin duda singular la posibilidad que ofrece de ver a lo largo de la historia la respuesta que se da a un mismo tema, como es el del monumento funerario de un mismo personaje: el Papa. En la nave central sobre uno de los pilones de la cúpula se encuentra la venerada estatua de San Pedro, que se creía originaria del siglo V, pero que actualmente se la ubica en el siglo XII y se le atribuye con alguna osadía a Arnolfo di Cambio. Claro ejemplo del renacimiento es la tumba de Inocenzo VIII, obra de Andrea Pollaiolo.(1498), en bronce, que fue transferida de la antigua basílica. Luego, a los lados de la cátedra, se encuentran enfrentados los de Paolo III (Farnese) y Urbano VIII (Barberini). Estos dos, de Guglielmo della Porta (1551-1575) y de Bernini (1627-1647), son muy parecidos en cuanto a su disposición, pero una mirada más detenida a los detalles permite inferir datos que nos dan cuenta del pasaje entre las últimas estribaciones del Renacimiento y el primer Barroco. Siguiendo esta línea, nos encontramos con la tumba de Alessandro VII (Chigi) (1672-1678), que nos presenta al último Bernini, y por ende a un barroco mucho más maduro, con menos riqueza de detalle que el anterior, pero con una enorme síntesis conceptual. Ejemplo acabado de escultura del período neoclásico es la tumba de Clemente XIII, ejecutada con maestría por el Canova entre 1784 y 1792, que tiene una rigidez en la composición que evoca a la Antigüedad. Debajo de la planta, en las llamadas “grotte Vaticane” a las que se desciende por unos de los pilares de la cúpula, se encuentra la tumba de Bonifacio VIII, realizada en parte por Arnolfo di Cambio, y la de Niccoló III, en un sarcófago paleocristiano del siglo IV. Otro tipo de reflexiones suscitan las tumbas de Papas más próximos a nuestra época, y entre ellas impresiona por la sencillez la lápida casi a ras del suelo que, con la simple inscripción Paulo VI, indica la presencia de sus restos.

g) La Piedad
Dentro de las obras que alberga San Pedro, sin duda la más famosa y la que mayor público convoca es la Pietá de Miguel Ángel. Es difícil agregar algo a lo mucho que se ha dicho y escrito sobre esta obra cumbre de la escultura de todas las épocas. La perfección en la ejecución y el sereno dramatismo que exprime la obra la ubican justamente en ese lugar. Miguel Ángel, que contaba con 23 años, realizó la obra para el legado de Carlos VIII (Rey de Francia) ante Alejandro VI (Borgia). En esta ocasión el artista llega a una perfección que pareciera dejarlo insatisfecho. En breve abandonará este camino para buscar nuevas formas expresivas, más modernas, que tienden hacia la figura esbozada, conocida como “non finito”, en pos de una mayor apertura en el campo del significado. La Pietá, como el David, son obras de una etapa de relativa serenidad, de este espíritu indomable que siempre excedió los límites de su época.

h) La cátedra
El último aporte del Bernini a San Pedro es el grupo ejecutado para contener los restos de la cátedra del santo, aunque en realidad se trata del trono de Carlos el Calvo, del siglo XI. Realizado entre los años 1656 y 1665, cuando el artista volvió de la corte de Luis XIV, después de haber sufrido el único fracaso de su carrera artística: el proyecto para el Louvre.
Ubicada en el ábside detrás del altar, representa a cuatro Padres de la Iglesia (Agustín, Ambrosio, Atanasio y Juan Crisóstomo), que sostienen la cátedra, que parece ser arrebatada por una multitud de ángeles que la elevan hacia los cielos. En el centro de la composición, el pequeño óvalo transparente que contiene la figura en forma de paloma del Espíritu Santo da un último sentido a la composición.

Nota: Más allá de todas las consideraciones con relación a la historia del arte, San Pedro está lleno de significado por ser centro de la cristiandad católica y, por ende, haber sido uno de los centros de poder de Occidente. Una visita a San Pedro puede ser motivo para una reflexión sobre la Historia en general, los distintos fundamentos del poder, espiritual, político y material, y las consecuencias que trajo para la Iglesia el haber perseguido intereses contrapuestos. Es difícil juzgar cuánto fue hecho por ambición y cuánto por necesidad o por error. De todas formas, está todo expresado aquí y materializado por algunos de los más grandes artistas que hayan jamás existido.


• Museo y Palacios Vaticanos

Dónde: Saliendo de la iglesia y nuevamente en la plaza, tomamos la calle que sale a la izquierda a la mitad de la columnata, que se llama via di Porta Angelica. Continuamos por esta hasta Piazza Risorgimento y doblamos también hacia la izquierda, bordeando siempre los muros vaticanos hasta encontrar la entrada a los museos, que se presenta con un portal importante con estatuas que representan a Miguel Ángel y Rafael.

Autor: Los Museos Vaticanos ocupan gran parte del complejo de Palacios Vaticanos. Estas edificaciones albergan, además, la administración del pequeñísimo Estado Vaticano, que permanece como resto de lo que fueran los poderosos Estados Pontificios. La importancia de la zona empezó con el regreso del papado desde Avignon, en 1378, pues con la intención de olvidar la malograda historia reciente que culminó en el exilio en tierra francesa, se prefirió como residencia papal, en lugar del histórico Laterano. Allí se reunieron los más grande artistas del Renacimiento para dar brillo y reestructurar sin descanso el complejo, que fuera abandonado como sede papal entre 1592 y 1870 por el más tranquilo Quirinale. Con el advenimiento del reino de Italia, el Papa regresa al Vaticano, donde reside hasta hoy. La lista de quienes intervinieron en los innumerables trabajos que aquí se realizaron es larga y comprende nombres ilustres como el de Rafaello, Antonio da Sangallo, Pirro Ligorio, Domenico Fontana y Bernini, entre otros. Pero sin duda quien impusiera su sello con mayor nitidez en todo el complejo fue Bramante, que convocado por Giulio II (della Rovere), emprendió el proyecto de unificar las dispersas construcciones a través de patios y galerías de grandiosas dimensiones, conformando el complejo conocido genéricamente como “Belvedere” y que sirve como estructura fundamental de los museos.

Qué ver: Los museos vaticanos comprenden una serie interminable, que sería imposible pretender abarcar en una sola visita. Se puede distinguir en primer lugar una serie que se refiere a temas de la Antigüedad, la Pinacoteca Vaticana, el grupo formado por la sucesión de salas afrescadas por Rafael, conocidas como “Stanze” y por último la famosísima Capella Sistina de Miguel Ángel. También no se debe descuidar la arquitectura que alberga las distintas colecciones y museos con las vistas que se obtienen hacia el “cortile della Pigna” y del “Belvedere” y hacia los jardines vaticanos. En cuanto a estos últimos, se puede averiguar por la salida de un pequeño ómnibus o “pullmino” que los recorre, paseo de gran interés, sobre todo por la posibilidad de ver San Pedro desde atrás, obteniendo así una idea aproximada del templo tal como lo imaginara Miguel Ángel.

Nota: Dentro de los cuatro elementos señalados haremos una breve reseña de cada uno.

A) Antigüedad clásica
De entre los museos dedicados a la Antigüedad, el que reviste mayor importancia es el Pio Clementino, que posee fundamentalmente escultura griega y romana. Entre sus piezas más notables, se encuentra el grupo de Lacoonte (copia de original griego del siglo IV a. C.), encontrado en la Domus Aurea en el 1506, y que aparentemente impulsara a Miguel Ángel a abandonar el estilo de su juventud para explorar los valores plásticos del “non finito”; Apoxyomenos (única copia del original griego del 340 a. C.); Hermes (llamado “Antinoo del Belvedere”, en honor del amante del emperador Adriano, bajo cuyo imperio se realizara la copia de original griego del siglo IV a. C.); Perseo, obra moderna en estilo clásico realizada por Antonio Canova en 1800, y el llamado Apollo del Belvedere (copia del original griego del siglo IV a. C.), están entre las obras más importantes del museo fundado por Clemente XIV en 1771. Hay otra gran cantidad de museos dentro del complejo, dedicados a la Antigüedad clásica, entre ellos el museo Chiaromonti, la Galleria delle Statue, Sala delle muse (torso del Belvedere, de edad republicana y de gran influencia durante el Renacimiento), Museo Gregoriano Etrusco y Gregoriano Egipcio, que podrán ser visitados en caso de tener un especial interés en esta época específica.

B) Pinacoteca Vaticana
El museo esta organizado en una sucesión de salas, cada una las cuales contiene obras de un período específico. Se comienza por los primitivos (Sala I), Giotto (Sala II) y Beato Angelico (Sala III), y se continúa recorriendo las distintas salas que permiten tener una visión cronológica de la pintura italiana, lo cual es siempre instructivo. El núcleo más importante del museo, sin embargo, lo constituye las obras de Rafael (Sala VIII), entre las cuales los diez tapices (arazzi) tejidos en Bruselas sobre dibujos del mismo, realizados en 1515. En la misma sala se encuentra la Transfiguración, encargada al pintor por el cardenal Giulio de Medici, en 1517, antes de ser consagrado Papa como Clemente VII. La tela quedó inconclusa por la repentina muerte de Rafael en 1520 y fue llevada a término por Giulio Romano. También aquí se exhibe la Madonna de Foligno, realizada en 1512, encargada por Sigismondo Conti, oriundo de aquella ciudad y secretario de Giulio II (Della Rovere), junto a otras obras del maestro de Urbino. En la sala que sigue, dedicada a Leonardo y el cinquecento (Sala IX), se señala el San Girolamo, obra realizada en 1480 como preparación de una pintura no realizada y llegando al final del recorrido en la Sala XII dedicada al Barroco, se encuentra la deposizione del Caravaggio realizada en 1602.

C) Stanze di Rafaello
Entre 1509 y 1517, Rafael, trabajó afrescando estas habitaciones, ayudado por sus colaboradores, entre los que se encontraba Giulio Romano, que continuaron después de su muerte la tarea emprendida por el maestro. El encargo lo recibió de Giulio II (Della Rovere), quien fuera aconsejado por Bramante, y continuó bajo el pontificado de Leone X (Medici), culminando la tarea en el papado del otro Medici, Clemente VII. El recorrido comienza por la sala de Constantino, pasando luego a la llamada Loggia de Rafaello. Posteriormente, se pasa a la Sala dei Palafrenieri y a la Cappella de Niccolò V, para culminar luego con la Stanza de Eliodoro, Stanza della Segnatura y Stanza dell'Incendio. A cada una de ellas nos referiremos separadamente.

C1) Sala de Constantino:
Es la última en ser realizada, bajo Clemente VII (1525) y posteriormente a la muerte de Rafael (1520), quien pareciera haber dejado indicaciones precisas. Su autor fue Giulio Romano y el tema elegido, el de Constantino, como personaje que encarna la victoria de la Fe sobre el paganismo. La figura de Constantino, además, marca el inicio del despliegue del poder temporal de la Iglesia, tema fundamental para el pontificado del Renacimiento. Los motivos son, el “Bautismo de Constantino” (donde el baptisterio representado el de San Giovanni in Laterano y el Papa San Silvestre es Clemente VII); “La Victoria del Ponte silvio”, en donde Constantino vence a su rival Majencio y se proclama emperador; “La Aparición de la Cruz”, que recuerda la aparición de este signo ocurrida previamente a la batalla anteriormente citada, que Constantino adopta como divisa de sus tropas. Por último, “La Donación”, en donde el emperador entrega la ciudad de Roma, representada como una estatua dorada, a los cuidados de San Silvestro, que nuevamente aparece con los rasgos de Clemente VII.

C2) Loggia di Rafaello:
Para visitar esta parte, es necesario un permiso especial de la dirección del museo. En las bóvedas de estas galerías se encuentran representadas 52 escenas de las cuales 48 corresponden al Viejo Testamento y solo las últimas 4 al Nuevo. Rafael, en 1512, continuó la construcción de la galería comenzada por Bramante y realizó los dibujos de las figuras a representar, las cuales fueron ejecutadas por sus discípulos, entre quienes se contaba Giulio Romano.

C3) Sala dei Palafrenieri y Cappella de Niccolò V:
La Sala, originalmente decorada por Rafael, sufrió los cambios introducidos por Paolo IV (Carafa), lo que comportó la destrucción de sus pinturas. Por una puerta se pasa a la Cappella de Niccolò V, con frescos que narran las historias de San Esteban y San Lorenzo, y que fueron realizados por el Beato Angelico entre 1448 y 1450.

C4) Stanza di Heliodoro:
Realizada íntegramente por Rafael en 1512, toma el argumento, sugerido por Giulio II (Della Rovere), de los milagros realizados por Dios para resguardar a la Iglesia. El primero es el de “Leone I que detiene la invasión de Atila”, en donde el Papa es representado con el aspecto de León X (Medici), que tomó el lugar de Giulio II, muerto durante la ejecución de los trabajos. Atila aparece aterrorizado por la presencia de San Pedro y San Pablo, que vienen en auxilio del Pontífice. A la derecha de esta, aparece representado el milagro de la “Misa de Bolsena”, ocurrido en 1263 y que dio origen a la celebración del Corpus Christi. Frente al sacerdote oficiante, se encuentra la figura arrodillada de Giulio II. Siguiendo a esta, se encuentra el fresco que da nombre a la Stanza y que representa la “Expulsión de Heliodoro”. Este personaje bíblico, que robó el tesoro del Templo de Jerusalén, es representado en el momento en que es atacado por un caballero en armadura dorada, enviado divino que provoca su huída aterrorizada. En la parte de enfrente, observan impasibles la escena, Guilio II y su comitiva, de la que forma parte el propio Rafael, en primer plano con un largo traje negro. En la última pared, se representa la “Liberación de San Pedro”, por medio de un ángel que irrumpe con una luz intensísima en plena noche, mientras los guardias duermen un profundo sueño.

C5) Stanza della Signatura:
Llamada así por ser utilizada para la firma de documentos (“segnare” es firmar en italiano), es la más famosa de todas las “stanze” y la primera en ser realizada totalmente por Rafael, entre 1509 y 1511. El tema elegido es de una compleja elaboración teórica y enfrenta los motivos de la Teología con la Filosofía y de la Poesía con la Justicia. También los argumentos se enfrentan en cuanto al origen de la inspiración, ya que hay dos de raíz cristiana (Teología y Justicia) y dos paganos (Filosofía y Poesía), proponiendo de esta manera una síntesis del Renacimiento que buscó hacer confluir ambas vertientes. El primer fresco realizado es el de la “Disputa del Santísimo Sacramento”, que representa la gloria de la eucaristía ubicada en el centro de la escena, acompañada de la Santísima Trinidad, personajes bíblicos y santos, entre los que se encuentra Dante. Al frente de esta composición de fuerte contenido teológico se encuentra la famosísima representación de la filosofía conocida como la “Escuela de Atenas”, dominada en el centro de la escena por Platón y Aristóteles, a los que rodean todos los grandes pensadores de la Antigüedad clásica. Siguiendo con la vertiente clásica, encontramos la representación del “Parnaso”, mítico monte donde habitan las musas, presididas por el dios Apolo, protector de las artes. La pared restante representa en la parte superior de la ventana a la Fortaleza, la Prudencia y la Templanza. En la parte inferior derecha se encuentra “Gregorio IX” que, retratado como Giulio II, “recibe la ley canónica de manos de San Raiomondo de Peñafort” mientras es observado desde el lado izquierdo por personajes famosos de la época (Giovanni de Medici, futuro León X, y Alessandro Farnese, futuro Paolo III, entre otros). Los cuatro medallones del cielorraso, que representan cada uno de los temas señalados en cada composición, son también obra de Rafael.

C6) Stanza dell'Incendio:
La última de las “stanze” fue realizada por los discípulos de Rafael, que siguieron las precisas indicaciones del maestro, entre 1514 y 1517. En esta se conmemoran actos realizados por los Papas León III y IV, con el fin de dar gloria a León X (Medici), que encargó los trabajos y que es retratado como sus homónimos en todos los casos. El que da nombre al ambiente recuerda el “Incendio del Borgo”, barrio romano que rodea San Pedro, ocurrido en el 847 y que extinguiera León IV con la señal de la cruz. A la derecha se encuentra la “Coronación de Carlo Magno” (representado como Francisco I de Francia), oficiada por León III en la Navidad del año 800. Luego la “Victoria de Ostia”, obtenida en el 849 por León IV sobre los turcos, y, por último, el “Juramento de León III”, que en el 800 se declaró inocente de acusaciones recibidas.

D) Capella Sistina
La célebre capilla, cede de cónclaves y concilios, y famosa por las pinturas que cubren toda la superficie de sus muros, fue construida entre 1475 y 1481 por orden de Sisto IV (Della Rovere), como un espacio rectangular de amplias dimensiones, pero sin mayor gracia. La decoración de la capilla, que es donde radica su interés, se puede dividir en tres grupos, que analizaremos separadamente y que corresponden a distintas épocas. Estas son: las pinturas de las paredes laterales y de fondo, las del techo y el juicio final ubicado detrás del altar.

D1) Paredes laterales:
Realizadas entre 1481 y 1483, bajo Sisto IV, por distintos maestros, representan: en la pared derecha, escenas de la vida de Moisés, y en la de la izquierda, de la vida de Cristo. Se señalan obras de Botticelli (2ª y 5ª der., 2ª izq.), Pinturicchio y Perugino (1ª der., 1ª izq., 5ª izq. solo Perugino), Luca Signorelli (6ª der.), Domenico Ghirlandaio (3ª izq.) y los restantes de Cosimo Roselli. Todos son excelentes ejemplos de pintura del final del '400, totalmente fiel a los principios del Renacimiento.

D2) Techo:
25 años más tarde, en 1506, Giulio II (Della Rovere) encarga a Miguel Ángel completar la decoración de la capilla, lo que le ocupó desde mayo de 1508 hasta octubre de 1512. En este lapso se puede observar la radical transformación llevada a cabo por el artista en el campo de la pintura, que adquiere un dramatismo y una tensión insospechada algunos años atrás. La primera cosa a tener en cuenta es la visión de conjunto, genial síntesis entre arquitectura y pintura, en donde se confunden los límites entre un arte y otro. En la parte central de la bóveda se suceden, en distintos tamaños, episodios del génesis y del Viejo Testamento, entre los que se encuentra la célebre creación del primer hombre. En los apoyos de la bóveda, gigantescas figuras que representan profetas alternados con sibilas, produciendo la mezcla entre lo pagano y lo cristiano, típico del Renacimiento. Por último, en los triángulos coincidentes con las ventanas, hay otros episodios bíblicos. Todo el conjunto se encuentra perfectamente amalgamado con gran cantidad de figuras en claroscuro y medallones que imitan el bronce. El resultad, tiene el tenso equilibrio, común a todas la obras del Buonarotti.

D3) El Juicio Final:
Clemente VII (Medici) encarga nuevamente a Miguel Ángel la realización de la decoración de la pared del altar, que continuaría bajo Paolo III (Farnese). Cristo, en el centro de la escena, imparte con ademán imperioso la justicia definitiva. Está rodeado por una serie de santos y al lado de su madre. En la parte inferior derecha, se representa la resurrección de los muertos que son llevados al cielo por ángeles, mientras que a la izquierda se arrojan los condenados a quienes esperan en sus barcas Caronte y Minos, dispuestos a transportarlos al infierno. En la parte superior, grupos de ángeles transportan los símbolos de la pasión. La escena tiene un clima general de gran confusión que representa la sorpresa por el resultado del juicio anunciado por el propio Jesús en el Evangelio. Para lograr tal efecto, Miguel Ángel transgrede las normas de la perspectiva, demostrando que su genio creativo supera cualquier ley, abandonando los cánones en donde se asentaba la pintura del Renacimiento.


4. CUARTO DÍA: Quartiere Barocco

• Via del Corso

Dónde: Perpendicular a la Piazza Venezia se inicia la via del Corso, que culminará en la Piazza y Porta del Popolo, después de recorrerse una distancia aproximada de unas 15 cuadras. Esta se constituyó a partir del Medioevo en el lugar elegido para fiestas, desfiles y cortejos, función de la cual toma su nombre. Constituye sin duda la calle más representativa de toda la ciudad y el eje de lo que podríamos llamar impropiamente el “centro” de la misma.

Autor: El antiguo trazado romano tomó un nuevo auge a partir de 1466, cuando Paolo II (el veneciano Pietro Barbo) construyó el Palazzo Venezia y transfirió allí las carreras de caballos y juegos que se realizaban en otros lugares de la ciudad. Paolo III (Farnese) hizo grandes arreglos y demoliciones en ocasión de la visita que hiciera a la ciudad el Emperador Carlos V, en 1536. Gregorio XIII (Boncompagni) concedió al final del '500 importantes incentivos a los propietarios de inmuebles con frente a la calle y Alessandro VII (Chigi) se encargó de remodelar la última parte, ya llegando a la Piazza del Popolo. Finalmente, durante el '700, se construyeron importantes palacios y la “via” tuvo su mayor esplendor, que se extendió durante los primeros años del Reino de Italia.

Qué ver: Siendo una de las calles con más historia de la ciudad, se podrá imaginar la cantidad de edificios de importancia que encontraremos en su recorrido. Entre las iglesias, se señala en primer lugar, a mano izquierda, Santa Maria en Via Lata, con fachada de Pietro da Cortona, realizada en 1658. Enfrente y apenas más adelante, se encuentra San Marcello al Corso, con importante fachada de Carlo Fontana en estilo tardo-barroco, construida en 1682. Mucho más adelante, sobre la izquierda, San Carlo al Corso, con gran cúpula de Pietro da Cortona. Entre los muchos palacios, el Doria Pamphilj, que engloba la citada Santa Maria in via Lata, es el más importante y su construcción tuvo innumerables fases a lo largo de 4 siglos, en donde la propiedad del mismo pasó de manos entre varias familias de las más importantes de la ciudad. La movimentada y rica fachada sobre el Corso es de Gabriele Valvassori, y es un excelente ejemplo del barroco del '700.

Nota: Para los especialmente interesados en pintura, el palacio apenas citado contiene una importantísima colección de arte privado, conocida como Galleria Doria Pamphilj, que fuera iniciada por el Papa Innocenzo X, y creciera con los años con el aporte de otros miembros de la familia. El ingreso a la misma se realiza dando la vuelta desde la Piazza del Coleggio Romano nº 1. En ella se encuentran obras de autores italianos (Tiziano, Tintoretto, Caravaggio, Filippo Lippi, primitivos, etc.) y una vasta cantidad de obras de pintura flamenca (Rubens, Brueghel...). Entre las obras destacamos el famoso retrato de Innocenzo X, de Velázquez (1650) y el busto del mismo Papa, del Bernini.


• Piazza del Popolo

Dónde: La via del Corso culmina en el amplio espacio della Piazza del Popolo, que oficia de vestíbulo de la ciudad, recibiendo a los que entraban en la misma por la puerta homónima, provenientes de la via Flaminia, principal comunicación con el norte del país, ya desde época clásica.

Autor: La plaza es uno de los espacios que se fueron construyendo trabajosamente a través de los siglos. En los primeros años del '500, se comienza bajo León X (Medici) con la construccción del “tridente”, conformado por la via del Corso al centro, la via de Ripetta a la derecha y la via del Babuino a la izquierda. Posteriormente (1589), Sisto V (Peretti) mandó plantar a Domenico Fontana el obelisco en el centro y ya en época barroca (1655) Alessandro VII encargó a Bernini la reconstrucción de la iglesia de Santa Maria del Popolo, la remodelación de la puerta de ingreso a la plaza y se aprueba el proyecto de las iglesias gemelas a ambos lados del Corso. Finalmente, durante la ocupación francesa, en 1811, Giuseppe Valadier, con la construcción del hemiciclo, le da forma definitiva a la plaza, integrándola al proyecto de los jardines del Pincio, que constituyen un magnífico balcón sobre la misma.

Qué ver: Los sucesivos elementos agregados con el correr de los años no impiden que el espacio tenga cierta unidad y en esto es justo dar mérito al atento proyecto del Valadier, que concilia con decisión las distintas partes preexistentes. Empezando por el obelisco de Ramsés II (1200 a. C.), traído desde Egipto por Augusto y transportado aquí desde el Circo Massimo. Alrededor de este, Valadier colocó los cuatro piletones circulares y los leones en estilo “egipcio”. El mismo arquitecto también concibió las dos fuentes que se ubican en el eje mayor de la elipse. Su intervención, además, pone en resalto las piezas barrocas, que sin duda son la más valiosas de todo el complejo. Notable la intervención de Bernini sobre la fachada interna de la Porta del Popolo, inspirada en la Porta Pia de Miguel Ángel y realizada por voluntad de Alejandro VII (Chigi, ver escudo en el centro y en la punta del obelisco) para festejar la entrada en la ciudad de Cristina de Suecia en 1655, quien abdicara al trono para abrazar la fe católica y fue una de las principales animadoras de la cultura del barroco romano.

Nota: Las iglesias Santa Maria dei Miracoli (derecha-1675) y Santa Maria in Montesanto (izquierda-1677), nacidas gemelas en la mente de su proyectista, Carlo Rainaldi, fueron modificadas ligeramente por quienes las realizaron: Carlo Fontana, que actuó bajo la supervisión de Bernini, que adaptaron los proyectos a las distintas formas del terreno. La primera tiene planta elíptica y cúpula de 12 gajos, mientras que la segunda es de planta circular con cúpula octogonal. Los campaniles también son ligeramente distintos, pero ambos en impecable estilo barroco. La simetría de toda la composición queda igualmente salvada y las diferencias aportan cierta vivacidad quitándole la rigidez al conjunto. Sobre las balaustradas se disponen estatuas de diseño del Bernini. Frente a ambas iglesias se encuentran los tradicionales cafes “Rosati” y “Canova”.


• Santa María del Popolo

Dónde: A la derecha de la Porta del Popolo.

Autor: Surgida sobre una antigua capilla del silo XI, se reconstruyó en estilo lombardo en el 1475. En el '500 tiene lugar por voluntad de Giulio II (Della Rovere) la intervención de Bramante, que reconstruye el ábside, y poco después la de Rafael, que realiza el proyecto de la cappella Chigi (1513). Finalmente, con la llegada del Barroco y de Alejandro VII (Chigi), la iglesia es ampliamente reformada por Bernini (1655-1659).

Qué ver: El interior es una sucesión de partes que, a pesar de los esfuerzos de Bernini, permanece algo inconexo. Este intentó dar unidad al sistema apelando a la decoración sobre la base de estatuas y ángeles que se adhieren con la consabida gracia a la severa arquitectura lombarda. Sin embargo, parece ser un error la inclusión del pesado altar mayor que interrumpe la visión del excelente ábside del Bramante. Además de la señalada intervención de Rafael, es también importante frente a esta, en la nave opuesta, la ricamente decorada cappella Cybo, de Carlo Fontana (1682). En la sacristía se puede también admirar el antiguo altar mayor, removido en el '600, de Andrea Bregno (1473) y, en el ábside, los dos monumentos fúnebres, obras maestras de Andrea Sansovino, dedicados al cardenal Ascanio Sforza (1505) y al cardenal Girolamo Della Rovere (1507).

Nota: En la capilla a la derecha del altar mayor, hay dos importantes pinturas de Caravaggio, en las paredes laterales, que representan la Conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro, realizadas entre 1602. Ambas obras son buenos ejemplos de la pintura del pintor, que afronta, con la originalidad habitual, temas clásicos de la iconografía cristiana. En la pared del fondo, asunción de Annibale Carracci de la misma época.


• Piazza di Spagna

Dónde: Se toma por la ya citada via del Babuino, que nos llevará directamente a la plaza. Otra opción es correrse para tomar la primera paralela hacia la izquierda, la sugestiva via Margutta, conocida por ser habitada por artistas de distinta procedencia, ya desde el '600.

Autor: La escalera seguramente más famosa del mundo, que domina el irregular espacio de la plaza, fue construida por Francesco de Sanctis, por encargo de Innocenzo XIII, en 1723. A los pies de la misma, la fuente de la “Barcaccia” es obra de Pietro Bernini, con quien seguramente colaboró su hijo Gian Lorenzo, destinado a mayor fama. La misma fue comisionada por Urbano VIII (1624), como atestiguan las abejas, símbolo de los Barberini. Por último, de los importantes palacios que limitan la plaza, se señala el de Propaganda FIDE, en donde confluyeron los rivales Bernini (1644), que trabajó en la fachada sobre la plaza, y Borromini, que completó el edificio a partir de 1646.

Qué ver: La plaza es otro de los espacios que lentamente fueron tomando forma, a lo largo de los años y presenta una forma irregular. A partir de concentrarse en ella la representación diplomática de España y la presencia francesa a través de la iglesia de la Trinitá dei Monti, comienza en el siglo XVI a convertirse en el centro cultural de la ciudad. Se recuerda que estas dos potencias son las que cada vez más, a partir del '500, deciden la política pontificia. La fuente, ligeramente hundida para mejorar la presión, recuerda el aluvión del Tevere, producido en 1598. La escalera resolvió el problema del fuerte desnivel entre la iglesia y la plaza, reemplazando al antiguo sendero que lo salvaba, con una suntuosa geometría barroca de gran impacto escénico. En el centro del segundo espacio, que conforma la plaza, hay una columna con imagen de la Inmaculada, que es visitada por el Papa todos los 8 de diciembre. En el lado opuesto de donde ingresamos, cierra el espacio el Palazzo de Propaganda Fide, en cuya fachada lateral, sobre la via di Propaganda, Borromini despliega, con la osadía acostumbrada, un barroco de calidad suprema.

Nota: En el interior de este palacio se encuentra la cappella dei Re Magi, a la cual es difícil ingresar sin hacer algún tipo de gestión. A su proyecto se dedicó Borromini a partir de 1660, comenzando por darse el gusto de demoler la capilla elíptica que había comenzado Bernini algunos años antes. La opción de Borromini es similar a la adoptada en el Oratorio del Filippini (rectángulo con ángulos redondeados), aunque de menores dimensiones y con mayor carga decorativa. En este caso, explora las posibilidades plásticas de las líneas de fuerza de las bóvedas que se continúan en las pilastras, en una solución curiosa pero magistral, que lo acerca al gusto gótico.


• Quartiere barocco

Dónde: Se conoce con este nombre a todo el barrio que se extiende entre la Piazza de Spagna y la via del Corso y desde piazza del Popolo hasta la via del Tritone. Es una de las pocas zonas de Roma con un trazado bastante regular en sus calles y es la más elegante de la ciudad desde el punto de vista comercial, pues se encuentran todos las firmas más importantes, sobre todo en lo que se refiere a casas de ropa y joyería.

Autor: La calle más importante y más antigua es la via Condotti (“tuberías”, en italiano), cuyo nombre responde a que por ella pasaban la tuberías que llenaban la fuente “dell'aqua vergine”, hoy Fontana di Trevi. Sale justo en el eje de la escalinata y antiguamente se llamaba “Via Trinitatis”, precisamente en honor de la iglesia sobre la misma. La apertura de esta via se debe a la iniciativa de Paolo III (Farnese), que decidió, hacia mediados del '500, la expansión de la ciudad en esa dirección, contra el parecer de su antecesor Giulio II (della Rovere), que había optado por la zona adyacente al Borgo. Su trazado remite a la época clásica y parece haber sido la calle de entrada de la célebre “villa” que construyera Licinio Lucullo sobre el Pincio, al regreso de sus victorias en Oriente (66 a. C.).

Qué ver: El interés fundamental de la zona radica en la calidad de los negocios, que permiten una mirada en lo que constituye hoy, uno de los puntos fundamentales de reconocimiento de la cultura italiana y también de su balanza comercial: el “italian style”. Sobre la via Condotti se encuentran Arman (76/77), Gucci (8), Bulgari (10), Ferragamo (66/73), Max Mara (46), Trussardi (49/50). En via Bocca di Leone, Versace (26), Ungaro (24) y Valentino (84), y sobre la via Borgognona, Fendi (8/10/12/39), Ferré (39) y Givenchy (21), para citar algunos de los nombres más reconocidos. Sobre el final de Via Condotti, la barroca fachada de la oval Santissima Trinitá degli Spagnoli, obra de Rodríguez de Santos, del 1741.

Nota: Es también un lugar excelente para almorzar. Muy recomendables el restaurante “Mario”, en via della Vite 55, y también la trattoria Otello alla Concordia, en via della Croce 81.


• Il Pincio

Dónde: Volviendo a Piazza di Spagna, se sube por la escalera y se toma a la izquierda, recorriendo la via Trinitá dei Monti (después D'Annunzio), hasta llegar sobre la terraza que se vuelca sobre Piazza del Popolo.

Autor: G. Valadier diseñó en 1834 el parque, concebido en 1811 durante la ocupación francesa, con un ajustado criterio paisajístico que privilegia las vistas sobre la ciudad.

Qué ver: Llegando al final de la escalera aparece la iglesia de la Trinità dei Monti, cuya construcción se inició bajo los auspicios de Luis XII, Rey de Francia en 1502. Su dilatada construcción concluyó en 1584 con la fachada de Giacomo della Porta, que adoptó el singular partido del doble “campanile”. Apenas iniciado el recorrido por la via Trinità dei Monti, completa la presencia francesa en la zona la Villa Medici, que comprara para la familia el Granduca Ferdinando I de Medici, en 1576. La misma, desde 1804, es sede de la Academia de Francia, fundada en 1666 por Luis XIV para permitir a los jóvenes artistas franceses estudiar en Roma.

Nota: Lo más importante de este recorrido lo constituye el panorama que se obtiene desde esta verdadera terraza urbana sobre la ciudad.


• Villa Borghese y Museo Borghese

Dónde: Detrás del Pincio se extiende el parque más importante de la ciudad,
que es precisamente la villa Borghese. Una linda, aunque –se advierte– larga caminata, es atravesar todo el parque que cruza con un puente el viale del Muro Torto, hasta llegar del otro lado al Museo y Galleria Borghese.

Autor: El cardenal Scipione Borghese, sobrino del Papa Paolo V y gran mecenas de la Roma del '600, encargó a Flaminio Ponzio construir una “villa” suburbana. El proyecto original del jardín del tardorenacimiento se fue renovando trabajosamente a lo largo de los años, hasta que, en 1770, bajo la dirección de Marcantonio IV Borghese, se convirtió en el jardín inglés y romántico cuyo sugestivo aspecto aún perdura. En él se combinan los construidos ambientes naturales con las falsas ruinas de improbables templos e innumerables bustos de poetas de distinta procedencia y valor. La villa fue vendida al Estado italiano en 1901 y este la cedió posteriormente a la ciudad de Roma. El “Casino Borghese”, proyectado en primera instancia por Flaminio Ponzio, fue fuertemente remodelado en el transcurso del tiempo con la inevitable perdida de carácter que sucede a una sucesiva serie de intervenciones, ninguna de ellas decisiva.

Qué ver: Después de este paréntesis verde, se ingresa en el museo que reúne una de las mayores colecciones privadas del mundo. El Museo lo inició el cardenal Scipione con las piezas escultóricas de origen clásica que adornaban el atrio de la vieja basílica de San Pedro. Sin embargo, la mayor parte de estas fueron cedidas a Francia por el desprevenido Camillo, deseoso de ganar el favor de su mentor Bonaparte. De todas maneras, lo que constituyen las piezas de mayor valor son las realizadas por el entonces joven Gianlorenzo Bernini por pedido del activo Scipione. Estas intitulan cada una de las salas de las que ocupan el centro y son: el Davide (1623), inevitable la comparación con el de Miguel Ángel, que permite establecer una relación eficaz entre Renacimiento y Barroco; Apollo y Dafne (1624), en donde es representado el preciso instante en que sucede la metamorfosis, reflexión sobre el tiempo en clave barroca; Ratto di Proserpina (1622), experimento sobre el movimiento en espiral, también sugerido por la temática barroca; Enea e Anchise (1618), realizado junto con el padre Pietro, y por último, el grupo incompleto llamado “La verita svelata dal tempo” (1645-52), que el ya maduro Bernini realizó para sí mismo, y en donde buscó tensiones superficiales al estilo de Migue Ángel. En otro estilo, dentro del museo se encuentra la famosa “Venere vincitrice”, que realizara Antonio Canova (1805), en impecable estilo neoclásico. El nombre proviene de la clásica leyenda que cuenta como Paris elige a Afrodita, diosa del Amor (Venus en Roma), entregándole la manzana dorada, por sobre sus competidoras Hera/Juno (Poder) y Atenea/Minerva (Inteligencia), en un mitológico concurso de belleza. La modelo utilizada fue, con escándalo de la sociedad romana, Paolina Bonaparte, hermana de Napoleón y mujer de Camillo Borghese.

Nota: La visita se completa con la Galleria Borghese, que contiene importantísimas obras de pintura de diversos períodos. Entre ellas se señalan: la Deposozione, de Rafael (1507); varias obras de Caravaggio (Davide,1609, Madonna dei palafrenieri,1605, Giovane con canestro di frutta, 1593); el Amor sacro e amor profano, del Tiziano (1514); La Danae (1531), del Correggio, que pertenece al ciclo basado en las metamorfosis (4) de Ovidio que le encargara el duque de Mantua como regalo para Carlos V, y una sugestiva Pietá, de Rubens, realizada en Roma en 1608, que se puede comparar con la anteriormente nombrada de Rafael, realizada exactamente 100 años antes. De un pintor menos conocido, Jacopo Bassano, hay una muy interesante Última Cena, realizada en 1542, que muestra un particular acercamiento realístico a este tema, siempre presente en la iconografía cristiana.


• Via Veneto y Tritone

Dónde: Saliendo del Museo hacia el frente se encuentra la via Pinciana, después de caminar unos 600 metros bordeando el parque se llega a la Porta Pinciana, donde tiene inicio la Via Veneto. Se desciende por ella hasta encontrar su final en la Piazza Barberini, en cuyo centro está la fuente del Tritone, antiguamente ubicado en los jardines del palacio de la familia que hoy da nombre a la plaza. Como opción gastronómica se recomienda “Il Tinillo”, in via di Porta Pinciana 16b, que nace en la puerta del mismo nombre, a la derecha de via Veneto.

Autor: La via Veneto fue abierta entre 1886 y 1889. La fuente del Tritone la realizó el Bernini, para Urbano VIII, en 1642, como denotan las heráldicas abejas, símbolo de la familia Barberini.

Qué ver: La Via Veneto, con su reconocible andar de curva y contracurva, es también una zona elegante de Roma, pero en este caso no tanto comercial sino además residencial. Aquí se encuentra la embajada de USA, justo en el quiebre de las curvas, en el Palazzo Boncompagni, construido en el '800, conocido también como Palazzo Margherita, por ser el que habitaba la Regina Margherita, mujer de Umberto I y por lo tanto nuera de Vittorio Emanuele II. También aquí se encuentran algunos de los hoteles más prestigiosos de la ciudad, como el Excelsior. La Piazza Barberini es un espacio con poco carácter y su importancia descansa en la fuente del Tritone, donde Bernini crea una efecto eficaz con la figura humana que surge como evolucionando a partir de otros elementos naturales. La composición culmina sintéticamente, con un solo chorro de agua que impulsa con fuerza el propio “tritone” con su boca.

Nota: La via Veneto es por su amplio trazado y su vegetación la más “parisina” de Roma. Funcionó durante los años del “boom” económico, en la década del '60, como un verdadero salón ciudadano en donde se reunían las personalidades de la cultura y del espectáculo. Hoy todavía conserva algo de la atmósfera de aquellos tiempos y puede ser una experiencia interesante detenerse en algunos de los cafés que se expanden sobre las anchas veredas.


• Palazzo Barberini

Dónde: Del lado opuesto al que ingresamos a la plaza por via Veneto, sale a la izquierda via delle Quattro Fontane. Recorriendo esta, unos cien metros sobre la derecha está el ingreso al Palazzo Barberini, señalado por una importante reja del '800.

Autor: La propiedad fue comprada por el cardenal Francesco Barberini, omnipotente sobrino de Urbano VIII, en 1625. El proyecto de remodelación fue encargado al Maderna, que agregó las alas al volumen existente, dando al edificio un carácter más de “villa” que de palacio urbano. A la muerte de este, se hizo cargo Bernini que, fiel a su carácter respetuoso, no alteró sustancialmente las ideas de su predecesor, aunque sí le dio a todo el conjunto una grandiosidad propia de su estilo. En esta tarea contó con la colaboración de Borromini, sobrino del Maderna, que también agregó cuotas de su inmenso talento.

Qué ver: Junto con el baldaquino de San Pedro, este es el otro proyecto que permite observar juntos a los dos máximos artífices del Barroco: Bernini y Borromini. En este caso, no trabajaron para una solución final sintética, cosa ya imposible por las diferencias de carácter, sino que Bernini, en reconocimiento de la evidente capacidad de su futuro rival, le entregó pequeñas partes del proyecto para que este desarrollara su arte. A la sobria escalera cuadrada de Bernini, Borromini respondió con la soberbia escalera helicoidal en el lado opuesto. Entre ambas se ubica la sala rectangular con el techo afrescado por Pietro de Cortona, su obra cúlmine como pintor. En el mismo se representa una compleja alegoría del Triunfo de la Divina Providencia, que en definitiva consiste en una exaltación de la familia Barberini. En el exterior se destacan las pequeñas y vivaces ventanas que Borromini realizó en el piso superior de las alas del cuerpo central del edificio, que muestran la desbordante creatividad de su autor.

Nota: El Palacio además contiene la Galleria Nazionale d'Arte Antica, con importantes obras de variados períodos y de distinta procedencia. Entre ellos destaca la enigmática Fornarina, realizado por Rafael en el 1520, año de su muerte, y que retrata, según la tradición, a una de sus amantes. También se señalan dos pinturas de Caravaggio, una de época juvenil (Narciso-1546) y otro de la plena madurez (Giuditta-1597), en donde se destaca la fría y distante actitud de la mujer que realiza el sangriento sacrificio, retratado con crudeza ejemplar. En otro orden, son también importantes los bustos realizados por Bernini, que retratan a los dueños de casa, Maffeo (Urbano VIII) y el cardenal Antonio Barberini, sobrino del anterior y hermano del ya mencionado Francesco.


5. QUINTO DÍA: Strada Pia

• Piazza Santi Apostoli

Dónde: Desde piazza Venezia se toma, a la derecha de via del Corso, la amplia via Cesare Battisti y luego de unos 200 metros a la izquierda aparece la rectangular Piazza de Santi Apostoli, que no es más que una calle ensanchada.

Autor: La plaza en sí misma no tiene mayor relevancia, a no ser por los importantes edificios que la encierran. En primer lugar, el complejo del Palazzo Colonna, iniciado por el Papa de esa familia, Martino V, hacia el final del '400. Esta familia hizo centro en la zona, encargándose el señalado pontífice de la restauración de la vecina iglesia de Santi Apostoli. La misma sufrió modificaciones sucesivas, primero en el '700 por obra de Carlo Fontana y posteriormente por el activo Valadier, que diseñó la clásica fachada en 1827. Frente a la iglesia, el Palazzo Odescalchi (anteriormente perteneciente a los Colonna, luego Ludovisi y Chigi), obra del Maderna, con fachada de Bernini (1664), que ampliaron Nicola Salvi y el Vanvitelli.

Qué ver: El Palazzo Colonna es un complejo grupo de edificios de distintas épocas, que alberga una rica colección de obras de arte reunidas en la Galleria Colonna, a la que se accede desde atrás por la Via della Pilotta. Digna de visitarse, además, para admirar la Sala Grande, construida por Antonio del Grande y Girolamo Fontana, y afrescada suntuosamente sobre el final del '600 con imágenes que recuerdan a Marcantonio II Colonna, vencedor en Lepanto. La iglesia no tiene un carácter demasiado definido, aunque conserva en su interior algunas obras de interés. Una atención especial merece el palacio de enfrente, sobretodo su sobria fachada barroca, desarrollada a partir de un potente orden gigante de pilastras.

Nota: Bernini, cercano a los 70 años, realiza su obra más clásica, retomando el tema del palacio renacentista y aportándole todo el peso del barroco, pero sin concederse las fantasías propias del período. En el pleno de su madurez artística, Bernini parece haber superado la tentación de provocar el estupor en el observador, que lo movilizaba en su juventud, y se decide por una respuesta de soberbio clasicismo. El palacio sirvió de modelo para el futuro, y salva de alguna manera la continuidad de lo clásico, frente a los temerarios excesos del rococó. La fachada se resuelve con materiales pobres (revoque y travertino) y plantea una doble entrada, duplicando la simetría.


• Piazza del Quirinale

Dónde: Volviendo atrás, se toma via 4 Novembre que, con un andar quebrado, conduce hasta el largo Magnanapoli, desde ahí se sube a la izquierda por via 24 Maggio hasta llegar a la Piazza del Quirinale, otra de las siete alturas de la antigua ciudad. En el primer quiebre de via 4 Novembre, nace la sugestiva via della Pilotta, que es atravesada por puentes que conectan el palazzo Colonna con sus jardines que terminan sobre la señalada via 24 Maggio.

Autor: En la Antigüedad, la colina albergaba las termas de Constantino, de donde provienen los Dioscuros que dominan el espacio. Con Sisto V retoma protagonismo urbano y se vuelve importante a partir de la construcción del palacio. El mismo se transformó, de residencia estiva, en sede definitiva con el papado con Clemente VIII (1592) y en ese carácter permaneció hasta 1870, cuando pasó a poder de los Savoia. En su construcción intervinieron innumerables artistas, comenzando por Martino Longhi il Vecchio, en 1573, que fue sucedido por Ottaviano Mascherino. También colaboraron Domenico Fontana (fachada), Flaminio Ponzio (escalera de honor y capella dell'Annunciata-1610), Carlo Maderno (portal-1615 y cappella Paolina-1617), Bernini (“loggia” de las bendiciones”-1638 y torreón circular-1626) y Pietro della Cortona (frescos).

Qué ver: La fuente, llamada de Monte Cavallo, fue corrida, con acertado criterio urbanístico, por voluntad de Sisto V hasta ubicarse con el eje de la “strada Pia” (hoy via del Quirinale/XX Settembre). Ella se compone de las figuras de Castor y Polux (copia de original griego del siglo V a. C..), con respectivos briosos caballos, que se ubican a ambos lados de un obelisco proveniente del mausoleo de Augusto. El palacio posee una austera fachada, típica de la arquitectura correcta, pero siempre algo automática, de Domenico Fontana. La intervención barroca sobre la misma viene en su auxilio, sobre todo gracias al imaginativo Bernini, cuya intervención irrumpe con fuerza, trayendo frescura a la aridez de la fachada.

Nota: Actualmente y desde 1948, el palacio es la sede del Presidente de Italia, y por lo tanto visitarlo en su interior resulta prácticamente imposible. Todo el complejo, además, se completa con uno de los más ricos jardines de Roma, que se desarrollan a lo largo de la via del Quirinale, detrás de un austero muro. Frente al palacio, del otro lado de la plaza, se despliega el bajo edificio de las escuderías del Quirinale, realizado en 1722 por el eficaz Alessandro Specchi, por encargo de Innocenzo XIII, que culminó el Fuga, en 1730.


• Sant’Andrea al Quirinale

Dónde: Pasando a la derecha del palacio se toma, la rectilínea via del Quirinale, antiguamente llamada strada Pia, pues fue Pio IV quien la abriera en 1560 sobre el trazado de un antiguo camino romano. A unos 300 metros sobre la derecha se encuentra la pequeña iglesia que nos ocupa.

Autor: Bernini recibió el encargo del Cardenal Camillo Pamphilj, en el 1658, sobrino del pontífice de familia, Innocenzo X.

Qué ver: La iglesia de reducidas dimensiones es una de las obras maestras del autor y de todo el Barroco. La fachada combina el volumen clásico terminado en un recto frontispicio sostenido por pilastras gigantes, con un ligero pórtico semicircular a dos columnas que sostiene un gran escudo de la familia Pamphilj, sorprendentemente volcado hacia el vacío. El mismo surge entre un atisbo de tímpano circular que esconde en parte la gran ventana termal ubicada sobre el acceso de la iglesia. La madurez de Bernini permite mezclar en dosis precisas la fantasía barroca con un austero rigor que prepara el camino hacia el clacisismo.

Nota: El notable interior está sapientemente modelado por un eficaz manejo de la luz y por una riquísima combinación de mármoles de variados colores. La planta de forma oval, dispuesta sobre el eje menor, se articula a partir de una serie de capillas laterales, de dos formas distintas, que se disponen alternadamente. El acceso, muy iluminado por la gran ventana escondida en la fachada, se encuentra de frente al altar mayor, también bañado por una intensa luz, que esconde su fuente al observador. La rica cúpula con casetones dorados suaviza su presencia con una serie de ángeles que con gracia se acomodan sobre las ventanas del tambor. Sobre el frontispicio cóncavo que precede el altar apoyándose en pares de columnas circulares, domina la estatua de Sant'Andrea, de Antonio Raggi.


• San Carlino alle Quattro Fontane

Dónde: Prosiguiendo por la misma via del Quirinale, se llega hasta el importante cruce de las “quattro fontane” en donde se interceptan la strada Pia (Quirinale/XXSettembre que unen al Quirinale con la Porta Pia de Miguel Ángel, y luego continúa hacia la via Nomentana) con la strada Felice (Sistina/Quatrro Fontane/Depretis), importante en el esquema urbanístico de Sisto V (Felice Peretti), porque permitía vincular con un rectilíneo Santa Maria Maggiore con Piazza di Spagna, además de pasar y valorizar la propiedad del Papa, que se ubicaba precisamente sobre esta nueva calle. Este importante punto urbanístico de creciente importancia es realzado por un tratamiento especial dado por la inclusión de las cuatro fuentes en cada uno de sus ángulos. En uno de estos se ubica la pequeña iglesia de San Carlino.

Autor: En esta obra se puede recorrer toda el arco de la obra de Borromini. Fue su primera obra independiente, realizada en 1638, para los padres Trinitarios, para quienes, como era su estilo, trabajó gratuitamente. La fachada, en vez, fue su último trabajo, y no la pudo ver concluida, ya que se quitó la vida en 1667, cuando la misma se encontraba en construcción.

Qué ver: En primer lugar, la fachada donde el artista da rienda suelta a su profusa imaginación, proponiendo soluciones innovadoras que articulan la continua masa de sinuosas formas. Ejemplo de esto es el coronamiento con ángeles que en pleno vuelo sostienen un medallón oval de grandes dimensiones. En el piso inferior, estatua de San Carlos Borromeo, del Raggi. El despojado interior, de muy reducidas dimensiones, es generado a partir de complejas formas yuxtapuestas que, sin embargo, conservan con decisión la unidad de un espacio, imposible de descomponer en formas simples. El trabajo de los distintos elementos en el muro, que parece esculpido, se asemejan al realizado en San Pedro por Miguel Ángel, pero ahora en clave barroca. Por último, resulta insoslayable una visita al, también, pequeño claustro que, a través de sus ángulos convexos, quiere resolverse en un solo movimiento continuo, búsqueda realmente osada para esta tipología. Típica del modo de proyectar del Borromini, que intenta siempre hacer más expresivos los elementos clásicos, es la solución de la baranda del primer piso, con los balaustres alternados.

Nota: Resulta inevitable la comparación con la recientemente visitada Sant'Andrea, de Bernini. Más allá de las diferencias personales que separaron a ambos artistas, en esta rivalidad se reflejan dos modos opuestos de comprender la arquitectura. Bernini es el arquitecto clásico, el que crea transformando las formas canónicas. Borromini, a su vez, tiene una visión más personal y transgresora. En ambos las distintas posturas se apoyan en un talento idéntico.


• Santa Maria della Vittoria

Dónde: Retomando la via XX Settembre, se llega a un ensanche llamado Piazza San Bernardo, dominado a la izquierda por la fachada de Santa Susanna. Si se continúa un poco más adelante, atravesando el largo de Santa Susanna se encuentra la iglesia de Santa María della Vittoria, de aspecto similar a la anterior. Sobre la derecha aparece la desafortunada fontana del Mosé.

Autor: Maderna se encargó de llevar a término el proyecto de Santa Susanna (1595), cuya reconstrucción se había iniciado a fines del '400 por orden de Sisto IV (della Rovere). La iglesia surge según la tradición en el solar donde existiera la casa de la santa, virgen y mártir, condenada al martirio por el emperador Diocleziano, que quiso darla en matrimonio. El mismo arquitecto realizó el proyecto de Santa Maria della Vittoria (1608), que financió el cardenal Scipione Borghese, y de cuya fachada se encargo Gian Battista Soria (1626), que se inspiró en la iglesia vecina. La iglesia fue realizada para recibir una imagen de la virgen, cuya presencia milagrosa habría determinado la victoria de los católicos sobre los protestantes de Praga en 1620, en el inicio de la guerra de los 30 años.

Qué ver: En primer lugar merece atención la fachada de Santa Susanna, que muestra el paso decidido de la arquitectura hacia al barroco. Carlo Maderna es el gran artífice de esta conducción, que prepara el arte de la feliz generación que lo sucederá. Los órdenes se disponen sobre la fachada provocando tensiones hacia el centro con claroscuros impensados hasta entonces. Ingresando en la vecina Santa María, llama la atención la riquísima decoración del interior ideada por el propio Maderna. En este ambiente se destaca la intervención de Bernini, que sobre el transepto izquierdo crea la suntuosa arquitectura de la Capella Cornaro (1646).

Nota: En el centro de la capilla sobresale, iluminada con la eficacia propia de Bernini, la imagen del éxtasis de Santa Teresa que, con realismo acabado, retrata literalmente los escritos de la Santa. La escena es observada por miembros de la familia Cornaro, que se asoman desde unos palcos, como si estuvieran en un teatro, en una concepción de la fe como espectáculo, muy propia de barroco.


• Santa María Maggiore

Dónde: De vuelta en la plaza San Bernardo, se toma una diagonal a la izquierda, via Torino, que va a terminar en la piazza del Esquilino. Esta tiene como centro un obelisco, gemelo al del Quirinale, junto al que custodiaba la entrada del mausoleo de Augusto. Detrás de este, aparece sobre una vasta escalinata el ábside de la basílica. Rodeando la misma se llega al frente que se abre sobre la plaza de Santa Maria Maggiore, dominada por una columna de 14 metros de altura, proveniente de la basílica de Massenzio, que remata con una estatua de la virgen. Paolo V (Borghese) se la hizo colocar allí a Carlo Maderna, que realizó también la fuente.

Autor: La basílica tiene su origen legendario, que asciende al Papa Liberio quien, pidiendo un signo a la Virgen, encontró nevada la colina en pleno verano (5 de agosto 356). Sin embargo, la construcción no parece haber comenzado hasta Sisto III y su motivo fue seguramente la proclamación del dogma de la maternidad divina de María, proclamado en el concilio de Efeso, en el 431. La forma definitiva fue trabajosamente obtenida por Ferdinando Fuga, que envolvió el complejo sistema inconexamente elaborado a través de los siglos. A él se debe la fachada principal, que fue lo último en ser construido en 1741, en un correcto, pero algo trasnochado, estilo barroco. Su intervención se completó con la construcción de un palacio, idéntico al que realizara Flaminio Ponzio (1605) a la derecha de la fachada, otorgándole simetría al conjunto. Sobre piazza dell'Esquilino, encerrando el antiguo ábside, intervino Carlo Rainaldi, en 1669.

Qué ver: El interior fue ricamente decorada con mosaicos, algunos (paredes laterales de la nave central y arco triunfal) datados en la época de su construcción (siglo V) y otros del alto Medioevo, como los del ábside (siglo XII). Posteriormente, sufrió cambios a través de los siglos, empezando por el cielorraso de madera que Alejandro VI hizo construir a Giuliano da Sangallo al inicio del 1500, dorado, según la tradición, con el primer oro de América que los reyes católicos donaron al Papa. Durante todo el '500 se fueron agregando las capillas. A la izquierda del altar (Sistina), la capilla del Santísimo alberga la tumba de Sisto V (Peretti) y fue obra de Domenico Fontana (1587). Su simétrica del otro lado del altar mayor (Paolina) contiene los restos de Paolo V (Borghese) y fue construida por Flaminio Ponzio (1605). A lo largo de las naves se agregan distintas capillas, entre las que se destaca, sobre la izquierda, la inquietante cappella Sforza, construida por Giacomo della Porta (1564) sobre diseño de Miguel Ángel, quien, siempre al límite de la transgresión, resalta la dirección diagonal del espacio liberando las columnas del ángulo.

Nota: La basílica es la única de las cuatro mayores que conserva al menos en su nave central sus características originales de origen paleocristiano, con la particularidad de tener los paramentos laterales con arquitrave recto en vez de los más usuales arcos. Sobre este esquema original, se fueron agregando algo inconexamente los distintos pedazos que finalmente el Fuga logró fundir, con eficacia relativa a la complejidad del problema, en un solo edificio coherente. Del edificio original se destacan los mosaicos más antiguos, uno de los pocos ejemplos del arte del bajo Imperio en Roma. Resulta también interesante la comparación de las capillas a ambos lados del altar mayor, que ilustra con elocuencia el momento de tránsito entre el último Renacimiento (Sistina) y un incipiente Barroco (Paolina).


• San Pietro in Vincoli (Moisés)

Dónde: De nuevo en la plaza del ábside (piazza del Esquilino), se toma la via Cavour, que la corta transversalmente, hacia la izquierda. Una vez en esta, se camina hasta llegar al largo Visconti en donde la calle cambia bruscamente de dirección. Luego de unos 150 metros más o menos, sobre la izquierda, aparece una especie de pasaje con escalera bastante empinada. Subiendo llegamos a la tranquila plaza de San Pietro in Vincoli (en cadenas), que toma su nombre de la iglesia que se alza sobre la izquierda.

Autor: La iglesia tiene un origen legendario que presenta dos vertientes, no necesariamente contradictorias. La primera se basa en que la construcción (422) fue voluntad de Eudossia, mujer del emperador Valentiniano III, quien recibiera de su madre las cadenas que tuvieron prisionero a San Pedro en Jerusalén. Las mismas cadenas se unieron milagrosamente a las cadenas que tuvieron prisionero al apóstol en Roma, cuando ambas fueron acercadas por el Papa Leone Magno. La segunda leyenda se apoya en que la iglesia surge sobre una antigua casa romana, lo cual verifican recientes excavaciones. Lo que es más difícil de acertar es que, como quiere la tradición, ese fuera el sitio de la prisión romana de San Pedro. Lo cierto es que la primitiva iglesia fue consagrada por Sisto III en el 439 y que la misma sufrió muchas modificaciones a lo largo de su historia.

Qué ver: La iglesia presenta una simple fachada de finales de '400, con un elegante pórtico en su parte inferior, que el Vasari atribuye a Baccio di Pontello. Dicho pórtico se cierra con una rica reja del '700. El vasto interior tiene una nave central flanqueada por antiguas columnas dóricas. Sobre el transepto derecho se encuentra la pieza que justifica la visita: la tumba de Giulio II (Della Rovere) dominada por la figura del Moisés de Miguel Ángel.

Nota: En el año 1505 Giulio II encarga a Miguel Ángel el proyecto de su mausoleo, de proporciones gigantescas, destinado al nuevo San Pedro. Este encargo, que fue llevado a término en las reducidas formas que vemos, fue sin duda el trabajo que mayores sinsabores trajo al artista durante su extensa vida. Las indecisiones del propio pontífice, su muerte acaecida en 1513, una extensísima disputa con sus herederos y por último un resultado que lo dejó descontento (1545) son las etapas de una experiencia frustrante. La soberbia figura del Moisés, que mira severo al pueblo judío con las tablas de la ley bajo el brazo, fue realizada para el proyecto original en 1515. La sabida anécdota del martillazo que el artista aplicara al profeta sobre la rodilla de mármol, exigiéndole que hable (“Parla!”), parece una tentación creíble, al observar el realismo de la figura.


• San Giovanni in Laterano

Dónde: Se baja por el otro lado de la plaza (Via Nicoló Salvi) en dirección al Coliseo, delante del cual pasa la ancha via Labicana. Se atraviesa esta y la primera paralela es la Via di San Giovanni in Laterano, que nos lleva directamente a la plaza del mismo nombre con el grandioso obelisco (el más alto y el más antiguo de Roma). Sobre esta plaza da el lateral de la basílica, por lo que conviene rodear el palacio Lateranense, hasta la plaza de Porta San Giovanni e ingresar a la iglesia por la fachada principal. La caminata desde San Pietro in Vincoli es bastante larga, así que también puede ser muy recomendable llamar un taxi o tomar un autobus.

Autor: El obelisco fue traído a Roma desde Tebas por Constantino II (357). Ubicado primero en el circo Massimo, fue hasta aquí trasladado siguiendo el plan de Sisto V (Peretti), por su arquitecto favorito Domenico Fontana. El mismo arquitecto realiza en 1586 la “loggia” de las bendiciones, sobre uno de los laterales de la basílica, como así también el adusto palazzo Lateranense, adosado a la Basílica. En la misma plaza se destaca el Baptisterio, erigido por Constantino contemporáneamente con la Basílica. Esta surgió también por voluntad de Constantino en el 313 y sufrió, como es común en estos casos, gran cantidad de remodelaciones, no todas felices. La más importante fue la intervención que realizó Borromini, quien por orden de Innocenzo X (Pamphili) reconstruyó las cinco naves. La fachada, que reemplazó a la antiguamente construida en el siglo XII, fue realizada por Alessandro Galilei, ganador del concurso convocado por Clemente XII (Corsini), en 1732. Por último, es digno de visitarse el antiguo y refinado claustro del siglo XII.

Qué ver: La gran plaza, uno de los principales centros de urbanización creados por Sisto V, reúne una cantidad considerable de edificios de importancia de muy diversa época, que conviven sin demasiada armonía. La falta de una congruente intervención barroca hace que el espacio no tenga la prestancia y la congruencia que este período supo dar a otras partes de la ciudad. Donde sí el barroco se hace presente es en la extraordinaria intervención que realizó Borromini en el interior de la basílica. Convocado por primera y única vez a un proyecto de estas dimensiones, el arquitecto se muestra a la altura de su encumbrado rival Bernini. Las fachadas internas de la nave central resuelven con decisión la escala gigantesca, pero se ven un poco aplastadas por el pesado cielorraso de madera (Pirro Liborio, 1562), que el Papa no dejó demoler al arquitecto, que había pensado completar su grandiosa obra con una bóveda de cañón nervurada, lo que le hubiera dado un mayor respiro al complejo. Las naves laterales, en cambio, se resuelven con la ya probada habilidad de Borromini para las escalas menores, utilizando recursos conocidos, como los ángulos cóncavos y los ángeles que se transforman en elementos arquitectónicos y no simplemente decorativos. Borromini, en el único momento que gozó del favor de los poderosos, muestra su calidad de arquitecto capaz de afrontar con originalidad y oficio cualquier encargo. Dentro de las capillas y monumentos funerarios, algunos de gran interés, se destaca la capella Corsini, construida por Alessandro Galilei en 1732.

Nota: San Giovanni in Laterano, la catedral de Roma, fue residencia de los Papas (“Lo principe de' nuovi farisei, avendo guerra presso al Laterano”, Inf. XXVII, 80) por más de 1000 años, entre el 300 y el 1300 aproximadamente, cuando, al regreso de Avignon, el palacio se encontraba destruido por un incendio, lo que motivó el traslado de la Santa sede al Vaticano. La original basílica Constantiniana era similar a la antigua San Pedro, pero sufrió innumerables daños por incendios y derrumbes repetidas veces a lo largo de su historia. Sisto V, siempre más preocupado por tareas urbanísticas que arquitectónicas, buscó vincularla con la ciudad y con Santa María Maggiore (via Merulana), dándole más importancia al lateral que al frente de la iglesia. Este último recién fue resuelto con el concurso ganado por Galilei, que realizó una fachada que señala el triunfo de la línea más clásica dentro del barroco y por lo tanto una solemne despedida del estilo que, nacido en la ciudad, se propagó por todo el mundo.


6. SEXTO DÍA: Trastevere

• Piazza Campo dei Fiori

Dónde: Yendo por el ya recorrido anteriormente Corso Vittorio Emanuele y superada la iglesia de Sant’Andrea della Valle se dobla a la izquierda costeando la misma. Antes que termine el costado de la iglesia, se toma a la derecha y, a través de una calle que conecta algunas pequeñas plazas, características de la roma medieval (Pza. Paradiso y Pza. Biscione), se llega al Campo dei Fiori.

Autor: Antiguo espacio público construido sobre la platea del templo de Venere Vincitrice, que yacía anexo al teatro de Pompeo, cuya huella se descubre aún en el trazado curvilíneo de algunos edificios. El nombre de la plaza derivaría del de una amante del propio Pompeo (general y político, rival de Julio César, muerto en el 48 a. C.), llamada Flora, o quizás al abandono sufrido por el lugar durante al '400, que lo transformó en un prado florido. En el medioevo esta parte de la ciudad era controlada por la potente familia Orsini.

Qué ver: La plaza es un lugar pintoresco, sobre todo en la mañanas donde funciona un colorido mercado. Es un lugar de los más típicos de Roma, sin el esplendor de Piazza Navona, pero con auténtico sabor popular.

Nota: La Plaza fue, siglos atrás, lugar de ejecuciones capitales. Así lo recuerda la estatua de Giordano Bruno, condenado a la hoguera por la Inquisición, por sostener teorías heréticas de las que no quiso retractarse, el 17 de febrero del año 1600. El monumento, cuya inauguración fue celebrada por la masonería italiana, que reconoce en la víctima al mártir del libre pensamiento, fue realizado por Ettore Ferrari, Gran Maestro del Orden, en 1887. Hay amplias opciones gastronómicas que se pueden disfrutar en una nueva visita nocturna, cuando el lugar adquiere un clima tranquilo, totalmente opuesto al de la mañana. Entre ellas se recomienda “La Carbonara”, en Campo dei Fiori 23.


• Piazza y Palazzo Farnese

Dónde: En el lado opuesto al que entramos salen de la plaza 3 calles, cualquiera de las cuales nos lleva después de caminar 100 metros hasta la rectangular Piazza Farnese, con el imponente palacio como fondo, magníficamente restaurado recientemente. Es aconsejable tomar la calle central, abierta por la poderosa familia, con el propósito de obtener una perspectiva central que realce su palacio.

Autor: La plaza obtiene su forma definitiva con el agregado de las fuentes dispuestas por Girolamo Rainaldi. El palacio fue iniciado en 1517 por encargo del cardenal Alessandro Farnese, por Antonio da Sangallo il giovane (1517/fachadas sobre la plaza y laterales). A la muerte de este, Miguel Ángel (1546-49/cornisón, balcón central y segundo y tercer piso del patio) tomó las riendas del proyecto, que después continuó el Vignola (1569-73/fachada posterior) y llevó a termino sin modificaciones Giacomo della Porta (1589).

Qué ver: El imponente volumen del edificio es la más alta expresión de la tipología del palacio del Renacimiento, cuyo desarrollo se iniciara en Florencia un siglo atrás. En ese sentido no es una obra innovadora, sino más bien la culminación de una idea, cuyas posibilidades vienen potenciadas al máximo de su expresividad. Ejemplo de esto es el cornisón de Miguel Ángel, cuya rica decoración de impecable factura clásica hace aparecer a sus antecesores florentinos como simples aleros. Incluso en algunos aspectos se trata de un edificio retrógrado, como demuestra la falta de incorporación en la fachada de órdenes clásicos, que se limitan solamente a enmarcar las ventanas que alternan el frontispicio con el arco rebajado. Para ver a un Miguel Ángel a la altura de sus antecedentes deberíamos poder pasar al “cortile”, pero esto se hace casi imposible, ya que su visita no está abierta al público, salvo rarísimas excepciones.

Nota: La construcción del palacio coincide con el máximo esplendor de esta potente familia oriunda de Parma. La aventura romana se inicia, gracias a la beldad de Giulia Farnese, a cuyos encantos parece haber sucumbido el Papa Alessandro VI (Borgia) quien, agradecido, hizo cardenal al hermano de la joven, también llamado Alessandro. Este realizaría en la corte pontificia una brillante carrera, que lo llevará 40 años más tarde a convertirse en Papa con el nombre de Paolo III. Posteriormente, el palacio funciona como residencia de los más ilustres personajes de Europa, cedido por los Farnese, ahora duques de Parma. Con la unión de la familia con la corona de España, el palacio pasó a los Borbones de Nápoles (recordarán los amantes de la ópera el II acto de Tosca). Finalmente, en 1874 al estado francés lo adquiere para sede de su embajada.


• Santa María in Trastevere

Dónde: Tomando la calle que cruza frente al palacio hacia la a izquierda, caminamos una cuadra hasta encontrar la pequeña Piazza Capo di Ferro. Seguimos otros 100 metros, teniendo a nuestra derecha el importante Palazzo Spada, obra que contó con la intervención del Borromoni, quien realizó su ilusionista “Galleria Prospettica”. Terminado el palacio, se dobla a la derecha por Via dei Pettinari, que nos llevará directamente contra el Tevere, que se cruza por el ponte Sisto, realizado sobre una antigua estructura romana, por voluntad de Sisto IV (Della Rovere) en ocasión del jubileo de 1475. Del otro lado del Tevere (es decir en el Tras-tevere), hay una plazoleta desde donde arrancan varias calles; tomar sobre la izquierda la Via del Moro y recorrerla hasta que se corte en la pequeña plaza de Santa Apollonia. A 20 metros a la derecha verán finalmente la Piazza de Santa María in Trastevere.

Autor: La plaza, dominada por la iglesia, tiene una fuente de generosas dimensiones diseñada por Carlo Fontana en 1692. La basílica es una de las más antiguas de Roma y como todas ellas tiene su origen milagroso, basado en la aparición de aceite que surgía de la tierra, ocurrida en el 38 a. C. y que fue posteriormente interpretada como signo de la venida del Mesías. La tradición indica como su fundador al Papa San Callisto (227), pero la primera iglesia fue construida ciertamente por Giulio I (337-52). La construcción actual proviene de la reconstrucción operada en el siglo XII utilizando material de las termas de Caracalla. Posteriormente se realizó, durante el Barroco, el infaltable agregado de capillas y en 1702 Carlo Fontana dio una forma definitiva a la fachada con el agregado del pórtico.

Qué ver: El interior de forma basilical está construido con fragmentos antiguos, empezando por las 22 columnas de distinta procedencia y diámetro, y altura dispar, unidas por un arquitrave recto, también construido con restos de edificios romanos. Son de gran interés los mosaicos del ábside con temáticas marianas, realizados por Pietro Cavallini en el siglo XIII. La capilla Altemps, a la izquierda del altar, es obra de Martino Longhi il Vecchio (1584) y cuenta en el altar con la antigua Madonna della Clemenza (siglo VI-VII). Entre las capillas laterales se señala la cappella Avila, sobre la nave izquierda, magistral creación en estilo tardo barroco de Antonio Gherardi (1680).

Nota: El barrio del Trastevere es, desde sus antiquísimos inicios, uno de los más pintorescos de la ciudad. Por su estratégica ubicación sobre el río y su posición desplazada del centro de la ciudad, se destacó por una febril actividad comercial, lo que trajo aparejada una masiva presencia de extranjeros, sobre todo mercaderes de oriente que difundieron los cultos de sus dioses en la zona. Los muchos judíos residentes en el barrio, durante los primeros años de la era cristiana, favorecieron la rápida propagación del cristianismo, como testimonia la presencia de Santa Maria in Trastevere que, según quiere la tradición, fue la primer iglesia abierta al culto en Roma . Es recomendable una caminata por sus estrechas calles, como así también una visita a la iglesia de San Francesco a Ripa, a la que se llega tomando la calle del mismo nombre luego de cruzar el viale del Trastevere. Dentro de la iglesia, desprovista de valor en sí misma, se puede observar sobre el transepto izquierdo la capella Altieri, que contiene la escultura de la Beata Ludovica Albertoni (+1533), magnífica y poco conocida creación del último Bernini (1671). El barrio ofrece una innumerable cantidad de restoranes con amplia variedad de precios, empezando por el tradicional “Sabatini” en Piazza Santa Maria in Trastevere 13/18.


• Bocca della Veritá

Dónde: Volviendo sobre el Lungotevere, se atraviesa nuevamente el río por el Ponte Palatino, que es el siguiente, al que cruza apoyándose en la isla Tiberina. Ya del otro lado nos encontramos con dos pequeños templos romanos antiguos, que surgen en un prado. El de forma rectangular es el Templo conocido como de la Fortuna Viril, de edad republicana (siglo II a. C.), dedicado en verdad al dios Portunus, protector del cercano puerto fluvial de Roma. El circular, de edad un poco posterior, es conocido como Templo de Vesta por su similitud con el de igual nombre existente en el foro. Pareciera haber sido construido en honor de Hércules Vencedor, por algún rico mercante de aceite, devoto de esta deidad apreciada especialmente por los comerciantes. Un poco más atrás se descubre la torre del campanario (Siglo XII) de la iglesia de Santa María in Cosmedin, conocida comúnmente como la Bocca della Veritá.

Autor: La iglesia surge sobre la mitológica “ara massima di Ercole”, que recuerda el lugar en donde el héroe venciera a su enemigo Caco, ladrón de ganados, en una de sus famosas doce tareas. Sobre esta crece una diaconía en el siglo III, luego ampliada por Adriano I en el 782. Calisto II (1124) le dio la forma final, cuya fachada fue ampliamente renovada en el Barroco, pero a fines del siglo XIX fue nuevamente retrotraída a su aspecto medieval.

Qué ver: El interior de la iglesia tiene un estilo que conserva formas primitivas, como la presencia de columnas antiguas, pero que por otro lado tiene ya una concepción que anticipa el románico. Esto se hace patente en la partición del espacio, que es compuesto a partir de células señaladas con pilares, que interrumpen la continuidad de las columnas, modalidad típicamente románica. En el pórtico de acceso se encuentra la conocida Bocca della Veritá, mascarón de edad clásica representante de alguna divinidad fluvial, aquí colocada en 1632. En realidad, su fama se debe a la leyenda que indica que muerde la mano a los mentirosos, leyenda acentuada por la divulgación cinematográfica (“La princesa que quería vivir”, con Audrey Hepburn y Gregory Peck).

Nota: El espacio de la piazza della Bocca della Veritá, en donde surgen los templos antes descriptos, coincide en realidad con la antigua superficie del Foro Boario, mercado de hacienda de la antigua Roma. Esta antigua presencia se manifiesta en la gran cantidad de ruinas de edificios antiguos. Sobre la izquierda de la iglesia, en la via del Velabro, lugar donde se supone fueron hallados Rómulo y Remo, se encuentra el Arco de Giano, desarrollado con cuatro fachadas, probablemente de edad Constantiniana (siglo IV). A espaldas de este, otra antigua iglesia: la pequeña San Giorgio in Velabro, dedicada en su origen a San Sebastián por León II (682). Despojada por Antonio Muñoz (1923) de las infaltables intervenciones barrocas, aparece en forma similar al original románico, con campanile del siglo XII y naves soportadas por columnas de diversa extracción. Adosado a la iglesia, aparece el Arco degli Argentari, uno de los accesos al mencionado foro Boario. Fue construido en honor de la familia del emperador Settimio Severo en el 204 por la corporación de los banqueros (“argentari”) que operaban en el foro. La familia se componía de la mujer Giulia y sus dos hijos, de los cuales el mayor, Caracalla, mató al menor, Geta, para evitar compartir el trono. No contento con quitarle la vida, la figura del asesinado fue también borrada del arco. Este está profusamente decorado y muestra que también la Antigüedad clásica tuvo su rococó.


• Santa Sabina

Dónde: Volviendo hacia la iglesia de la Bocca della Veritá, a la derecha de la misma se toma la via del Circo Massimo (siglo II a. C., remodelado en gran parte por Julio César en el 46 a. C.), del que queda solo la huella de lo que fuera el principal estadio de la ciudad. Tiene un origen mítico, ya que se supone que fue el lugar en donde ocurriera el rapto de las Sabinas, episodio que narra cómo los romanos más antiguos se proveyeron de mujeres utilizando la astucia. Del otro lado del circo, se observa el Palatino, con la imponentes ruinas de la Domus Augustana, residencia del emperadores Flavios, construida por Domiziano (81-96). Llegando aproximadamente a la mitad del circo, se encuentra el monumento a Giuseppe Mazzini y, a la derecha del mism, se sube por la via di valle Murcia, que después se transforma en la de Santa Sabina. A poco andar, sobre la derecha aparece, precedida por una pequeña plaza, la basílica.

Autor: Fundada por el obispo Pietro d'Illiria en el 425, seguramente sobre una antigua casa romana, donde se reunían los primeros cristianos. Fue terminada bajo Sisto III (432-440). En el 1222 es cedida a Santo Domingo y durante el Barroco recibe el tratamiento usual aplicado a las iglesias antiguas. Nuevamente es convocado Antonio Muñoz para conducirla a su forma original, durante los primeros decenios del siglo XX.

Qué ver: La iglesia es sin duda la mejor conservada de las basílicas primitivas y permite tener una impresión exacta del tipo de arquitectura paleocristiana. Muy valiosas son las trabajadas puertas (siglo V), por donde se accede, a través de un pórtico con columnas antiguas. La espaciosa nave central nos conduce suavemente hacia el ábside mediante una sucesión de arcadas sostenidas por columnas corintias. La luz ingresa generosa por grandes ventanas ubicadas en la parte superior y la simpleza del interior convoca a una reflexión sobre los primeros años de una comunidad que, apenas salida de las catacumbas, dejaba atrás siglos de persecución. Si un viaje a Roma puede servir también para una reflexión sobre la Fe, sin una visita por Santa Sabina esta reflexión quedaría incompleta. Adosado a la basílica surge el convento de los dominicos fundado por el propio Santo Domingo, donde enseñó Santo Tomás de Aquino. El claustro y el campanile son del siglo XIII.

Nota: Saliendo de la iglesia y volviendo unos metros hacia atrás por el camino que veníamos, se encuentra el portón por el que se entra a este pequeño parque, que se recuesta sobre el ábside de la basílica. El Parco Savello, más conocido como “Giardino degli aranci” (jardín de los naranjos), fue construido sobre las ruinas de una antigua fortaleza que antiguamente construyera Alberico II. Sobre el fondo del mismo se ofrece una imponente vista panorámica sobre la ciudad. Una excelente manera de concluir la visita de la misma.

4 comentarios:

Linda dijo...

Excelente!!!!! realmente organizado, detallado, con información impecable; una guía estupenda para aprovechar y disfrutar la estadía en Roma. FELICITACIONES!!! y gracias me viene de perlas para preparar mi viaje.

La herida de Paris dijo...

Linda: gracias y me alegro que te sirva. Si me hacés llegar alguna dirección de mail, te puedo enviar las guias en word, para imprimir en A4 que es mas práctico.
Saludos y que disfrutes tu estadía en Roma.

Linda dijo...

Gracias Opi, puedes mandarme ese material a: cabalind@hotmail.com
Saludos para vos

Jobas dijo...

Opi, espectacular tu guia de Roma ,ya la use en el 2000 cuando fuimos con Rick !y la quiero imprimir nuevamente , manana parto para alla , una oportunidad que salio. Voy con mi hermana ,
si podes , por favor , me la mandas a josefinabas@gmail.com?mil gracias , si no la imprimo desde aca... beso grande
Jose